Hay algo en un secreto que obliga a la gente a creer que es cierto y entonces se le atribuye ser la causa de lo que sucede. “El secreto” comenzó como un documental de la productora de TV australiana, Rhonda Byrne. Trata sobre la ley de la atracción según la cual se puede alcanzar lo que uno quiera proyectando pensamientos positivos sobre eso que se ambiciona. De igual modo la negatividad lleva al fracaso. Este tema atrae multitudes, escribiendo “El secreto” en google hallará 20.000.000 de entradas. La tentación es grande: pensar en algo y ver si luego se concreta.
Nietzche decía que “no hay hechos sino interpretaciones”. Es por eso que a “El secreto” a cada rato le nace un primo.
Si el secreto tiene tanto éxito es porque atrapa la imaginación y la seduce aprovechando que es fácil pensar que uno puede realizar todo aquello que se proponga. Pero en verdad sin promoción o acción nada se consigue. Y para lograr un objetivo primero hay que mentalizarte.
La Ley de Murphy afirma que todo va a salir mal y la Ley de la atracción explica que lo que pensamos se convierte en realidad. Más que leyes son hipótesis que deben someterse a verificación y como dice la teoría de falsación, hay que sacarles el rótulo de ley cuando cualquier observación o experimento prueben lo contrario. Según se afirma en “La navaja de Ockham” las mejores hipótesis son las que contienen menos supuestos.
Mientras que un plan es deliberado, el accidente es fortuito. La prevención disminuye los errores pero el exceso impide que surjan nuevas ideas. El antídoto contra la ley de Murphy es ser previsor en los detalles, pero también hay que tomarse un momento para dejar la mente libre para imaginar.
La ley de la atracción ha recibido distintos nombres: pensamiento positivo, poder de la intención, ley de la abundancia, etc. «El Secreto» es un documental/testimonial que afirma que todo se basa en la Ley de Atracción. Abusa de testimonios, experiencias y entrevistas a especialistas en transformación personal, maestros espirituales, expertos en generar riqueza, matemáticos, físicos cuánticos, para argumentar falazmente.
Plantea supuestos como: ¿Nunca se preguntó por qué el 90% de la riqueza está en manos de solo el 1% de la gente? o que lo que se siente y lo que se piensa se materializa en hechos, desde las interacciones con el cosmos o con las personas y que se tiende a esconder al público este secreto. Aunque uno desconozca los descubrimientos de la física cuántica, este documental pone a su alcance la forma práctica de aplicar la ley de atracción en la vida cotidiana, y de manera consciente. Vivimos en sociedades visuales donde casi nadie lee, de ahí que el crecimiento de esta idea se multiplica por su producción audiovisual y se propaga como un virus a través de su circulación por internet y las redes sociales.
La cultura de la felicidad. El movimiento por la felicidad estuvo presente desde los albores de los EEUU y de su consecuente “sueño americano”. Los norteamericanos creen en la libertad y piensan que la felicidad es un derecho natural. Por eso la industria de la autoayuda recauda 9500 millones de dólares anuales. Lo mismo ocurre con los medicamentos antidepresivos y con los estimulantes del sexo y el alto rendimiento.
El efecto placebo existe. Si alguien cree en algo falso o dudoso la psiquis transmite una energía al cuerpo que lo acepta como santo remedio.
La rana puesta a calentar a fuego lento se muere porque su sistema inmunológico no detecta los pequeños cambios, en cambio cuando es arrojada en agua hirviendo salta inmediatamente. El placebo puede funcionar si se le suma un plan y una estrategia para ejecutarlo.
El inconveniente es que debes creer que lo que quieres es tuyo y muchos tienen miedo, vergüenza y desconfianza en sí mismos. Pueden decir soy rico pero tienen mentalidad de perdedores y eso no se cambia. Tampoco funciona si eligen algo contrario a su escala de valores.
La confianza en el placebo, la expectativa de que la píldora mágica cura y que el cerebro recuerda y asocia en el momento en que la ingiere con algo que alguna vez lo curó, facilita el camino de la curación. Lo que contradice la ley es que el efecto placebo sólo funciona en pocos casos.
Sin embargo es cierto que del pensamiento surgen los inventos, todas las cosas se crean dos veces, primero cuando las piensas y luego cuando las haces. Hasta el avión surgió primero en la mente del hombre. El problema es aprender a materializar el pensamiento.
