- La historia de Elizabeth Holmes muestra todo lo que no se debe hacer. Su startup, Theranos llegó a valer usd 9.000 millones. Hoy vale 0.
Cualquiera creería que una compañía de 13 años de edad con una valoración de $US9,000 millones de dólares sería un caso de éxito que ya habría más que probado su importancia, pero el duelo entre el gobierno estadounidense y la empresa Theranos demuestra que el éxito verdadero no se mide por el dinero sino por la cultura del negocio.
La firma de biotecnología Theranos era un unicornio, es decir, una empresa que había logrado gran crecimiento y ganancias en relativamente poco tiempo (como Uber). La empresa de Palo Alto, California, desarrolló un dispositivo portátil llamado Edison que hacía análisis de sangre con solo un piquete de dedo. Esta tecnología, que prometía baterías completas de estudios sin tener que obtener tubos de sangre vía intravenosa, llevó a su fundadora Elizabeth Holmes a recaudar US$400 millones de dólares de inversionistas, valuando la compañía en US$900 mil mdd.
A finales del año pasado, el autor Steve Tobak llamó a la fundadora de Theranos “La peor emprendedora de 2015”. ¿Cómo fue que lo que parecía ser una gran historia de éxito se echó a perder?
Una historia de película
La historia de Holmes tiene todos los elementos de una película de Hollywood (de hecho, Jennifer Lawrence la va a interpretar). A los 19 años, la emprendedora abandonó la Universidad de Stanford para revolucionar la industria de diagnósticos de laboratorio (que vale US$76,000 mdd) con un dispositivo de bajo costo que diera resultados en tiempo real a los consumidores.
Eso fue 2003. Una década después, su empresa Theranos tenía convenios con farmacias de Walgreen y había reunido varios millones de inversionistas conocidos. Mientras, Holmes salía en la portada de muchas revistas, programas y páginas web de negocios, desde Fortune hasta Businessweek, donde se le reconocía como la multimillonaria modelo de la nueva generación.
Comienza la caída
Pero en febrero de 2015 las cosas empezaron a cambiar. John Ionnidis, un profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, escribió una carta a la Asociación Médica Americana donde acusaba a Theranos de usar la atención de la prensa para crear emoción en el público y no someterse a la revisión de la comunidad médica, proceso típico para cualquier innovación biomédica.
En octubre de ese año la controversia comenzó a seguir a Theranos cuando el diario The Wall Street Journal cuestionó la efectividad y precisión del aparato Edison, diciendo que exageraba sus servicios. El artículo escrito por el dos veces ganador del Premio Pulitzer John Carreyrou destruyó la credibilidad de la compañía, que respondió diciendo que Edison podía identificar hasta 240 desórdenes de salud, todo con un simple piquete. En realidad Edison solo puede procesar 15 tipos de tests.
Entonces, la presa del escepticismo se desbordó y las personas comenzaron a cuestionar la calidad y la ética de Theranos. Surgieron varias investigaciones que demostraban que gran parte de los exámenes de Edison estaban mal y que los laboratorios de Theranos no pasaban las pruebas de seguridad e higiene. Cómo la compañía nunca había solicitado una licencia sanitaria del Food and Drug Administration, la agencia decidió hacerles una visita sorpresa.
Theranos se volvió loco tratando de mejorar su metodología para agradar al departamento de higiene, pero sus esfuerzos no fueron suficientes. El 7 de julio pasado, el gobierno estadounidense le retiró las pocas certificaciones que tenía y le prohibió su CEO, Elizabeth Holmes, operar laboratorios por al menos dos años.
¿Qué significa todo esto? Que Theranos realizó análisis de sangre a miles de personas antes de tener una tecnología adecuada. Sobrevalorar las virtudes un producto no es tan grave cuando se trata de una aspiradora o una plancha, pero cuando el resultado puede alterar la calidad de vida de un paciente, es otro cantar.
Con todo esto, de frente a un escándalo que amenazaba con destruir el trabajo de su vida, Holmes decidió hacer todo lo que no se debe de hacer durante una crisis y negó que cualquier cosa estuviera mal y se dibujó a sí misma como la víctima de grandes corporaciones que no querían que ella y su producto cambiaran la industria.
Elizabeth Holmes usó la estrategia equivocada
En una entrevista con la NBC, Holmes dijo “Esto es lo que sucede cuando quieres cambiar las cosas. Primero piensan que estás loca, luego te combaten. Finalmente, cambias al mundo. Debo decir que me sorprendió que el WSJ publicara tan mal artículo…”
Esa había sido la firme postura de la compañía frente al escándalo. Incluso cuando salieron a la luz más estudios, reseñas y pruebas que demostraban la poca calidad de Edison, Holmes y Theranos mantenía que el artículo del Wall Street Journal era “poco certero, engañoso y difamatorio”, que Carreyrou buscaba hacerles daño y que muchas quejas surgieron de exempleados molestos y empresarios corruptos.
Seis meses después cambió su discurso. En una segunda entrevista con NBC, Holmes dijo “Todo lo que pasa en esta compañía es mi responsabilidad. Me siento devastada por no haber notado los errores a tiempo para arreglarlos”. Juró que trabajaría para reconstruir su laboratorio desde sus cimientos y asegurar que nunca jamás pasara algo similar.
La entrevistadora, la famosa Maria Shriver, le contestó, “Manejas una startup de salud, estás jugando con la vida de las personas. Los doctores prescriben medicinas basándose en los resultados de los análisis de sangre que dan tus aparatos. Uno asumiría que el dispositivo estaría más que perfeccionado”.
“Absolutamente”, respondió Holmes. “Y lo más devastador de todo esto es que en verdad creímos que así era”.
Tras una década de desarrollo la tecnología simplemente no funciona. Cuando la verdad salió a la luz, Holmes se dedicó a atacar a sus acusadores. Después, de la nada, decide admitir sus errores y promete arreglar sus fallos. Dice ser responsable, pero en la misma entrevista parece querer demostrar que ella realmente no sabía qué estaba pasando.
Dorothy Crenshaw, fundadora de la consultora de relaciones públicas Crenshaw Communications, indica que el caso de Holmes demuestra que “en algún punto de su historia, Theranos empezó a creer su propio PR y pensó que pronto podría alcanzar la expectativa de la gente”.
A pesar de la gran cobertura de medios y las valuaciones tan exageradas que alcanzó, la situación actual de Theranos demuestra qué pasa cuando la honestidad y transparencia no son parte del ADN de una compañía.
Si la empresa hubiera sido abierta sobre cómo funcionaba su tecnología o el hecho de que le faltaba desarrollo, no estaría acabada.
¿En cuanto a Holmes? De acuerdo con Forbes, la valuación de la joven CEO pasó de US$4.5 mil millones de dólares a cero ya que, tras cambiar su estimación de valor de la empresa de US$9,000 mdd a US$800 millones, se dio a conocer que Holmes posee acciones comunes, lo que significa que recibiría dinero solo hasta que los inversionistas hubieran recobrado su capital.