Todo parece volver a empezar. Todo parece nunca acabar. Cuando el inversor se acostumbra a convivir con la crisis y la histeria de los mercados financieros
Hoy: “¡Se aprobó el paquete de ayuda!” Es tiempo de ser bullish, pienso que el mercado es una oportunidad única.
Mañana: “El efecto contagio se expande a economías más grandes y los mercados acusan el impacto”; No sé muy bien qué hacer, ¿será momento de comprar o vender?
Pasado mañana: “Renuncia fulanito y descomprime la tensión en los mercados”; Ahora sí, ésta es mi oportunidad, estoy decidido.
El día después de pasado mañana: “Los rendimientos de los bonos del país X suben fuertemente, hay dudas”; ¿Qué hago?, este mercado me está matando.
Lo anterior describe a la perfección las sensaciones y los ánimos de muchos inversores, no solo a nivel doméstico, sino también a nivel global.
Toda esta psicomanía tuvo sus inicios a fin del año 2007, con el colapso del mercado hipotecario en los Estados Unidos y su contagio generalizado a todo el sistema financiero global. La intervención, con firmeza y decisión, de los principales bancos centrales del mundo parecía que encarrilaba los problemas y que volvíamos a etapas de prosperidad.
Más adelante nos dimos cuenta que muchos Gobiernos de países importantes habían gastado más de la cuenta para estimular sus economías y comenzaron las dudas en torno a la capacidad de pago futura de su deuda. Hoy estamos inmersos en un nuevo capítulo de la crisis.
No se trata de una nueva crisis, sino de la continuidad de la iniciada en el suelo estadounidense y que todavía sigue mostrando las consecuencias durísimas y sus efectos negativos sobre todo el globo económico.
No se sabe ni cuándo, ni cómo terminará. Las soluciones propuestas parecen siempre insuficientes a medida que la paciencia de los inversores comienza a evaporarse. No es posible convivir con tal grado de volatilidad.
Obviamente en este contexto hay muchos que acumulan jugosas ganancias, mientras que hay otros que se están quedando “secos”. La racionalidad en los mercados parece haberse perdido y las malas sensaciones están a flor de piel.
Sin embargo siempre hay luz al final del camino. Cuando todo parece perdido y el descontento es generalizado, las cosas tienden a cambiar y a mejorar. En el mientras tanto, uno, como inversor, debe capacitarse permanentemente para estar lo mejor preparado posible.
Las inversiones financieras no se libran al azar ni a la suerte. La preparación es fundamental. Los fundamentos prevalecen en el largo plazo. Desde Inversor Global te guiamos en ese camino.
Buena semana de inversiones.
fuente: Inversor Global
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