El liderazgo tradicional se relacionaba con la figura de un individuo que tenía como deber instruir a otros para que pasaran cosas de acuerdo a su visión, su percepción y su trayectoria. Hoy en día es muy distinto: las cosas pasan muy rápido y sin duda ha cambiado todo.
El liderazgo en la actualidad es total, es empoderador, es de humildad y es uno que permite a cada individuo ofrecer en servicio sus diferencias para aportarlas con un propósito mayor. Justamente, el liderazgo tiene que ver con la capacidad de reconocer y reconocerse.
Es vital reconocer sus posibilidades para aportarlas y reconocer las posibilidades de otros para que las aporten, así como estimular para que todo el grupo, todo el equipo, aporte al máximo sus posibilidades para esa causa mayor.
De ahí que el liderazgo sea generar más liderazgo, permitiendo y hasta potenciando, paradójicamente, que con él surja la oportunidad de equivocarse, para que a través de esas equivocaciones se pueda aprender a ejercer un liderazgo cada vez mayor y mejor.
Incluso, desde el punto de vista biológico los seres siguen no a quien habla más, sino a quien hace más y tiene mayor capacidad de hacer.
En tal sentido, si lo llevamos al extremo del espacio microscópico como ejemplo, la célula (sí, ese elemento pequeñito del cual están compuestos los seres vivos, incluyendo nuestra especie), tiene comportamientos que nos indican por donde pudiera ir un liderazgo natural.
En la naturaleza está claro que todo tiene su tiempo y en los procesos celulares están delimitados claramente. Sin embargo, las células tienen dos formas en las que normalmente terminan su período de funcionamiento.
La primera se llama apoptosis, en el cual la célula simplemente tiene claridad de propósito y por tanto cuando éste se ha cumplido.
Es por ello que, al culminar su función, la célula se permite acabarse y comparte sus nutrientes con las células alrededor por lo cual el organismo, que es su meta superior, se fortalece dejando un legado expansivo.
La otra forma de finiquitar el proceso celular se llama necrosis y es cuando literalmente la célula se niega a morir, se niega a terminar su período evolutivo, con lo cual al final termina muriendo igual.
Esto ocurre porque es naturaleza y trae como consecuencia que el proceso acabe también con sus nutrientes y con ello mueren todas las células a su alrededor; el organismo total se debilita y su legado por tanto es retraso o destrucción.
Escoger cómo ser y hasta cómo concluir es parte de ese liderazgo consciente, que es parte de algo mucho más grande e importante que él mismo.
El liderazgo hoy es naturaleza. El liderazgo de hoy es ejemplo, es simplemente un medio para algo más amplio y sostenible.
El liderazgo es entusiasmo creativo, contagiado, continuamente, constantemente. El liderazgo no sólo va a sacar lo mejor de lo peor, sino que va a enfocar ese mejor hacia un objetivo y adicionalmente va a generar las estrategias diversas para que ese objetivo se alcance de una u otra forma.
El liderazgo de hoy es un liderazgo humano, que apunta a lo sustentable, fomentando valores y posibilidades que permanezcan en el tiempo, para al final lograr que ese objetivo y propósito sea trascendente.
Trascendente no sólo en el tiempo, sino más importante aún, trascendente en otros.
Nadie te recordará al final ni por lo que haces o por lo que dices, sino por lo que dejas.
Maickel Melamed