Es mejor una amistad que surge de un negocio que un negocio nacido de una amistad.
El sueño de hallar un sistema justo de posicionamiento social, el modelo meritocrático, está acusado hoy de elitista e inequitativo; por lo que dicen que se debería renunciarse a él. Para mejorar la inclusión social habría que romper con el mecanismo de selección del talento.
En Nueva York el Hunter College High School, es una escuela secundaria centenaria, gratuita, de financiación pública, altamente selectiva y prestigiosa. De 4000 chicos que rinden sólo entran 185. Pero en junio de 2010, un alumno, un chico negro llamado Justin Hudson, en su discurso de egresados, afirmó sentir culpa por un privilegio inmerecido que surge de definir el destino de un chico por aprobar o reprobar un examen. Habló de la desigualdad de origen que condena a los pobres y hace pasar a los ricos por más meritorios.
Christopher Hayes, egresado de Hunter, en su libro Twilight of the elites. America after meritocracy, de 2012, realiza una crítica a la vaca sagrada de la maquinaria social. Por un lado, la injusticia en lo educativo y laboral. Por el otro, el fin de la movilidad social y desigualdad, con elites que se complacen con reproducirse. Argentina no es EEUU, donde la competencia es implacable. Es su naturaleza. Argentina no es Singapur, donde el mérito educativo determina la posición laboral, social y el éxito. En Argentina, la meritocracia se juega en valores añorados antes que en la rutina diaria. Los mecanismos clásicos -exámenes de ingreso o la nota, los instrumentos para medir el avance, están en desuso o discutidos.
Luli va a ser abanderada, le dice la nena de 5to grado a su mamá, y agrega: Los papás se separaron. El trimestre que viene, va a ser Pili. Es que la mamá se murió. Los abanderados en primaria ya no se eligen por mérito. Llevar la bandera puede ser un premio al mejor compañero o una compensación emocional, sin importar las notas.
La moral meritocrática es parte del gen argentino, un sueño nostálgico de la grandeza del título universitario,símbolo del ascenso social a partir del esfuerzo y al alcance de todos. Una meritocracia versión populista, de salir de la clase baja y obtener la carta de ciudadanía de argentino de clase media. La herramienta sería el mérito y el diploma la prueba.
Hoy se cuestiona la meritocracia por sus consecuencias sobre la exclusión, como nociones irreconciliables.”Si la escuela se centra en ella, quedan muchos en el camino y en el camino se van a la esquina, y allí no tienen destino”. Eso decía el ministro de Educación, Alberto Sileoni, el 21 de septiembre pasado en su homenaje a Sarmiento.
Si la meritocracia reproduce lo que pasa, la falla no estaría en ella, sino en la sociedad. El Ministro, defiende una escuela «inclusiva», para todos, porque dice que en la esquina no tienen destino, pero lo que hace, con eso, es transformar a la escuela en «la esquina».
El empresario privado, busca resultados, privilegia tener a la mejor gente y no quiere perder. Hay funcionarios a los cuales eso no les importa, el que paga es el contribuyente y reemplazan al mérito por una ideología que piensa la igualdad educativa en términos distributivos. Si la meritocracia no es garantía de justicia para la inclusión y la movilidad social, no por eso está perimida. Una sociedad meritocrática tiene principios más justos.
Es más justo alcanzar algo en función del mérito que en función del apellido o la fortuna.
Pero el origen social y el capital cultural condicionan el mérito escolar. El punto de partida es desigual: los chicos de familias acomodadas corren con ventaja. La justificación moral de que cada uno obtiene lo que merece es una falacia. La pirámide del mérito refleja la pirámide de la riqueza y del capital cultural. La usan para justificarse quienes ocupan posiciones de privilegio y para responsabilizar a los perdedores por no hacer el esfuerzo necesario por ganar. Un 25% de los alumnos es abandonado, condenado al desempleo, la violencia, la delincuencia, el narcotráfico. Una casta cerrada protege sus privilegios.
