Un emprendedor es, ante todo, un líder, alguien con la responsabilidad y el poder de tomar decisiones. Y entre las mismas no solo están las relativas a la idea de negocio, los productos que ofrezca o el estado de las cuentas, sino que un buen líder también debe velar porque sus empleados den lo mejor de sí mismos.
Ser un mal líder es fácil, no requiere esfuerzos. Pero para ser un líder motivador, que inspire a los demás, hay que aplicarse más, aunque los resultados merecen la pena, como señala SoyEntrepeneur: mejorará el clima laboral, y mejorará el desempeño tanto individual como en grupo.
Para lograr que los más validos den lo mejor de ellos, y que el resto no se queden atrás, hay cinco aspectos que se pueden desarrollar.
1. Motivación personalizada
Hay trabajadores talentosos que pueden estar bloqueados, por miedo o frustración, que les impiden dar lo mejor de sí mismos, ya que provocan desmotivación para hacer las tareas. Por ello, hay que tratar de aplicar una motivación personalizada a cada empleado. Consta de tres simples pasos: generar un clima de confianza, para poder hablar con libertad y tranquilidad; preguntar directamente por su problema o problemas; y convertirse en un guía que le ayude a superar esos problemas.
2. Compartir anécdotas personales
Hablar con los trabajadores sobre la forma en la que aprendió ciertas cosas de la vida o del trabajo, como se superaron obstáculos, les permite creer que las cosas son posibles. Se convertirá usted mismo en una referencia para ellos.
3. Reconocer el trabajo bien hecho
Cuando alguien haga de manera excelentemente su trabajo, o haya aplicado el máximo esfuerzo, es muy positivo felicitarle por ello. Un buen trabajo siempre debe notarse.
4. Corregir con inteligencia
Cuando un colaborador falla, hay que saber corregirlo, para no provocar desmotivación. Hay que tener tacto, hablar con él en privado, comentar los errores con tranquilidad, y buscar juntos soluciones y respuestas para que no se vuelva a repetir.
5. Convertir las metas personales en las de la empresa
Hay que esforzarse para que los empleados hagan suyas las metas de la empresa. Y viceversa, hay que tratar de ayudar a los empleados a conseguir sus metas personales, para que estén motivados.