La convivencia entre el olvido y la memoria es inevitable ya que no son enemigos ni amigos sino funciones complementarias y a la vez competitivas
Pareciera que olvidar es la antítesis de aprender y nos angustia no poder recordar nombres o hechos. No obstante olvidar puede ayudar a adquirir más experiencia, a reaprender algo que está muy flojo en la memoria y al darnos cuenta de eso, poder dominarlo ahora y mucho mejor.
Reaprender o repasar algo hace más probable que lo recordemos en el futuro. La convivencia entre el olvido y la memoria es inevitable ya que no son enemigos ni amigos sino funciones complementarias y a la vez competitivas que comparten en el cerebro un territorio común.
El método de abordaje de este problema es considerar que el olvido es funcional para evitar la sobrecarga del sistema, aunque también puede llegar a impedir el recupero de un recuerdo clave.
La curva del olvido
La mayor pérdida se produce dentro de las ocho horas del suceso.
En los 30 días siguientes la disminución es mucho más leve. Para evitar que se produzca hay que programar los repasos. Se contrarresta el efecto caída si la revisión se realiza dentro de las 8 horas. Conviene diferenciar el repaso mecánico basado en la repetición, de la reconstrucción activa, que consiste en intentar evocar. Las huellas en la memoria se profundizan si la recuperación de su contenido se intenta con un enfoque activo y asociativo, cambiando el método de la fuerza bruta por uno ecológico. En el gráfico se ve la diferencia de rendimiento, con o sin repasos.
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No basta con repasar para activar las neuronas
También es importante cómo se sembró, «no hay una segunda oportunidad para la primera impresión», las pistas potentes facilitan la evocación. Como Hansel y Gretel que arrojaron miguitas de pan para asegurar el camino de regreso.
Otra clave es armar bien el almacén con un mapa jerárquico de los conceptos. A veces al «tener algo en la punta de la lengua», esforzarse puede ser contraproducente. Por el contrario, si se emite una buena señal y se deja actuar al inconsciente, como ocurre en los sueños, el recuerdo retorna sin darnos cuenta como en la resolución creativa de problemas. La curva del olvido se puede dominar. El factor clave es considerar a la memoria como un sistema constructivo. El método del repaso es la herramienta que evita que se verifique el principio básico del olvido: “lo que no se usa se pierde».
Cuando olvidar estimula la memoria
Los recuerdos no vuelan ni se los lleva el viento, lo que ocurre es que se hacen menos accesibles. Algunos datos, como el nombre de un amigo cercano, vienen a la mente con facilidad. Otros, quedan más lejos, en las profundidades del cerebro y son difíciles o imposibles de recuperar. Es como un archivo antiguo en la computadora. Si bien el documento todavía existe, no está a mano. Lo que falla entonces es el sistema de recuperación.
La estrategia cerebral de olvidar ayuda a eliminar información que, en realidad, no necesitamos. Vivir con una biblioteca interminable de datos a recordar fácilmente; sería abrumador: fechas, nombres, números telefónicos, etc. estarían siempre ahí, en acceso inmediato.
Uno quiere recordar dónde estacionó el auto hoy, no ayer ni hace una semana.
Para recordar algo en el futuro, hay que experimentarlo, repasándolo con regularidad.
Preparado para olvidar
El cerebro está construido para fomentar el olvido y no sólo para recordar. Las neuronas de los recuerdos también pueden promover activamente la pérdida de memoria. El crecimiento de nuevas neuronas fomenta el olvido. A veces el cerebro escribe algo nuevo sobre las viejas neuronas y borra la información, es decir que altera la memoria. Cuando reaprendemos algo que hemos olvidado, a menudo adquirimos formas más profundas de entender.
«En búsqueda del tiempo perdido» es la novela de Proust donde se ve el resultado de asociaciones de ideas provocadas al mojar un biscocho en una taza de té. El olor y el aroma lo conectaron al pasado. Este estímulo agradable – un signo analógico parecido a la realidad que representa- se coló hasta acceder a ciertos recuerdos inaccesibles para su conciencia y desencadenó el relato.