De cada cien chicos argentinos que ingresan al secundario 58 logran terminarlo en las escuelas privadas y en las públicas apenas se gradúan 26. Los países con mejores resultados han logrado una educación pública y gratuita de calidad; con aliento a la meritocracia. El modelo finlandés es un ejemplo. En Argentina el sistema fragmenta según el nivel socioeconómico. La falta de inclusión afecta a la meritocracia y la excelencia.
Entre fines del siglo XIX y 1930, Argentina pasó de un 80% de analfabetos en 1869 a un 20% en 1930. Fue un fenómeno impresionante. La población argentina crecía por la inmigración pero la inscripción masiva en la escuela primaria crecía más y el presupuesto educativo por encima. Fue la primera revolución educativa que tuvimos en la Argentina.
Con el peronismo el presupuesto educativo no acompañó el crecimiento. Se inició un problema endémico de descenso de la calidad. Argentina tuvo movilidad social a través del clientelismo, no de la meritocracia. Educación, productividad y movilidad social genuina van de la mano. Y la revolución educativa pasa por su calidad. El populismo propone el asistencialismo y pone en riesgo la calidad de sus bienes públicos, entre ellos, la educación. Mientras los colonos ingleses en EEUU pagaban los impuestos de su bolsillo, las colonias españolas eran una sociedad y una economía rentística, cuya fuente principal eran las regalías, no los impuestos. Buenos Aires dependía de los recursos que llegaban de Potosí.
La renta minera fue reemplazada luego por los recursos aduaneros, hasta 1930. Y desde aquella trama se instaló un dilema: desde el 30 estamos encerrados en esa trampa: ¿quién paga por los bienes sociales, los bienes comunes, los bienes públicos?
Carlos Pellegrini fue un presidente del que vale la pena aprender. Garantizó la bonanza económica entre 1899 y 1913 a partir de una certeza: Sabía que no hay forma de integrarse al mundo desde el sector real de la economía si uno es un malandra ¿Por qué se reiteran errores? Los países aprenden, pero Argentina insiste en lo que el mundo superó.
En 1996 el arzobispo de New York propuso recibir alumnos de escuelas públicas en sus escuelas. Al buscar financiarlo encontró oposición por violar la 1ra Enmienda sobre libertad de culto. Unos filántropos crearon New York Scholarships Foundation que ofreció vouchers de US$1.400 a 1.000 familias pobres que podrían elegir escuelas religiosas o laicas. 20000 familias se inscribieron. El 85% se asignó a niños con resultados debajo de la media. Los niños más desfavorecidos tuvieron mayor chance. Hace poco Wall Street Journal publicó los resultados en la Universidad comparando con los que no accedieron. El impacto sobre los niños afroamericanos fue notable en sus carreras. Aquí mencionar el voucher educativo es un tema tabú. Pero ante un Estado ausente ¿no sería el método para igualar oportunidades? La educación es la industria pesada de un país porque fabrica ciudadanos. La nuestra fabrica mal porque la educación no es una política de estado
Singapur: una isla inteligente. Cuando de distintos países llegan a Singapur desean ver por qué sus estudiantes tienen tan buenos resultados en los exámenes internacionales. Y descubren el secreto: hay una obsesión nacional con la educación. Mientras los billetes en EEUU muestran imágenes de próceres, el billete de Singapur tiene un aula con alumnos escuchando al profesor y la universidad de fondo. Debajo se lee una palabra: «Educación».
Hace cuatro décadas este país era muy pobre. Su PBI era similar al de Jamaica. Hoy, por su énfasis en educación, es el noveno de los países más ricos en ingreso per cápita. Estados Unidos ocupa el 10° lugar y la Argentina, el 81°. Hace cuatro décadas había analfabetismo. Hoy es primero en los exámenes destinados a evaluar la capacidad de los estudiantes.
