Las estructuras empresariales tienden a seguir un formato vertical donde la cabeza visible de un grupo de trabajo se convierte en líder. Sin embargo, la realidad de estas rutinas es que se producen un flujo de influencias y liderazgos puntuales que pueden variar esa estructura vertical.
Las influencias dentro de un equipo de trabajo no siguen una línea constante de arriba hacia abajo, tal y como se suelen entender las estructuras de mando dentro de una empresa. A menudo, la idea de ser «líder» nos lleva a pensar que son figuras independientes, que se mantienen al margen del resto del equipo en cuanto a la emisión de respuestas. Unas creencias ciertas, aunque sólo en parte, como recoge Inc.com.
Los líderes son personas que tienen una determinación clara y directa, con una gran capacidad para encontrar el «buen camino» cuando empiezan a surgir los problemas y de dirigir a un equipo para solucionarlos de manera rápida y, sobre todo, eficaz. Sin embargo, la clave del éxtio de un líder es que lo son a largo plazo.
Para alcanzar esta meta, un líder debe permitir ser guiado en alguna faceta de sí mismo. Una circunstancia que, en la cultura corporativa, es bastante común dada las relaciones de trabajo que se establecen por departamentos.
Seguiendo la clásica estructura vertical simple de una empresa desde su base, un empleado envía un informe a su supervisor, el supervisor lo hace al administrador y éste último a un alto ejecutivo hasta llegar a la cima de esta estructura. No obstante, es muy probable que en algún momento de ese proceso, y en según qué trabajos, es común que una figura como el CEO se convierta en un líder para los altos mandos, quiénes a su vez lo son de otros ejecutivos, los ejecutivos de los administradores, los administradores de los supervisores y los supervisores de los trabajadores base.
Al final de este proceso lo que se esta produciendo en un flujo de influencias que tienden a la horizontalidad. Una circunstancia que puede llegar a entenderse como una pérdida en las competencias que se adquieren al ser líderes, dado que una de las creencias que fundamentan la figura en esta clase de personas es que son capaces de guiarse a sí mismos. Sin embargo, dejarse guiar por otros en momentos particulares es una clara demostración de cómo un líder usa esa capacidad de encontrar los caminos correctos para llegar a la resolución de un problema.
Los conocimientos expertos hacia un tema particular no tiene porqué englobar a la figura del líder y para que esa solución llegue de forma eficaz a la empresa, las personas con capacidad de liderazgo puedes recurrir a otros equipos de trabajo o personas concretas que sí los posean para avanzar en ese camino hacia la solución, transformando -en momentos puntuales- esa estructura de relación empresarial de vertical a horizontal.
Otro de los cambios que pueden producirse en el sentido del flujo de influencias es que éstas se transfieran de forma lateral, es decir, por un igual dentro de la estructura vertical. Esto sucede especialmente cuando líder forma parte de un equipo de trabajo con puestos similares o con una responsabilidad compartida. Su figura continúa siendo el eje central de las decisiones pero puede llegar a ser guiado por un compañero con competencias similares como, por ejemplo, cuando un ejecutivo guía a otro en una línea de trabajo que ya ha empleado en algún momento.
Al final la esencia de lo que comprende a un líder es la capacidad de rodearse de todas las personas, recursos y capacidades que le permitan alcanzar las metas que se proponga de una manera ágil y sin conflictos. Una tarea que implica intercambiar ideas, obtener una retroalimentación y, en última instancia, inspirar a su propia dirección.