Cuando Proust mordió la magdalena, no fue sólo “una remembranza” sino una manera efectiva de adquirir experiencia. En ciertas ocasione, el valor de olvidar se hace evidente. Al involucrarse de nuevo con algo que ya pasó, se tiene otra perspectiva y mayor capacidad de identificar conexiones.
Un recuerdo débil puede mejorar la comprensión o facilitar la resolución de un problema porque evita resolver de memoria. Una memoria rígida, funciona como una ideología y puede hacer perder la capacidad de pensar. El que cree firmemente en algo no necesita tomarse el trabajo de razonar.
Olvidar suele ayudar a razonar
En la “prueba de asociaciones remotas” lo participantes leen 3 palabras “pulsera”, “despertador” y “digital” y deben encontrar otra que tenga relación con ellas (“reloj”). Si se les dan pistas erróneas, deben evitar las asociaciones erróneas para resolver bien el problema. La “cognición creativa”, consiste no tanto recordar, sino también en saber olvidar.
Es un buen ejercicio tomarse un tiempo para releer lo que uno mismo escribió, haciendo una larga pausa entre ambos sucesos, como para poder sacar el mejor partido del texto y del olvido.
No recordar tiene desventajas
Olvidar puede tener consecuencias incómodas. No se puede dejar pasar mucho tiempo para recordar algo o se volverá difícil recuperarlo. Esto explica por qué, los padres y los maestros tienen razón al preocuparse por la pérdida de aprendizaje durante el verano. Si un estudiante no ha repetido un hecho matemático durante meses, será difícil que lo recuerde al comenzar el nuevo año escolar. A pesar de ello, olvidar también puede ser un impulso para el aprendizaje. La nueva experiencia rellena los vacíos de memoria. Una pérdida de memoria puede ser una ganancia de aprendizaje, un intento de buscar una segunda oportunidad.
Creatividad Innovadora
Se habla mucho sobre «innovación creativa» pero “creatividad innovadora” es un concepto más acertado, ya que relacionar una idea creativa y concluir en un producto innovador es lo que se precisa para innovar. Los que enseñamos a fabricar ideas, mostramos que la innovación puede ser una simple copia y que la creatividad puede ser bohemia si no va acompañada de una actitud innovadora. Se comprende mejor la interacción bajo el concepto de creatividad innovadora, que implica, ni más ni menos, que saber llevar las ideas a la práctica.
22 de julio, el día del cerebro
Se busca concientizar sobre la importancia de su cuidado y salud.
En 2017, desde la Organización la Federación Mundial de Neurología (WFN) y la Organización Mundial contra el Accidente Cerebrovascular (WSO), escogieron como lema: «El Accidente Cerebrovascular es un ataque cerebral: debemos prevenirlo y tratarlo».
En la actualidad, según las últimas cifras oficiales que datan del 2015, en la Argentina 15 personas por minuto sufren un ACV y, de ellas, dos mueren a causa de esta patología. Los factores de riesgo en el 91% de los ACV son: Hipertensión. Inactividad física. Situación desfavorable de lípidos en la sangre. Dieta pobre. Incremento de medidas o proporción cintura-cadera, Factores psicosociales. Tabaquismo. Alta ingesta de alcohol. Enfermedad cardíaca y diabetes.
Prevenir es mejor que curar
La estimulación del cerebro aprendiendo nuevos lenguajes es muy importante porque entran en juego diferentes zonas del cerebro. La parte social también ayuda.
También es clave poder salir de la zona de confort. La lectura es una excelente gimnasia cerebral. Se debe crear un cerebro que tenga neuronas sanas y altamente relacionadas entre sí. Esto se logra a través de las sinapsis entre los viejos y los nuevos conocimientos. El cerebro se enriquece cuando se lo enfrenta a situaciones desafiantes. Esto hace que se active, se desarrolle y cree redes neuronales.
Los juegos mentales como resolver acertijos, crucigramas o el sudoku, son importantes, entretenidos y ayudan si funcionan cómo desafíos no repetitivos y cada vez más complejos. Además, hay determinados juegos como el ajedrez o el go que son de estrategia, abstracción y flexibilidad cognitiva. En ese caso, permiten activar diferentes áreas del cerebro.
