Garret Peterson había cumplido ya 16 meses y no había pasado ni un sólo día de su vida fuera del hospital.
Garret Peterson había cumplido ya 16 meses y no había pasado ni un sólo día de su vida fuera del hospital. Sufría una afección conocida como traqueobronquiomalacia, la cual provocaba que su respiración se interrumpiera en algunos momentos. Los doctores Scott Hollister y Glen Green de la Universidad de Michigan, crearon con una impresora 3D una pieza hecha a la medida del niño que evitaba que sus vías respiratorias se cerraran intempestivamente.
La traqueobromquiomalacia provoca que en algunas zonas la tráquea y los bronquios se desarrollen con mucha debilidad, lo que ulteriormente puede causar problemas respiratorios severos. De ahí que Garret no pudiera abandonar el hospital, pues en cualquier momento podía requerir asistencia para recuperar el aliento.
Natalie Peterson, mamá de Garret, comentó:
“Podría ir de estar completamente bien a ponerse morado en treinta segundos. Era muy rápido. Daba mucho miedo […] Cuando se enojaba o simplemente con un cambio de pañal se ponía completamente morado y era terrible.”
El dispositivo creado por Hollister y Green ayudaría a Garret el tiempo suficiente como para que su tráquea se haga más fuerte. Adicionalmente, no tendrá que ser intervenido quirúrgicamente para retirárselo, pues el material se disolverá solo después de un tiempo. De acuerdo a las palabras de Green:
“Es como un escudo protector que va afuera de la tráquea y que provoca que la tráquea se adhiera a su parte interior, para que en caso de ser necesario el escudo pueda abrirla directamente”
El uso de la impresora 3D fue imprescindible, porque necesitaban manufacturar en poco tiempo un dispositivo a la medida de Garret. Paradójicamente, por tratarse de un tratamiento experimental, la autorización de la FDA en EEUU tardó más que la obtención del dispositivo.
Después de una extenuante operación de más de 8 horas, Garret por fin respira libremente y sin el peligro de ahogarse en cualquier momento.
Las impresoras 3D aplicadas a la medicina moderna ya han dado muchos frutos. Además de imprimir partes del cuerpo con materiales híbridos, algunos doctores ya han impreso piel, vasos sanguíneos e incluso órganos primitivos con células vivas. Sin duda alguna, con el tiempo casos como el de Garret se multiplicarán, y podrán corregir una enorme cantidad de problemas.
Fuente: El Sol