por Christine Lagorio-Chafkin INC
El arrepentimiento es nuestra emoción negativa más común, dice el autor Daniel Pink. Y él lo sabe: Ha pasado los últimos años estudiando el arrepentimiento y solicitando respuestas de un estudio nacional e internacional sobre el arrepentimiento humano. Los resultados -así como muchas otras investigaciones- se incluyeron en su último libro, The Power of Regret: How Looking Backward Moves Us Forward.
Pink subraya que, aunque los remordimientos sean incómodos, no hay que ignorarlos, ni siquiera en el trabajo. «También son nuestras [emociones negativas] más transformadoras, en el sentido de que si las tratamos adecuadamente, pueden ayudarnos en toda una serie de áreas, especialmente en los negocios», afirma. «Pueden ayudarnos a tomar mejores decisiones. Pueden ayudarnos a ser mejores negociadores, a resolver mejor los problemas y a ser mejores estrategas si las tratamos bien».
El autor dijo al podcast What I Know de Inc. que hay que convertir el dolor de abordar el arrepentimiento en aprendizaje.
Un primer paso puede ser simplemente reconocerlo personalmente. O ir un paso más allá, sugiere, y revelarlo a amigos o colegas: «Revelar nuestros arrepentimientos es una forma de desahogo. Las emociones negativas son a menudo borrosas, amorfas y abstractas. Y cuando las convertimos en palabras, eso las hace más concretas y menos temibles».
Para los líderes, el beneficio puede ir más allá de la mejora personal. También puede ayudar a que sus equipos -no es broma- le guste más.
Pink explica que existe una percepción generalizada de que cuando compartimos información negativa sobre nosotros mismos (nuestros fracasos, nuestros malos hábitos, nuestras vulnerabilidades), gustamos menos a la gente. Pero es algo que 30 años de investigación han desmentido.
«Creo que hay algo saludable en que los líderes hablen de sus arrepentimientos con su equipo, y luego hablen de lo que han aprendido de ese arrepentimiento, de la lección que extraen de ese arrepentimiento y de cómo van a aplicarlo en el futuro».
Si lo hace, no sólo podrá entablar una conversación útil, sino que también podrá mejorar la comunicación en el futuro, ya que ha demostrado su vulnerabilidad como líder. Eso es un gran potencial positivo de una emoción grande, gruesa y amorfa.