por Dr. Horacio Krell*
El Mundial de Qatar generó un desafío en la familia de Sebastián Filoramo, un chico venezolano que es ciego de nacimiento. La cuenta de Instagram de este joven venezolano de 12 años, se acerca a los 300 mil seguidores y muestra que los desafíos son una constante para llevar una vida parecida a la de cualquier otro niño, enfrentando creativamente su discapacidad.
Sebastián comparte tutoriales sobre cómo llevar una vida autónoma y plena. El fútbol no fue la excepción. Gracias al ingenio y su máquina para escribir en Braille, fue uno más en la lucha por completar el álbum de figuritas y se convirtió en fan de la selección argentina, gracias a su cancha táctil que su padre mandó a construir como un tablero en relieve con la forma del campo de juego, con lo que logró vivenciar, con sus manos, lo que otros miraban en la pantalla.
Es una cancha dibujada en una tabla, pero con relieves. Mi amigo Manuel, dijo Sebastián, me va moviendo las manos de acuerdo al movimiento de los jugadores y la pelota, y así veo el partido.
El registro de cómo vivió el partido con Francia tuvo 380 mil reproducciones y el gol de Messi a México acumula 390 mil. Uno de sus videos pregunta: ¿Quién dijo que un ciego no puede disfrutar la pasión del fútbol? Aunque lleva más de un año mostrando cómo hace para no quedarse con ganas de hacer algo, sus contenidos comenzaron a masificarse hace poco.
Fue con un video sobre cómo hace para pintar y distinguir los colores. Todo está pensado a modo de tutorial. Cuenta cómo con botones de diferentes formas en las prendas diferencia los colores, cómo otro ciclista lo guía para salir en bicicleta, etc. Lo que más me gusta es motivar a las personas, pero aunque sienta que no tiene límites se le oponen infinitas barreras.
Los menús, por ejemplo, no están en Braille. Tampoco están señalizados los baños, faltan rampas y la mayoría desconoce el lenguaje de señas. Hay también barreras sociales. Para interactuar con alguien ciego, les sugiere a las personas que no sientan pena y que, cuando vean a alguien en la calle con bastón, intentando cruzar la calle, le ofrezcan ayuda.
El mensaje de Sebastián es siempre el mismo: “Si puedes soñarlo, puedes lograrlo” y sigue poniéndose nuevas metas como aprender a jugar al fútbol y a nadar. Pero también tiene sueños a largo plazo. Sueña con ser programador para diseñar programas que ayuden a las personas ciegas, conferencista, para motivarlas y como le gusta la música, sueña con ser cantante.
Pasamos el 30% de nuestra vida durmiendo y el 10% soñando
Walt Disney dijo “si lo puedes soñar lo puedes hacer”, por eso aprender a soñar puede cambiarnos la vida.
En la antigüedad los sueños eran importantes, algunas guerras se realizaron por ellos.
El sueño produce descanso muscular y cambio neuronal: se paraliza la conciencia y se suspende el ejercicio de la voluntad. El sueño refuerza la memoria y aquello que se necesita aprender.
El sueño vivencial ocurre en el período Rem (rapid eyes movements). Es un ciclo ya que primero ocurre el no rem y luego el rem. El sueño no rem es lento, sincronizado, ortodoxo, sin imagen. El rem es rápido, visual, es el que se recuerda al despertar.
Su función psicológica
El sueño significa algo. Allí el hemisferio derecho intenta burlar el control del aparato consciente que nos regula y nos censura aun estando dormidos. La vía de escape es no presentar hechos sino sus representaciones. Uno sabe que soñó pero no puede interpretar el significado. Hay un deseo inconsciente que no pudo ser realizado por el YO.
El sueño es un intento fallido de concretarlo. Cuando aparecen repetidos y traumáticos son una señal de que el sistema onírico necesita la ayuda externa de un psicoanalista.
El buen sueño es el que logra armonizar los contenidos amenos con los traumáticos para asegurar el descanso. Se recuerdan mejor los sueños con más carga emocional aunque el Yo intentará olvidarlos. Son los que hacen el ciclo completo, con el remate del ciclo rem.
El bienestar en la noche es la condición del bienestar diurno. El sueño es como una pieza arqueológica, a través de las ruinas se edita una historia olvidada que permite entender el presente. Hay que programarlos para cumplir el deseo, si lo puedes soñar lo puedes hacer.
Tipos de sueños
Hay sueños comunes o típicos que se repiten en diferentes personas, sueños lúcidos o conscientes donde el soñador se da cuenta de que es un sueño y hasta puede orientarlo. El sueño acompañado de pesadillas revela un estado emocional. Los sueños recurrentes denotan que hay un problema sin resolver. Sueños proféticos o premonitorios son los que pronostican el futuro, en ellos la mente reorganiza la información y la observación.
Un sueño generó el “Principio de Arquímedes”: todo cuerpo sumergido experimenta un empuje igual al peso del líquido que desaloja. Hierón, monarca de Siracusa, entregó a un joyero oro y plata para hacer una corona, pero desconfió de su honradez y pidió a Arquímedes que lo investigara. Arquímedes de día no encontraba la solución, pero al dormirse en la bañera, el agua se derramó y se produjo una asociación repentina. Se despertó sobresaltado y dedujo que ante la resistencia del agua el cuerpo parece pesar menos. Salió desnudo gritando ¡Eureka! ¡Lo encontré! Pesó la corona en el agua y descubrió el engaño.
