Banqueros centrales dicen que el éxito del bitcoin y de otras criptomonedas es sólo una burbuja. Pero los mantiene despiertos por la noche porque el dinero privado amenaza su control del sistema bancario y de la oferta monetaria, lo que podría menoscabar las políticas que usan para equilibrar la inflación.
Además, les preocupa que se les culpe por un desplome del mercado,ahora que el bitcoin rompió la barrera de los 8 mil dólares por primera vez y tras un alza de un 50 por ciento en ocho días.
Es la razón por la que varios bancos centrales están abogando por regulaciones. Otros incluso están considerando su propia moneda digital y están probando plataformas de pago.
«El problema con el bitcoin es que podría reventar fácilmente y a los bancos centrales se les podría acusar de no hacer nada», dijo a Reuters el director de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), Ewald Nowotny.
«Estamos tratando de ver si la actividad bancaria en relación con la negociación de criptomonedas debe regularse mejor», agregó.
El mercado global de criptomonedas tiene un valor de 245 mil millones de dólares, muy pequeño en comparación con los billones de dólares de los balances generales del Banco de Japón, la Reserva Federal de Estados Unidos o el BCE.
Los bancos centrales emiten yenes, dólares estadounidenses y euros, tanto en efectivo físico como a través de crédito en las cuentas de los bancos.
Las criptomonedas, sin embargo, no están centralizadas. No pasan por los bancos regulados ni los sistemas de pago tradicionales. En cambio, a menudo usan cadenas de bloques, una contabilidad en línea de transacciones que se mantiene en una red de computadoras anónimas en internet.
La situación ha despertado inquietud por su vulnerabilidad a ataques informáticos -como ha quedado en evidencia tras varios incidentes en los últimos meses- y porque se usen para financiar delitos.
Por estas razones, y por su baja adopción en comercios, los bancos centrales han calificado a las criptomonedas como productos riesgosos sin influencia en la economía real.
«El bitcoin es una especie de tulipán», dijo el vicepresidente del BCE, Vitor Constancio, en septiembre, y lo comparó con la burbuja financiera holandesa del Siglo XVII. «Es un instrumento de especulación»
Curso Legal
China y Corea del Sur, donde la especulación con criptomonedas es popular, prohibieron la recaudación de fondos a través de emisiones, en las que se vende una nueva criptomoneda para financiar el desarrollo de un producto.
El Banco Central de Rusia dijo que bloquearía sitios web que venden bitcoin y sus rivales, mientras que el BCE informó a legisladores de la Unión Europea el año pasado que «no deberían (…) promover el uso de monedas virtuales porque podrían «afectar en principio el control de los bancos centrales» sobre la oferta de dinero y la inflación.
Sin embargo, Japón reconoció en abril al bitcoin como una moneda de curso legal y aprobó a varias empresas que se registraron como operadores de criptomonedas.
El BCE, el Banco de Japón (BOJ) y el Bundesbank alemán ya están probando cadenas de bloques y admiten que podrían tener un uso como medios de pago.
El BOJ creó el año pasado una área a cargo de tecnología financiera para ofrecer orientación a los bancos que buscan nuevas oportunidades comerciales, además se unió con el BCE para estudiar la contabilidad distribuida (DLT por su sigla en inglés) como las cadenas de bloques o blockchain.
Ambos llegaron a la conclusión de que el sistema no estaba lo suficientemente maduro como para alimentar los sistemas de pago más importantes del mundo.
Tibios
Los bancos comerciales hasta ahora han sido tibios en su recepción a las monedas digitales existentes.
Pero como los pagos electrónicos ya han suplantado al efectivo están alertas ante el peligro de perder negocios si sus clientes deciden cambiarse a monedas digitales.
Por esta razón, el gigante bancario suizo UBS encabeza un consorcio de seis bancos que intenta crear su propio efectivo digital, equivalente a cada una de las principales monedas respaldadas por bancos centrales.
Esto permitiría a los mercados financieros realizar pagos y liquidar transacciones más rápidamente, pero a la vez plantea riesgos para el rol de los banqueros centrales como guardianes del sistema bancario y de pagos.
«Podríamos despertarnos un día y ver que la mayoría de los grandes bancos han sido eviscerados y que la mayoría de esa actividad se ha ido a otro lado», dijo a Reuters el presidente de la Fed de St. Louis, James Bullard, en una entrevista reciente.
Esto podría provocar una crisis financiera si los reguladores pierden de vista la actividad, añadió.
Algunos bancos centrales como el Riksbank de Suecia y el Banco de Inglaterra están considerando los beneficios de introducir su propia moneda digital.
Los poseedores del dinero tendrían un derecho sobre el banco central, al igual que quienes ahora tienen billetes, pero sin el inconveniente de almacenar grandes cantidades de efectivo.
En Suecia, donde la mayoría de los pagos comerciales son electrónicos, el Riksbank dijo que estaba considerando una e-corona (e-krona) para pequeños pagos entre consumidores, compañías y autoridades.
«Una e-corona le daría al público en general acceso a un complemento digital del efectivo garantizado por el Estado y varios proveedores de servicios de pago podrían conectarse al sistema e-corona», dijo el Riksbank.
Una moneda digital de un banco central también puede cambiar la política monetaria, permitiendo que los emisores inyecten directamente liquidez a la economía real, evitando al sector financiero si quieren acelerar la inflación.
La tecnología podría ayudar a que la política monetaria sea más eficaz, según un estudio de economistas del Banco de Inglaterra.
Pero también podría ser un riesgo si los depositantes quieren convertir sus depósitos en dinero del banco central durante una crisis bancaria, agravando una corrida en los bancos comerciales.