¿No te han dado alguna vez ganas de trepar a un árbol? ¿O saltar desde un lugar alto? ¿De correr y gritar? ¿O simplemente ponerte a jugar? A mí, muchas veces, pero generalmente me quedo con las ganas y la respuesta es una sola: dejé de sentirme un chico.
Más allá del mercado, de los planes de negocios y las coyunturas económicas, creo que muchos emprendimientos fallan porque sus creadores han perdido también la capacidad de actuar como un niño.
Sentirse y actuar como un niño en un emprendimiento no significa ser irresponsable, desenfrenado o inocente.
Significa, por ejemplo, no dejarse atar por el miedo. También quiere decir autoconfianza y capacidad para actuar. Tener la capacidad de los chicos para visualizar ideas y proyectarlas hacia delante.
Se trata de reconocer que el plan de negocios, más allá de su importancia, es solo una planilla de cálculo, porque un chico no sabe de papeles. Se mueve con intuición, flexibilidad y es pura energía. De sentir que no hay nada imposible y que es cierto aquello de “Creer es crear”.
No era nada difícil. Uno podía emprender la defensa del mundo poniéndose una frazada sobre los hombros y siendo Superman. Con la tapa de una olla podíamos manejar el auto más veloz. Un par de medias enrolladas era la pelota que usó Maradona en el gol a los ingleses. Sólo era cuestión de tener una idea para que se haga realidad.
¿Cuándo dejamos de ser así? Cuando comenzamos a crecer y convertirnos en adultos y entramos en el reino del “No”. “No puedo”, “No tengo tiempo”, “No tengo dinero”, “No estoy seguro”, “No es nada fácil”, etc.
¿No te pasó enterarte de un negocio exitoso que hizo otro y decir: “pensar que se me ocurrió algo igual hace 10 años”?
La única gran diferencia entre el negocio actual y tu idea antigua es que el emprendedor que la llevó adelante actuó más como un niño que vos. Tuvo la idea y actuó, intuyó y accionó. Su fuerza fue más grande que sus dudas
Ya sabes. Si querés hacer realidad tus sueños empezá por recuperar el espíritu del niño que fuiste y que aún guardas en algún rincón del corazón. Y una vez que te vuelvas a sentir como un chico, acordate de lo que te dijo Walt Disney: “Si lo puedes soñar, lo puedes hacer”.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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Te luciste con esta nota; me conmovió y hasta te pude imaginar como niño,con la tapa de la olla corriendo el auto más veloz . Gracias por el vuelo.