por Bret Waters*
Probablemente uno de los ejemplos más famosos es el de la música digital. A principios de los años 2000, los universitarios se dedicaban a compartir descargas de música «ilegales», y las discográficas se dedicaban a demandar a los universitarios y a forzar la quiebra de Napster. Steve Jobs vio en ello una oportunidad, creó iTunes y consiguió que todas las grandes discográficas aceptaran firmar por 1 dólar/descarga, convirtiendo un mercado clandestino en un negocio de mil millones de dólares. iTunes engendró Pandora, que a su vez engendró Spotify. Y ahora estamos aquí.
Los mercados grises florecen cuando la demanda de los consumidores se adelanta a la ley. Mucha gente alquilaba habitaciones en contra de las leyes locales; llegó Airbnb y lo convirtió en un negocio de 4.000 millones de dólares. Muchas empresas de automóviles privados se saltaban la opresiva normativa del taxi; llegó Uber y lo normalizó con 12.000 millones de dólares.
Los mercados grises siempre han existido en el negocio de los valores, especialmente en lo que respecta a los empleados de empresas tecnológicas que tienen opciones sobre acciones privadas y quieren vender algunas. Nuevas startups como EquityZen están trabajando para dar luz a esta oportunidad.
En toda América Latina existía un gran mercado informal de personas que hacían recados por ti. Tres chicos de Colombia fundaron Rappi para formalizar este mercado. Consiguieron 1.000 millones de dólares de SoftBank y ahora son una de las empresas de más rápido crecimiento en toda América Latina.
En mi trabajo con el Centro Miller para el Emprendimiento Social, hemos graduado a varias empresas de microfinanzas exitosas, reemplazando a los usureros depredadores en el mundo en desarrollo con servicios financieros normalizados.
Así que cuando busques una oportunidad empresarial, piensa en los mercados grises. Los que están floreciendo suelen ser indicadores de que la demanda de los consumidores va por delante de los reguladores y los titulares. Hay oro en esas colinas.