Como sucede cada año, la ciudad francesa de Lyon preparó sus fiestas de verano, aunque esta vez, no pudo escapar a la polémica, y todo por una decena de almohadones de terciopelo rojo.
Cada uno de estos almohadones, que emite sonidos diferentes, debía instalarse sobre los bancos del parque de la Cabeza de Oro. Hasta aquí todo normal salvo por un detalle: cuando se apoya la cabeza, el almohadón emite un cuento erótico.
"Cada almohadón cuenta una historia íntima, basada en el amor y la sensualidad", explicó a la agencia AFP el artista Maryse Bodet, de la Compañía de los Almohadones Rojos, para quien, "dos o tres textos son un poco más eróticos, tampoco van más allá".
La alcaldesa lionesa, Nicole Chevassus, no opina lo mismo. Para ella, son "muy sugestivos". "Algunos textos evocan a una prostituta que atiende a un cliente, o incluso muñecas inflables", dijo. "Eso no es para los oídos de todo el mundo", aseguró.
Tras negociar con la empresa, la funcionaria ha logrado que se ponga en cada uno de los almohadones cuestionados una etiqueta con la mención: "Para oídos despabilados".