Se debe tratar de desarrollar la parte del cerebro que menos hemos usado en nuestra vida. Por ejemplo, si uno es un profesional que trabaja con personas y datos, tiene menos desarrollada la parte más creativa del cerebro. En ese caso, hay que ser consciente de lo que no se ha estimulado y se deben buscar actividades manuales, creativas y artísticas que se postergaron en otra etapa de la vida y que sirven para mantener activo el cerebro. Hoy los adultos mayores también tienen acceso a la tecnología y computadoras que cuentan con programas para entrenar la memoria.
El olvido y la memoria son aliados estratégicos
En su cuento Funes el Memorioso, publicado en 1942 en La Nación, Borges relata los avatares de Irineo Funes, un peón de Fray Bentos que poseía la increíble capacidad o maldición de recordarlo todo. Allí explora los laberintos de la memoria y plantea ideas que hoy están teniendo comprobación experimental. A mediados del siglo XX, Borges ya planteaba que pensar es abstraer y que para poder recordar es necesario olvidar.
Las neurociencias investigan cómo hacen las neuronas para codificar y almacenar la información que reciben. Hay neuronas del hipocampo capaces de generar representaciones abstractas de conceptos como la identidad de una persona. En experimentos con electrodos que registraban la actividad de estas células, la misma neurona se activaba cuando, por ejemplo, la persona estudiada veía diferentes imágenes de una actriz famosa, oía su nombre o lo leía. A diferencia de Funes, que «era incapaz de ideas generales, platónicas» y al que «le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)»,tendemos a recordar personas, hechos y lugares genéricos, pero olvidamos los detalles.
Funes no podía abstraer ni olvidar y sin olvido todos terminaríamos suicidándonos como él, ya que no pudo soportar el peso de su memoria. El cerebro normal divide su tarea en recordar y olvidar.
La curva del olvido muestra cómo, para evitar una invasión masiva, el cerebro selecciona y borra a las 8 horas del suceso el 80% de la información que recibe. En los siguientes 30 días la pérdida es menor aunque progresiva. Hay 3 memorias: sensorial -la del instante- de corto plazo -la del mozo en el restaurant- y la de largo plazo que nos permite recordar cosas de toda la vida.
Nos falta mnemotecnia
Es el método que permite organizar la memoria para que no funcione en piloto automático. Las neurociencias, la psicología y la medicina deben integrarse para la educación de la mente. La neuroplasticidad es el cambio que produce en el cerebro la experiencia y la forma de pensar. Gracias a ella podemos llegar a ser los arquitectos creadores de nuestro propio cerebro.
La habilidad de aprender
Es la capacidad de crecer rápidamente y de adaptar y adoptar un conjunto de habilidades para seguir siendo capaces de ser requeridos y demandados a lo largo de la vida laboral. Los conocimientos adquiridos quedan a la zaga, y deben incorporarse otros nuevos para adecuarnos a cualquier cambio, para no quedar paralizados o fuera del sistema.
Vivimos en la misma cantidad de horas que en la Edad Media, pero se incrementaron los sucesos. Esta cualidad que se va desvinculando del know how (saber hacer) es capaz de dejar de lado u “olvidar” rápidamente lo que sabe para incorporar o combinar nuevos conocimientos. Hay muchos jóvenes que estudian carreras cuya inserción laboral habrá desaparecido cuando reciban su diploma. La empleabilidad ya no depende tanto de lo que se sabe, sino de saber aprender a aprender, porque los ciclos de aprendizaje son cada vez más cortos y los contextos son cada vez más inciertos, volátiles, complejos y ambiguos. También las organizaciones deben adaptarse y tienen éxito las que son capaces de combinar talento, competencias y tecnología. Este tiempo de innovación, incertidumbres y ambigüedades es propicio para aquellos a los que les resultan estimulantes los cambios. Para los que se resisten es el augurio sombrío de un mundo al que no desean pertenecer. La habilidad de aprender forma parte de la «globalización», «flexibilidad», «gobernabilidad» y muchas otros conceptos que en paradójica oposición se han convertido en etiquetas incuestionables.
Olvido, memoria y creatividad son un trío inseparable para optimizar el funcionamiento del cerebro.