El 2017 fue un año muy complicado para Uber: su CEO y fundador Travis Kalanick tuvo que dejar su cargo, la firma fue acusada de sexismo y acoso, los usuarios pidieron borrar la aplicación por el supuesto apoyo de la compañía a Donald Trump y en general, una mala historia en los medios cada semana.
Según un nuevo artículo de Bloomberg en el que se detalla lo que pasaba a puerta cerrada en Uber, muchos de los problemas de la marca se generaron por los errores de liderazgo que comenzaban con la actitud particularmente agresiva de Kalanick y cómo ésta se filtró a diversos ámbitos de la compañía.
El artículo de Bloomberg narra cómo fueron los últimos días de Kalanick como CEO, cómo se fue reduciendo su papel en la compañía -ahora solo es miembro del Consejo Directivo de Uber- y el tipo de liderazgo que este fundador tenía (y que vale la pena conocer para poder evitarlo).
El artículo comienza narrando el encuentro desafortunado entre Kalanick y Jeff Jones (quien fuera presidente de la marca solo seis meses) respecto a la imagen pública de la Uber. “Jones y sus ayudantes argumentaban que los conductores y usuarios de Uber consideraban que la compañía estaba compuesta por un grupo de imbéciles egoístas y codiciosos. Y como de costumbre, Kalanick replicó que la empresa tenía un problema de relaciones públicas, no de cultura”, escriben los autores del artículo Eric Newcomer y Brad Stone.
Ese impulso de echar la culpa a todos lados pronto se volvió la manera de Uber enfrentar los problemas. Así se vio cuando surgió un video donde Kalanick atacaba a un conductor de Uber llamado Fawzi Kamel en el que acusaba a los choferes de la firma de no tomar responsabilidad de sus actos.
“Cuando el clip terminó … Kalanick pareció entender que su comportamiento requería alguna forma de contrición”, escriben Newcomer y Stone. «Según una persona que estaba allí, literalmente se puso de rodillas y comenzó a retorcerse en el suelo. ‘Esto es malo’, murmuró. ‘Soy terrible.’»
El posterior pago personal a Kamel por parte de Kalanick de $200,000 dólares muestra tal vez no la voluntad de arreglar los errores, sino hacer que simplemente desaparezcan. A medida que avanzaba la búsqueda para encontrar un nuevo CEO, la elección de Kalanick fue presuntamente el ex CEO de General Electric, Jeffrey Immelt. Parece que su objetivo era que Immelt mantuviera el cargo durante dos años, en cuyo momento Kalanick volvería a dirigir la empresa (al más puro estilo de Steve Jobs con Apple).
Pero incluso en su calidad de exdirector ejecutivo, parecía que los instintos que lo llevaron a su destitución seguían vivos y en buen estado: chequeos diarios con ejecutivos, y según Newcomer y Stone, Kalanick “ordenó al equipo de seguridad que investigara detenidamente el correo electrónico de un empleado para ver si esa persona estaba filtrando una historia potencialmente dañina”.
La investigación de Bloomberg pinta una imagen de alguien cuyos errores los hicieron irrelevante para la compañía que construyó. Demuestra que las estrategias que le dieron al negocio las primeras pinceladas de éxito se volvieron más perjudiciales que útiles, y hubo una falta de responsabilidad personal que le hubiera permitido a Kalanick darse cuenta de eso.