Cómo aprender a soñar
En el sueño el hemisferio lógico se retrae y el creativo está a sus anchas. Los sucesos, más un deseo insatisfecho, disparan el sueño creativo, entonces uno puede echarse a dormir. El inconsciente se activa al consultar el problema con la almohada.
Está todo listo para que surja la idea que lo resolverá. A veces la solución se borra. Hay que tener el celular a mano para grabar la idea, en estado de conciencia es fácil que se pierda.
Lo primero que hay que hacer al despertar es intentar recordar lo soñado. Si otro pensamiento se cuela, perderemos el recuerdo. Llevando un diario de los sueños sabremos controlarlos.
Es divertido: sirve para generar ideas, resolver problemas, conocerse, y superar conflictos.
Al identificar sus signos se puedan manipular. Para el psicoanálisis el recuerdo es el contenido manifiesto, hay que investigar el contenido latente que lo genera.
El cerebro que sueña no es un cerebro inactivo. Sorprende al soñante y revela una realidad oculta. La pregunta clave es si los sueños anticipan, engendran obras, movilizan o estimulan.
Para aprovechar los sueños hacen falta inspiración y trabajo. Al inducirlos se predispone la liberación de potencias ocultas, el sueño remite a una pasividad y a un vacío propiciatorios.
El vaticinio vincula el sueño y el arte. La creación post sueño es una copia de lo inaccesible.
Aprender a soñar y crear
Para crear hay que traducir las asociaciones en ideas, es un trabajo de parto. El inconsciente se manifiesta con más facilidad, desaparecen los bloqueos y las ensoñaciones ayudan a elaborar el deseo. El sueño creativo es inducido por un problema no resuelto que reclama la atención, luego si el deseo es grande el obstáculo cederá. Por eso los grandes creadores los valoran. Es la frase de Disney: “Si lo puedes soñar lo puedes hacer”
El futuro no existe por eso debes inventarlo
Por lo tanto sueña, imagina, proyecta, desea y construye. Habitarás el futuro si logras convertirlo en presente. Una ilusión social se activa si todos tiramos para el mismo lado. Si cada uno hace bien lo suyo el equipo funciona.
Un final infeliz
Cuando las cosas empiezan a ir mal la incompetencia las acentúa porque el que cree sus propias mentiras no advierte las trampas y peligros que provoca con su propia política.
En 1945 el premio Nobel de economía Paul Samuelson creyó que Argentina sería la próxima potencia. No sabía que los políticos aplicarían la receta: «a país rico gobierno populista».
Por eso Argentina no fue la Noruega latinoamericana. Siendo el 58 entre 65 países en educación es previsible cómo será su futuro. La solución argentina es dejar de creer en políticos y empezar a creer en la POLÍTICA que hizo grandes a países como Finlandia donde la estrella de la sociedad es el maestro. Crear un proyecto país administrado por señores honestos que nadie conoce y que no se hacen ricos y famosos de la noche a la mañana.
Como dijo Vargas Llosa: «Un pueblo educado no puede ser engañado».
Dirigir un país entraña responsabilidades para las cuales pocos están preparados. Napoleón terminó agobiado física y emocionalmente, Eva Perón con un cáncer fatal a los 33 años.
Cuando se diagnosticó el tumor de Hugo Chávez ya era tarde, se había expandido. El tema es cómo se manejó la enfermedad. Chávez optó por el secreto médico. Creyó que así iba a poder vencer a la enfermedad. El médico personal de Chávez, el doctor Salvador Navarrete, intentó poner a salvo su responsabilidad, y dijo «Chávez tiene para dos años de vida». Y no se equivocó. Navarrete tuvo que exilarse en España.
Los que dieron la información sobre la mala evolución de la enfermedad sufrieron el descrédito. Al priorizar el secreto político, se privó de consultas en centros de primer nivel. Cuba no es un lugar de liderazgo en ciencia médica. Con el ocultamiento creyó que podía vencer la enfermedad, pero empeoró la forma de enfrentarla. Es una demostración de lo que es la enfermedad del poder. Que muchas veces, mata.
La estimación médica no es exacta en sus tiempos. Para el populismo lo que intenta es embarrar la cancha. Su peor enemigo es la realidad, que suele tardar pero siempre llega.
La ideología es la que clausura la razón y la emoción. Con otro sueño, con una visión distinta, lo que parecía imposible se torna inevitable. El fracaso y el éxito enseñan si sacamos partido del espejo que miramos. Si le ponemos orden, planificación, estrategia, convicción, proceso, método, rigor, roles, prudencia, sensatez y liderazgo.
El aprender a leer es el sueño más hermoso que ha cumplido el ser humano. Como dijo Mario Vargas Llosa: “El aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida. Casi 70 años después recuerdo con nitidez esa magia de traducir las palabras en imagines”.
Si la celebración es sanación quedará grabado en la memoria que el fútbol mostró que los argentinos en ese momento histórico leímos de otro modo y fabricamos una torre de Babel cuya lengua fue la pelota. Es la hora de pensar en que si sólo ganamos un Mundial o si se trató de un evento que nos sirvió para diseñar el renacimiento del sueño de esa Argentina potencia que fuimos hace 100 años para que, con el esfuerzo mediante, podamos volver a reconstruirla