Para nosotros, la educación es una cuestión de supervivencia, dice el presidente de la Universidad Nacional de Singapur, Tan Chorh Chuan. «Singapur no tiene recursos naturales, de manera que no podemos sobrevivir si no nos concentramos en formar gente.»
El fundador del país, Lee Kwan Yew, tuvo la visión de convertir a Singapur en un país con educación bilingüe, el inglés como primer idioma y su lengua materna como segundo. Eso contribuyó a convertir a Singapur en un centro importante del comercio mundial.
También convirtió el sistema educativo en una dura meritocracia, que produce trabajadores altamente calificados y que exporta cada vez más productos de alta tecnología. La meritocracia empieza en primer grado, los niños son clasificados en un ranking. Les dicen qué lugar ocupan y que se espera de ellos. Un examen al finalizar la primaria, los ubica en diferentes secundarias especializadas. Identifican las capacidades de los estudiantes y los encauzan. Al finalizar la primera etapa del secundario, deben rendir otro examen y pueden ir a institutos que ofrecen tecnicaturas especializadas en oficios. Esa es la joya, dice el ministro de Educación, Ng Eng Hen: Casi todos los países tienen buenas universidades, pero pocos tienen un buen sistema de escuelas técnicas vocacionales y unared de seguridad académica para estudiantes de bajo desempeño. Las virtudes de un país consolidan su economía, pero los gobiernos populistas generan la maldición de los recursos naturales. Algunos países sin recursos hacen de la adversidad una ventaja, de la carencia una oportunidad. Finlandia y Singapur dicen lo mismo: “somos tan pobres que debemos invertir en educación”. Un país inteligente sabe que educar es la herramienta de su desarrollo. Japón se convirtió en potencia mundial agregando valor a sus importaciones. Los países ricos en recursos son pobres cuando exportan barato e importan caro la tecnología. El amiguismo y el clientelismo eliminan la meritocracia y crean desigualdad. La relación educación-economía se advierte en los exámenes para estudiantes secundarios de OCDE : los países económicamente eficientes lideran en educación.
Singapur agrega dos joyas a la felicidad de su gente: dominan el idioma inglés, el idioma universal por excelencia y el autoconocimiento que les permite estudiar y trabajar en lo que les gusta con programas orientación vocacional. Así le suman inteligencia a la pasión. Un país inteligente hace que educación, salud y ciencia sean sus políticas de estado.
El milagro finlandés. Frente a la propuesta del ministro de Educación, Alberto Sileoni, de elevar a 190 los días de clase, Finlandia, cuyo sistema educativo es considerado el mejor del mundo, tiene un calendario similar. Pero la calidad de la educación es distinta. El éxito de su sistema educativo comenzó a notarse en los exámenes PISA, en el año 2000, donde Finlandia encabezó el ranking en lectura. 3 años más tarde lo encabezó en matemáticas y en 2006 en ciencias. En 2009 se ubicó segundo en ciencias, tercero en lectura y sexto en matemáticas y Argentina ocupó los puestos 57, 58 y 54, sobre 65 países participantes.
En Finlandia el 100% de los alumnos de primaria concurren a la escuela secundaria, el 93% de ellos se gradúa y el 66% prosiguen estudios universitarios; la tasa más alta de Europa. En Finlandia los maestros ganan un salario similar al de cualquier profesional, gozan de una gran reputación y son estrellas de la sociedad. Para llegar a ser docente, se requieren estudios universitarios: 3 años de Licenciatura y 2 de Maestría. Para acceder se requiere un promedio de por lo menos 9 puntos y superar un estricto proceso de admisión. En virtud de ello, en el último año, de 1.600 candidatos a cursar fue admitido el 10% de los postulantes.
Los sindicatos además de pelear por un salario digno deben exigir mayores requerimientos para ingresar al ejercicio de la profesión y la preparación de quienes ya la ejercen para cumplir con dichos requerimientos. Ese será el día en que los docentes sean socialmente respetados como lo son en otras sociedades y apoyados en sus reclamos salariales.
