No importa el sexo, la raza o la nacionalidad; los jeans son la prenda global por excelencia.
Y como todo icono, tiene sus curiosidades.
El origen
La historia de los jeans se remonta al siglo XIX en el año 1853 cuando, en plena fiebre del oro, el alemán Levi Strauss decidió instalarse en San Francisco con el fin de abrir un local para vender tiendas de campaña a los mineros. Allí descubrió que los buscadores de oro preferían dormir a la intemperie y, sin embargo, tenían que resolver un problema con sus pantalones: la rudeza del trabajo, más el peso de las pepitas que cargaban en sus bolsillos, hacían que se rompieran constantemente. Strauss aprovechó el denim marrón de las carpas y diseñó un modelo de overol a la cintura. Luego uno de los clientes de Levi Strauss, un sastre que le compraba rollos de tela llamado Jacob Davis, cansado de comprar tela para remendar los pantalones rotos, pensó en reforzarlos con remaches de cobre en algunos puntos de especial tensión, tales como los extremos de los bolsillos o la base de la bragueta. Como Jacobs no tenía dinero para patentar la idea, le propuso a Levi hacer negocios juntos y el 20 de mayo de 1873 recibieron la patente #139,121 de la Oficina de patentes y marcas estadounidense y nació el jean tal y como lo conocemos.