No sólo es difícil decidir emprender un proyecto, definir la idea, el producto o servicio, pensar qué nicho de mercado es tu target y además identificar a tu cliente ideal, crear el marketing y el posicionamiento…
Todo esto es parte fundamental a la hora de emprender, pero quizá lo más difícil es realmente comprometerte con tu proyecto y tomar esas decisiones que tienen un gran impacto en tu vida personal y también profesional.
Cuando estás emprendiendo las decisiones que tomas, son una fuente constante de frustración y también de crecimiento.
Y precisamente esas decisiones “difíciles”, son las que separan a los emprendedores de “éxito” de los que se frustran, se paralizan ante ellas y finalmente, por presión, propia o externa, tiran la toalla.
Decidir y qué decidir…
Cuándo decides emprender un proyecto y sobre todo cuándo lo estás haciendo por tu cuenta, sin ayuda o incluso sin el apoyo de tus seres queridos, te enfrentas a muchas decisiones difíciles.
Algunas decisiones las tomamos sin pensar, otras las meditamos demasiado y otras, son vitales para nuestro futuro.
Cuando estás emprendiendo te enfrentarás a estas tres decisiones difíciles:
1. Decidir: Dejar o no tu trabajo
Esta es probablemente la decisión más difícil que tendrás que tomar cuando emprendes un proyecto.
Y por ello debes fijar tus prioridades y tus necesidades.
Mi experiencia es que al principio debes compaginar proyecto y trabajo, creo que casi todos los emprendedores que conozco lo hemos hecho así.
Trabajas por el día, trabajas por las noches, trabajas los fines de semana, sacas tiempo de dónde no lo hay y tienes la prioridades claras, es eso de “sembrar hoy para recoger mañana”.
Eso sí, en cuánto empiezas a generar ingresos y ver la luz en tu proyecto, haz el cambio.
Si tu proyecto es viable incluso cuando no le dedicas el cien por cien de tu tiempo, será todavía más viable cuando estés totalmente centrado en el.
Si estás ahora en fase de buscar trabajo y quieres emprender, mira tu situación como una oportunidad para dedicar el máximo tiempo posible a tu proyecto. Sin dejar la búsqueda activa de trabajo.
2. Decidir: Invertir o no, tu tiempo, tu dinero y tu “alma”
Me encuentro con muchas emprendedoras que no saben si comprometerse al cien por cien con su proyecto.
Creo que si no eres capaz de dar lo mejor de ti para intentar que salga a flote tu idea, es mejor no emprender.
Un proyecto es como una relación, para que funcione te tienes que comprometer.
Eso significa invertir tu tiempo, todo el que puedas, invertir tu dinero, el que sea necesario ( invirtiendo en las cosas importantes y con cabeza, y esto no significa necesariamente mucho dinero), y poner tu alma en el empeño.
3. Decidirte: Rendirte o seguir
Las dos decisiones anteriores son difíciles justo antes de emprender, esta es la más difícil cuando ya has emprendido y no sabes si es el momento de tirar la toalla y rendirte o seguir.
Se sincero contigo mismo y que antes de rendirte asegúrate de que hayas agotado todos los recursos, hayas pedido ayuda a quien te la puede dar, hayas aprendido los conocimientos que te faltaban y hayas hecho y probado las cosas de manera diferente.
Si aún así, no funciona, decide emprender un camino diferente.
Que una vez no haya funcionado, no significa que TU no puedas hacerlo, significa que has validado esa idea de proyecto, como no válida…