En 2016, China desplazará a Silicon Valley. China busca dejar de ser la fábrica del mundo para convertirse en su laboratorio. De una industria sobre la base de mano de obra barata, la creciente inversión pública y privada en investigación y desarrollo apunta a acelerar su desarrollo con la palanca de la innovación. China es el segundo país en I+D , con más de 800 empresas. La inversión en nanotecnología hace prever que seráa el líder mundial en la materia. Además de importar conocimiento, China hoy es el mayor exportador de estudiantes del mundo: tiene 450.000 jóvenes que se forman en aulas de Europa y EEUU. Y un sistema universitario que gradúa unos 700.000 ingenieros por año. En 2016 China habrá destronado a Silicon Valley como el lugar donde se inventa el futuro.
Sin embargo un padre rural gasta por año el equivalente a 10 meses de su trabajo para que sus hijos estudien, pero si los jóvenes no consiguen empleo al salir de la universidad se pone en cuestionamiento el sistema. Siendo pocos los hijos de familias pobres que obtienen calificaciones máximas en los exámenes de ingreso, son empujados a escuelas de menor calidad que reciben menos subsidios del gobierno. La educación pierde así su carácter de nivelador social. Los pobres no pueden pagar las cuotas que se exigen en escuelas de excelencia. Los exámenes favorecen a los chicos que viven en zonas urbanas a las que las universidades les dan preferencia. La tortura de los padres que se sacrifican es pensar ¿Qué pasará si no consiguen trabajo después de todo lo que gastamos en su educación?
¿Cómo medir el mérito? Meritocracia no es un término griego. Nació en 1958 en la novela El ascenso de la meritocracia, de Michael Young que muestra un modelo supuesto de mérito basado en el coeficiente intelectual en una Gran Bretaña opresiva de 2034.
No existe un estándar de mérito, conviven méritos plurales. Los títulos están devaluados. Las empresas hacen alarde de meritocracia pero la noción de mérito se despega de los diplomas para incorporar otras variables. El mérito es para el buen desempeño y para quien encarna los valores de la empresa. Incorpora variables como liderazgo, relaciones, trabajo en equipo: tan subjetivas y discutibles como un título. Algunos sostienen que debe imperar en la universidad: allí se compite por bienes finitos: los puestos de trabajo futuros.
La meritocracia es un filtro. Ampliar el concepto de meritocracia no reduce la arbitrariedad.
No es necesario renunciar al objetivo que se corresponde con aspiraciones muy profundas: la gente quiere tener éxito. La meritocracia es la expresión de la libertad. En la educación básica la meritocria puede desarrollarse siempre que todos, incluso a los débiles, sepan leer, escribir, contar, manejar una PC. Que el triunfo de los mejores no implique la exclusión.
Incompetencias políticas. Lo primero a exigir a un gobierno es honradez. Muchos privilegian la eficiencia, el «roba pero hace». El principal mérito es demostrar que se poseen valores. El deshonesto trabaja para él. Eso lleva a la quiebra. Argentina en materia de valores, está en convocatoria de acreedores. La igualdad y la justicia social no existen.
Los que quisieron construirlas fracasaron o forjaron otras injusticias. El hombre es egoísta en posiciones dominantes. Sólo algunos países equilibran meritocracia e inclusión.
Lo más evidente es la fractura social a partir de los 70. Hoy nadie quiere enviar a sus hijos a la escuela pública. Es posible que ya antes del 70 la educación fuera mala, entonces las familias tenían menos instrucción pero creían en la escuela. Eso pasaba en todo el mundo, no sólo aquí, ya que el cambio del mundo a partir de los años 50 ha sido enorme. La educación está desprestigiada en todos lados, menos en esas instituciones meritocráticas. Hoy se adquieren saberes en muchas partes, la escuela perdió el monopolio de enseñar.
