Un hombre mayor va a la iglesia local a confesarse. Cuando el sacerdote abrió el tablero del confesionario, el hombre dijo:
– Padre… Durante Segunda Guerra Mundial, una mujer bonita golpeó a mi puerta y me pidió que La escondiera del enemigo. Así que yo la escondí en mi altillo.
– ¡Esa fue una cosa maravillosa que has hecho, hijo -contestó el sacerdote – No tienes la necesidad de confesar eso.
– No Padre, es que ella empezó a agradecerme con ‘favores sexuales’.
– Estando en gran peligro y bajo esas circunstancias, dos personas pueden ser muy tentadas a actuar así. Pero si lo sientes verdaderamente, estás perdonado de hecho.
– Gracias, Padre. Ésa es una gran carga que le saca a mi alma . Pero tengo una duda más.
– ¿Y cuál es, hijo?
– ¿Cree que debería decirle que la guerra ha terminado? ….