Emprender con constancia es un excelente ejercicio para aprender a ser noble sin ser tonto.
Emprender es un camino que comienza en abstracto. Puede surgir como un sueño, presentarse como una inspiración o aparecer como idea. Luego, el emprendimiento sigue su camino natural a través de los procesos y pasos necesarios para bajarlo al plano de la realidad. Una vez iniciado el camino ya no podemos hacer otra cosa que andarlo sin tener idea cierta de adonde nos llevará.
Cristóbal Colón quería conseguir especias en la India y terminó descubriendo América. Por accidente Fleming descubrió la penicilina, George de Mestral lo hizo con el velcro, el Dr. John Pemberton con la Coca Cola y lo mismo pasó con el Viagra, los fósforos, el horno a microondas, la sacarina, la radiografía y tantos otros inventos.
Seguramente Elon Musk, Jeff Bezos, Richard Branson, Steve Jobs y tantos otros tenían como meta primaria cambiar para mejor el mundo; el éxito y los millones fueron la consecuencia y no el objetivo para ellos.
Ya sea que alcancen la cima por casualidad, accidente o consecuencia todos los emprendedores que lo logran tienen en común ser preparados, con confianza en sí mismos, conscientes de sus talentos y debilidades, fortaleza interior y perseverancia, entre otras cualidades.
Sin estos componentes internos las posibilidades de éxito se reducen notablemente.
Preparate siempre como si recién empezaras, se curioso, constante, paciente y flexible. Alimenta tu fuego interior todo el tiempo y aprende a ser generoso.
Tal vez, la mujer de este cuento te sirva como ejemplo para comprender que emprender con constancia es un excelente ejercicio para aprender a ser noble sin ser tonto.
“Once personas se aferraban a la misma cuerda que colgaba de un helicóptero, diez hombres y una mujer. La cuerda no era suficientemente gruesa como para soportar el peso de todos, por lo que decidieron que una persona debía soltarse, de otro modo todos caerían. No lograban elegir quién sería esa persona, pero entonces, la mujer con voz firme, anunció que se ofrecía a hacerlo voluntariamente para soltarse de la cuerda. Después de todo, dijo, estaba acostumbrada a relegar sus intereses propios, ya que:
-Como madre, siempre daba prioridad a sus hijos.
-Como esposa anteponía los intereses de su marido a los propios.
-Como hija, se doblegaba ante su padre.
-Como profesional permitía que su socio obtuviera el crédito por sus logros.
Como mujer, dijo alzando la mirada al infinito y poniéndose una mano sobre el corazón; su misión era sacrificarse por los demás sin esperar nada a cambio. Eufóricos de emoción, los diez hombres aplaudieron y al hacerlo se soltaron de la cuerda cayendo al vacío”.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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