En el mundo del capital de riesgo, los negocios cuyos propietarios son latinos son más raros que los unicornios de 1.000 millones de dólares.
Solo cerca del 1% de todos los negocios que son propiedad de latinos y que se iniciaron entre 2007 y 2012 en Estados Unidos recibieron capital de riesgo o un padrino inversor, según un informe de la Escuela de Postgrado de Negocios Stanford, que encuestó a 1.800 negocios aproximadamente.
Una gran razón: para empezar, muy pocas firmas que son propiedad de latinos están siquiera entrando por las puertas de las firmas de capital de riesgo.
De todas las firmas que recibieron financiación de capital de riesgo, el 87% fueron fundadas por personas blancas, según un informe de CB Insights. Las empresas que son propiedad de asiáticos se colocaron en un distante segundo lugar, con 12%, mientras que las compañías propiedad de personas negras representaban una pequeña astilla del 1%. CB Insights dijo que la encuesta no mostró una cifra para las empresas que son propiedad de latinos.
Jeff Wasson, un socio en una firma de capital de riesgo, Boost VC, dijo que él ha financiado compañías con fundadores de todo el mundo, entre ellos India, Pakistán, Europa del Este e Israel. Pero dice que los fundadores latinos son una variedad rara.
«Quizás hay razones que no puedo ver y que le están cerrando las puertas a las personas, que los están haciendo que se rindan antes de que siquiera lo intenten», dijo.
Ese es exactamente el problema, dice Carolina Huaranca, la nueva directora de capital de riesgo de Kapor Capitals.
«Para mí es muy importante comunicar que el financiamiento de capital de riesgo debería ser accesible, incluso si no tienes un linaje de la Liga Ivy». –Carolina Huaranca, Kapor Capital.
«Hay una tubería con fugas en lo que respecta a la tecnología para los latinos. Hay asuntos de educación y acceso, incluso antes de que entremos en la financiación», dice ella.
Huaranca dice que una gran razón para esto es un sistema educativo inadecuado. Muchas de las escuelas a las que asisten estudiantes latinos están mal financiadas, superpobladas o ambas, dijo ella.
En 2014, la tasa de deserción escolar secundaria para los latinos era del 10,6% según el National Center for Education Statistics (Centro nacional de estadísticas de educación). Mientras que esa es una enorme mejora desde el 2000 –cuando la tasa de deserción era del 28%– esta todavía está muy por encima del promedio nacional del 6,5%.
Y un reciente análisis del Centro de Investigaciones Pew de datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos descubrió que los estudiantes universitarios hispanos tienen menos probabilidades que sus contrapartes blancas de inscribirse en una universidad de cuatro años, menos probabilidades de asistir a una universidad selectiva y menos probabilidades de completar los estudios para obtener una licenciatura.
Para aquellos que se gradúan, Huaranca dice que muchos de ellos no buscan carreras en tecnología ni tienen las conexiones necesarias para iniciar un emprendimiento.
Para ayudar a abrir la puerta para las personas jóvenes de color, Kapor creó el Level Playing Field Institute (LPFI), una organización sin fines de lucro que maneja programas gratuitos como Summer Math and Science Honors (SMASH).
El programa intensivo de preparación para la universidad STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), el cual empezó en California, trae a los jóvenes de noveno grado a vivir en un campus universitario durante cinco semanas y los introduce a todo desde cómo empezar su propia compañía hasta cómo entrar al campo del capital de riesgo.
«Estos chicos están siendo expuestos tempranamente y estamos trayendo a latinos que trabajan en tecnología», dijo ella. «Estamos trayendo personas que se parecen a ellos».
Este verano, el programa se está expandiendo a Morehouse College, una universidad históricamente negra situada en Atlanta, Georgia. Morehouse es la quinta escuela en unirse a SMASH y la primera ubicada fuera de California.
Pero, como Huaranca señala, la educación solo es parte de eso.
Debido a la inseguridad económica que muchas familias latinas han experimentado en Estados Unidos, ellos a menudo tienden a ser reacios a arriesgarse, explicó. «Cuando obtuve un trabajo en Wall Street (mi familia estaba) muy contenta y lo celebró. Cuando les dije que iba a un emprendimiento sin nombre, te puedes imaginar cómo podrían reaccionar muchas familias«, dijo.
Además, la estrechez de Silicon Valley puede crear sus propios problemas.
«Cuando llegué a Valley visité a un amigo en una compañía de tecnología», dijo Huaranca. «Había una gran fiesta con buffet, y cuando estaban limpiando, alguien me dio un plato».
Únicamente el 2% de los directores de empresas de capital de riesgo con puestos en los que se toman decisiones son afroamericanos o latinos, según National Venture Capital Association (Asociación nacional de capital de riesgo).
Antes de unirse a Kapor, Huaranca había fundado un emprendimiento y recuerda haberlo lanzado a las empresas de capital de riesgo, las que principalmente contaban con hombres blancos. Ella dice que ellos no se refieren a ella como una latina.
«Ese es un problema cuando alguien como yo no está del otro lado de la mesa», dijo. «En lugar de hablar de cómo estábamos monetizando nuestro producto, pasé un tiempo valioso educando a la gente».
Ahora, ella está del otro lado. Y ella está feliz de estar en Kapor, la cual solamente invierte en emprendimientos que establecen metas «apropiadas» de diversidad. Ellos también deben invertir en recursos para mitigar el sesgo en la selección, contratación y empleo, entre otros criterios.
Huaranca dice la cartera de la empresa cuenta con una diversidad de más del 50%.
«Fundadoras femeninas, latinos y negros están creando compañías en base a sus experiencias«, dijo.
Plaza Pre-K, por ejemplo, es una empresa propiedad de latinas que vende un producto que traduce la tarea para los padres que no son competentes en inglés con el fin de que puedan ayudar a sus hijos con las tareas.
«El inversionista tradicional de Silicon Valley no está pensando en eso», dijo Huaranca.
Octavio Blanco