La cultura de los chicos de clase baja era un orgullo y un ejemplo, la movilidad social era natural respetando los valores de trabajo y estudio: padre inmigrante iletrado, hijo ingeniero. Hoy hay maestros están mal pagos, desganados, con records de feriados y licencias, y alumnos dispersos aprobados para no frustrarlos. Meritocracia no es un enfoque perfecto, pero nivelar hacia abajo conduce a la decadencia. No todos podemos ser violinistas virtuosos, futbolistas destacados o exitosos empresarios. Cada uno puede hacer el esfuerzo de mejorarse a sí mismo. Si por comodidad no se esfuerza, no merece ayuda.
Suponga que va a ser operado de un tumor cerebral, y tiene que elegir entre dos cirujanos. A uno le da lo mismo operar su cerebro o jugar al truco, pero sus pacientes han sanado; el otro se toma muy en serio cada operación, pero su cuota de éxito es de 30%. ¿A cuál elegiría? Es fácil estar en contra de la meritocracia cuando no está en juego el pellejo. Son conceptos polémicos de la propia meritocracia: el vago genial contra el esforzado errático.
¿Qué calificamos: el resultado o el esfuerzo? Ambos. ¿Por cuáles variables medimos? De muchas formas, observando la situación inicial del alumno, en qué situación se encuentra hoy y qué hizo para llegar donde está. Hay que perfeccionar en la práctica el sentido de evaluar sin dejar de lado el factor emocional. Un chico emocionalmente estable, socialmente aceptado, tiene más chances de continuar sus estudios y mejorar su rendimiento diario, en todo aspecto. Si un chico tiene problemas con su familia, con sus amigos, vecinos, etc, es difícil que pueda avanzar, aunque sea una luz.
El problema argentino pasa por ese factor: chicos sin familia o de bajos recursos o con problemas de unidad. Son el primer ítem a resolver, ese es el fracaso de nuestra sociedad. Que no se encarguen los docentes. Debe haber un área para monitorear esto. Falta mucho de eso en nuestra educación, o solo existe en escuelas de alto nivel socioeconómico
El darwiniano funcionó, en Atenas o en Esparta, los mejores subían, los peores no. La pobreza en la niñez puede dar la fuerza necesaria para querer superarse. Algunos reyes degenerados por la laxitud pagaron a Napoleón por no ser atacados. Era una ventaja ser laxo y rico. Hay de todo, pero los que llegan, llegan por su espíritu, y los que se quedan, no lo tienen. Hace falta determinación, saber los que se quiere es el 50% del éxito.
Todas las culturas premian el éxito, es la forma que de que las cosas funcionen. Recordemos el experimento y la caída de la antigua URSS: nada funcionaba, la gente hacia largas colas para obtener una miseria, y los que podían se escapaban para entrar a una cultura meritocrática. Eso sí, haber redes de contención para los necesitados.
¿Por qué se inventó el handicap? Si el origen socioeconómico provoca desventajas , lo natural sería otorgarle puntos extras para balancearlo y, a posteriori de su ingreso, asignarle una cantidad de horas extra de estudio con profesores que le den soporte. Muchos chicos podrían desarrollar un enorme talento que se ve tronchado ante esa barrera. Entonces, démosle la oportunidad. La sociedad sacará ventajas. Es la esencia misma de la democracia lo que se pone en juego ante ese problema. Acá, allá y en todos lados, se ha reducido el mérito a una mera competencia en la evaluación de conocimientos.
Con un desempleo del 26,6% en España no hay estallidos sociales por el apoyo familiar, el trabajo en negro (el 24% de la economía) y lo más importante: por la ayuda del Estado de Bienestar. Un seguro de desempleo amplio impide caer bajo la línea de indigencia. Israel lo extiende todos los años como una renta básica universal a niños ricos o pobres, madres separadas y adultos mayores. Alemania tiene redes de contención, el Estado toma parte activa. En otros países de la zona, cuando se termina el seguro de desempleo se otorga otro que disminuye si el beneficiario no acepta los trabajos que se le ofrecen, pero le permite mantenerse con vida. Por eso no hay como aquí villas miseria, personas que revuelvan la basura o niños subalimentados. Garantizan a todos los bienes básicos, más allá del gobierno de turno. Argentina prefiere el clientelismo y no la tolerancia cero a la pobreza. Y cuando la población no accede a eso es imposible que haya paz ni justicia.
