- Veneno de serpiente y sangre de dragón, no son probablemente los primeros nombres que asociarías con una línea de productos cosméticos para la piel.
A pesar de eso, siempre hay alguien que decide hacer una apuesta comercial de alto riesgo. Ese fue el camino escogido por Maria Hatzistefanis luego de estar muchos años en el negocio de la belleza.
Un día pensó que sus productos debían tener nombres más osados y aunque podría haberle salido mal, la estrategia funcionó.
No solo provocó un debate, sino que además, hizo que la demanda por sus productos se fuera al cielo.
Por años, la fundadora y directora ejecutiva de las marcas Rodial y Nip+Fab había preferido estrategias comerciales más seguras.
«Eso no nos ayudó mucho», reconoce Hatzistefanis.
«Pensaba lanzar un nuevo producto con el nombre ‘suero anti-arrugas‘, pero no era muy emocionante».
Efecto veneno
La emprendedora cuenta que uno de los ingredientes clave que utiliza en sus productos, replica la reacción que se produce cuando te muerde una serpiente, provocando una especie de efecto de «congelamiento de los músculos faciales».
«Un día estábamos lanzando ideas con mi equipo y como uno de los ingredientes se parece al efecto del veneno de las serpientes, les propuse que nos arriesgáramos y viéramos qué pasaba» .
«No sabíamos qué iba a ocurrir. Éramos un pequeño negocio con nada que perder», dice Hatzistefanis.
Muchas mujeres se interesaron en los nuevos productos, incluyendo celebridades que querían un tratamiento anti-arrugas.
«Vendimos todos los productos en pocas semanas. Tuvimos que llamar al almacén y pedirles que llenaran miles de botellas. Fue la locura», cuenta la empresaria de 47 años que vive en Londres con su esposo y dos hijos.
Estresada
Mientras crecía en Grecia, su tierra natal, Hatzistefanis siempre se había interesado en el tema de la belleza. Cuando era adolescente maquillaba a otras chicas y recolectaba consejos de las revistas sobre cómo cuidar la piel.
Cuando estaba en la universidad encontró un trabajo de medio tiempo soñado: escribir sobre belleza en la revista Seventeen.
Pero después de graduarse, quería vivir en Nueva York. Entonces se fue a estudiar un máster en administración de negocios en la Universidad de Columbia.
Se puso a trabajar en el banco de inversión Salomon Brothers atraída por el alto salario que ofrecía la empresa y los viajes de negocios.
Pero después de dos años en ese negocio -primero en Wall Street y después en Londres– dice que comenzó a sentirse estresada.
No le fue muy bien, hasta que en 1999 sus jefes la despidieron.
Como no quería trabajar para otro banco, decidió volver a su pasión por el mercado de la belleza.
«Siempre pensé que tenían que existir productos más específicos en este mercado», cuenta Hatzistefanis.
Soluciones para problemas específicos
Con US$28.000 en ahorros y un marido que la apoyó mientras no recibía un salario, la emprendedora creó la empresa Rodial en Londres.
El objetivo era ofrecer soluciones para problemas específicos de la piel.
Recuerda que fueron años desafiantes. Les mandaba correos a las tiendas para que vendieran sus productos, pero era difícil competir.
Después de varios rechazos, en 2001 logró comenzar a vender sus productos en comercios grandes. El negocio creció y en 2010, Hatzistefanis lanzó su segunda marca, Nip+Fab, una marca dirigida a mujeres más jóvenes y con menor presupuesto.
Pasó el tiempo, hasta que una de las famosas hermanas Kardashian publicó uno de sus productos en Instagram. Luego la empresa contrató a Kylie Jenner como embajadora de la marca.
Entonces, las ventas se dispararon. Y recientemente la modelo Sofia Ritchie se convirtió en el último rostro de la compañía.
«Disfruto lo que hago»
Las dos marcas juntas, Rodial y Nip+Fab, han conseguido numerosos distribuidores alrededor del mundo, incluyendo grandes empresas y pequeños sitios online que venden directamente a los consumidores.
Se estima que las ventas anuales de las dos marcas llegan a cerca de US$28 millones.
El éxito de Rodial y Nip+Fab se produce en medio del auge de la industria cosmética, con un mercado global de productos para el cuidado de la piel valorado en US$116.000 millones, según cifras de Euromonitor.
Por ahora Hatzistefanis no tiene pensado vender sus marcas.
«Disfruto lo que hago y me gusta tener el control de las cosas. El negocio es rentable… pero nunca hay que decir nunca».