Las creencias absolutas paralizan. Y también facilitan el engaño. Esto implica que hay que estar atento para abrirse a creencias alternativas. No tenemos la varita mágica pero los poderes psicológicos cambian la conducta cuando asocian el hemisferio emocional y creativo con el lógico y conservador. El pensamiento positivo no funciona si va de la mano de la negación de la realidad. La técnica de la visualización creativa con imágenes guiadas no debe lograr que olvidemos de tomar el remedio. El valor de una terapia cognitiva es el realismo. No basta con desear algo. Una persona puede enfatizar lo positivo y tener experiencias negativas sin considerarse por eso fracasada. Lo negativo tiene su lado positivo.
Un labrador tenía un caballo que escapó, dejando al hombre sin animal para labrar la tierra. Sus vecinos se lamentaron ¿Cómo saber si fue una desgracia preguntó el labrador? Un día el caballo retornó con una hermosa yegua. Todos acudieron a felicitarlo ¿Pero cómo podéis saber que es una bueno? El hijo del labrador quiso domesticar a la yegua, pero el muchacho cayó rompiéndose una pierna. Los vecinos retornaron diciendo que estaban muy tristes. El hombre preguntó: ¿Cómo podéis saber que una desgracia? Al mes se declaró la guerra y reclutaron a todos los jóvenes excepto al hijo del labrador que estaba con la pierna rota. Ninguno retornó vivo. Y todos entendieron las apariencias engañan.
El secreto de una vida exitosa es poder afrontar la adversidad. Resiliencia es la capacidad de superarla y salir fortalecido.
No va andar: ¿Funciona o no funciona? La ley de la atracción funciona para los creyentes. Los demás debemos conocer los secretos del cerebro:
Aceptar los errores y defectos sin jactarse de ellos. Adoptar una actitud optimista (aprender de las buenas y de las malas). Ser realista (tener los ojos en el cielo y los pies en la tierra). Agradecer lo que se tiene. No prejuzgar. Observar lo que pasa, lo que se oculta a la mirada. Soñar con algo razonable, relajarse y hacer algo para conseguirlo. Fabricar ideas y relaciones productivas. Y tomarse la vida con una sonrisa.
Hacer lo que a uno le gusta puede no rendir en dinero pero produce bienestar. El estado de flujo sucede cuando el cuerpo y la mente trabajan en equipo. Como demuestra la experiencia a los pensamientos hay que hacerlos posibles mediante la acción. Planear no es un don que se lleve en la sangre, hay que tomar conciencia de su valor. Para Séneca no existen vientos favorables si no sabes a qué puerto quieres llegar.
El secreto es la respuesta ante el azar. El optimista aprende a volcar las situaciones a su favor. No hay suerte para el que no sabe bucear en su mundo interior para conocerse a sí mismo. Concentrarse en metas equivocadas hace contraer una deuda con el “banco interno”, que es el que presta la energía. Si este compromiso no se cumple la deuda se paga con estrés y se llama mala suerte. Podemos elegir un rol pasivo y ser como hojas arrastradas por el viento o transformarnos en los arquitectos creadores de nuestra buena suerte.
Crea una agenda productiva. El primer paso es registrar dónde sueles hacer foco. Así como el minero lleva la luz en la frente, porque sujeta al casco tiene una lámpara que la protege de cualquier golpe, tú también puedes hacer la luz entre estímulos y oscuridades. Para eso debes saber qué buscas, qué información precisas y cuál es la piedra preciosa que pretendes encontrar.
En medio de tanta oferta: ¿Qué te interesa, qué eliges, en qué eventos participas? La vida puede someterte a condiciones, pero tú debes elegir lo qué es coherente con tu plan y si vale la pena invertir. No fuerces la actividad ni la respuesta. Das un gran paso tomando el inventario de tu tiempo.
La tecnología te ayuda. Procrastinar es el término que resume lo que dejas para mañana porque no lo puedes hacer hoy. Y la paradoja es que estamos entrando en la era de la pérdida de tiempo. Una de cuatro personas se describiría a sí misma como perdedora de tiempo crónica.
Un estudio publicado en Reino Unido, revela que el 36% de los encuestados pierden una hora de productividad al día revisando correos y redes sociales. Y de acuerdo a otro informe, los usuarios de teléfonos inteligentes revisan este aparato una media de 221 veces al día.
Toda una industria está naciendo para ofrecer modos de frenar estos impulsos irracionales, el último grito de la moda son las aplicaciones contra la pérdida de tiempo. Son para evitar que cualquiera, con una computadora o un teléfono inteligente puede sucumbir ante tanta oferta tecnológica.