El facilismo. El pobre tiene su chance si demuestra extremada dedicación, esfuerzo y más vocación que el resto, es muy injusto. No es solo una cuestión de justicia es una cuestión de conveniencia, imaginemos cuántos talentos estamos desperdiciando. Producimos excelentes futbolistas porque es el deporte más democrático, todos los pibes, desde la villa tienen la misma posibilidad de patear una pelota. Imaginemos la cantidad de talentos que podrían surgir en todas las ramas de la ciencia, la tecnología y las humanidades si les diésemos la oportunidad. Hay chicos que viven en un ambiente durísimo, con gobiernos populistas y la irresponsable frivolidad que nos aqueja. Van a haber cada vez más. El facilismo conduce a la pobreza, al conflicto y a la frustración. Lo malo es que se ha instalado como parte de la cultura nacional. Ahora teniendo el título no hace falta el saber. Hay que decírselo a los padres que solo quieren que sus hijos zafen. Exigir esfuerzo a los estudiantes, y convencer a los padres, no es discriminatorio. Lástima que se hayan tergiversado los valores y se haya instaurado el facilismo, que solo da egresados que son analfabetos funcionales. Si todos no pueden saltar la vara, se baja la vara. Así no ganaremos medallas olímpicas en salto en alto.
La plata no es el único factor. Hay quién tienen plata y no caza una y gente humilde con más facilidad para aprender. El examen no es el mejor mecanismo. Pero el que sabe, sabe, y el que no es jefe. Las personas que llegan a posiciones destacadas lo hacen debido a casualidades y/o padrinazgos. La meritocracia funciona siempre que no aparezca alguno que conoce a fulanito o es pariente de menganito, sin palanca es difícil conseguir algo.
No es necesario renunciar a la meritocracia es pos de la inclusión ¿De dónde van a salir las ideas innovadoras para la inclusión social, si no de aquellos que saben y aplican su saber?
Toda sociedad debe tener estructuras de selección y desafío personal. Una sociedad sin desafíos tira para abajo. En un hogar con internet se obtiene más. En un hogar sin comida se logra menos. En un hogar donde se practican deportes, el niño rinde más. En un hogar sin paz, los niños dan menos. Hay todo un muestrario. No es función del Estado oponerse a la meritocracia, debe ayudar a que los niños tengan un buen punto de partida. La sociedad civil y el Estado deben brindar herramientas a las clases menos pudientes. Hoy se cambia empleo por asistencialismo, esfuerzo por facilismo y honestidad por corrupción.
La meritocracia puede ser oligarquía, el gobierno de unos pocos para su propio beneficio, la aristocracia es el gobierno de los mejores para el bienestar de todos. Como no hay quien pueda ser el juez que elija a los mejores, el gobierno correcto es la democracia. Sabemos que los mejores alumnos muchas veces no se transforman en los mejores profesionales y los que acumulan distinciones y realizan su propio marketing, pueden no ser los más aptos.
En la Argentina no hay meritocracia, se depende de los padrinos que se tengan.
La vida enseña que el mérito personal es el camino, y que ese camino no es solitario sino que pertenece al complejo entramado social y las circunstancias de la época. La meritocracia no está en realidad en los educandos, sino en los educadores. ¿Qué tipo de sociedad queremos?, ¿qué tipo de ciudadano nos hace falta ?, ¿de qué sirve el secundario?, ¿la deserción no revela el fracaso de ese sistema? Educación y trabajo se demandan mutuamente. La meritocracia es mejor sistema que los inclusivos, aguantaderos sociales que intentan evitarle un problema social futuro al Estado, en detrimento del rendimiento educativo (estudiantes eternos, falta de vocación, profesores que ofician más de psicólogos que de docentes, nivelación hacia abajo a la espera de los que no se esfuerzan).