Siempre fue así. Perder el tiempo no es algo nuevo. Es una constante a lo largo de la historia. Malgastar el tiempo forma parte de la arquitectura cerebral. Y la evolución no va a permitir que dejes de hacerlo en breve, porque la tendencia a desperdiciar el tiempo esté arraigada. Vivimos bombardeados por estímulos en un medioambiente diseñado para ser tóxico en términos motivacionales. Pero ante esta visión sombría también se ha dado un incremento de la conciencia de los efectos negativos. Hay una reacción ante la postergación sistémica.
Bloquea Facebook. Los servicios on line que ayudan a evitar distracciones, no resuelven los bloqueos psicológicos que tienen las personas. La preocupación comenzó durante la revolución industrial en el siglo XVIII, cuando las empresas se concentraron en limitar la pérdida de tiempo.
A las corporaciones les encanta tener a la gente trabajando en forma más inteligente sin que deban trabajar más duro. Aunque la fuerza de trabajo potente que deseaban no terminó de materializarse, la estructura empresarial se organizó para ser un antídoto contra la pérdida de tiempo.
Distraerte puede ser bueno. Los individuos que se distraen activamente exhiben un cierto nivel de autosuficiencia, autonomía y confianza en sí mismos. Tienen conciencia del riesgo que implica dejar las cosas para último minuto. No deberían demonizarse los tiempos vacíos de actividad. Incluso pueden ser una forma de «distracción positiva«, que estimule la creatividad y la innovación. Así que las aplicaciones digitales antidistracción tienen un límite respecto a lo que pueden lograr. Difícilmente puedan ayudar mucho cuando las distracciones son de tipo psicológico. Pueden funcionar como solución de corto plazo pero no atacan los bloqueos que hacen que la persona no pueda encarar una tarea.
La voluntad es un músculo. Las aplicaciones evitan desarrollar la autodisciplina. La voluntad es como un músculo que, cuanto más lo usas más se fortalece. Mientras la pérdida de tiempo no se supere, las aplicaciones tendrán una función que cumplir. Desde las finanzas hasta el bienestar y la salud personal, cuanto menos perdemos el tiempo más mejoramos. Si pudieras regalarte un poco más de tiempo tu vida sería mejor.
Ganarle tiempo al tiempo. No tienes tiempo, las 24 horas no te alcanzan pero las llenas con actividades y autoexigencias. Consumes el tiempo sin saber aprovecharlo por tener prioridades dudosas y cuando te sobra no lo disfrutas por culpa y por temor a estar perdiendo el tiempo.
El primer paso es revisar tu agenda para detectar tu sistema de valores. Hay un tiempo para dedicarte a generar dinero para vivir. Un segundo tiempo lo usas para mantenerte. Necesitas comer, asearte, vestirte, viajar, hacer las tareas del hogar. El tercer tiempo es el más escaso, es el tiempo libre dedicado al ocio, al placer y al desarrollo personal ¿Cuánto tiempo destinas a cada uno ¿Para qué trabajas tanto si no te alcanza el dinero? ¿Por qué quieres más? ¿Para qué trabajar y no tener tiempo libre? ¿Cómo compensas el desgaste de energía que te insume tanto trabajo?
El tercer tiempo. El economista Wilfred Pareto descubrió que el 20% de las cosas que hacemos producen el 80% de los resultados. Pero la vida moderna nos lleva a vivir con urgencias y tensiones, a no saber por dónde empezar y a un vacío de ideas que nos aleja cada vez más de la eficacia.
Vísteme despacio que estoy apurado, decía Napoleón. Según Business Week, los que trabajan menos producen más y mejor porque tienen tiempo para retomar los valores esenciales de familia, amistad, tiempo libre, eligen el presente concreto al global abstracto y anónimo, la simpleza de vivir, convivir en un ambiente alegre y realizar lo que saben hacer. Los que corren mucho suelen terminar en el mismo lugar y se olvidan de vivir el único tiempo real que es el presente. Vivir a mil desconecta los sentidos de la conciencia, la tensión mata, la creatividad muere. La fast life hace correr a velocidades imposibles. Para evitarla educa tu sentido común. Dijo John Lennon, la vida se te pasa mientras tú sigues haciendo planes.
La pirámide de Maslow. Las teorías del pensamiento positivo le deben mucho a la teoría de la autorrealización, según la cual el hombre, una vez satisfechas sus necesidades básicas, va en busca de lograr las más elevadas. Irá detrás de sus metas superiores, sacará lo mejor de sí mismo y hasta aprovechará la adversidad en lugar de justificarse por haber estado inmersa en fracasos o conflictos. Es de sentido común creer que el que piensa que le va a ir bien está en mejores condiciones de triunfar que el que piensa que le irá mal. Es el fundamento de la profecía que se autorrealiza.