El fútbol como modelo. Los trabajadores son desconocidos, los futbolistas son estrellas. Ambos deben tener condiciones, pero el futbolista decide y el asalariado acata.
El jugador se entrena para trabaja en equipo, en la empresa cada uno hace su tarea. En el fútbol se reconoce al que ayuda a otro para que haga un gol. Cuando un jugador es transferido, se busca otro que aporte resultados similares, en las empresa puede ser reemplazado por cualquiera. Los jugadores son los vendedores del club. Al empleado no le interesan las ganancias de la empresa. El jugador aprende jugando y es evaluado por su rendimiento, el trabajador aprendió en el aula. Al jugador no se le pide un CV, si no destrezas. Al trabajador lo seleccionan según sus estudios previos, reflejados en su CV.
El club recluta de sus divisiones inferiores. El trabajador de escuelas donde aprende de memoria. El entrenador fue jugador, conoce el trabajo por haberlo realizado. El jefe en las empresas suele no saber hacer lo que sus empleados realizan. El jugador no tiene clases teóricas, practica todo el tiempo, el estudiante teoriza. Los chicos del fútbol desean llegar a primera, los estudiantes ven su futuro lejos de la escuela y su realidad es la enciclopedia.
El error es creer que la vida es una gran escuela. Todo saldrá bien sabiendo más. Para el estudiante la universidad es un trampolín pero la empresa desea que sepa trabajar.
El jugador aprende siempre, tiene feedback con la realidad, ensaya variantes que pone a prueba. En la escuela sólo hay que tener buenas notas para pasar de grado.
En el fútbol se piensa en equipo, en la escuela se compite con otros alumnos. En el equipo hay colaboración, comunicación, toma de decisiones, liderazgo y resolución de problemas.
El jugador trabaja en lo que le gusta mientras que el empleado trabaja por el salario. El estado de ánimo es la clave de su rendimiento. Si el jugador no colabora, el equipo no funciona. Muy pocos equipos triunfan, por eso aprenden también de la derrota.
Para pensar en equipo de precisa una visión compartida, valores y reglas. Todos conocen el objetivo y su contribución. Lograr el alineamiento es el anhelo frustrado del empresario.
Al terminar el partido analizan lo ocurrido para reforzar la conducta deseada y corregir errores. El jugador puede expresarse libremente. Se lleva un registro que incluye alimentación, estado físico, para evaluar su rendimiento. Nada de eso ocurre en la empresa.
La competencia. En el fútbol gana quien hace más goles, con la posesión de la pelota es más posible ganar. Un equipo debe tener mentalidad ganadora. Jugando al contraataque se depende del azar. El prototipo es el Barcelona, otros tienen buenos jugadores pero no se animan a jugar. El que juega, se divierte y construye. En las empresas la tarea es rutinaria.
La mente tiene que independizarse de las piernas. Los automatismos individuales y colectivos liberan al cerebro para aplicar las destrezas a crear jugadas que terminan en gol. En un trabajo rutinario es poco habitual que a un trabajador se le pida que genere ideas.
La creación implica cambiar ante un obstáculo, la incertidumbre está siempre presente ante distintos contextos y rivales. Es vital la capacidad de anticiparse para llegar primero.
La identidad. Es necesario armonizar la identidad individual (cada cual con la suya) y la identidad colectiva (común para todos). Es tan malo que la identidad colectiva sea débil por falta de cohesión, como que aplaste al individuo. La armonía está entre la anarquía y el totalitarismo. Un líder consigue que se actúe con convicción. De un líder se aprende.
Mientras que un jugador tiene cada semana un encuentro con los hinchas que lo alientan o critican y los medios están pendientes de él, los trabajadores reciben tan solo un feedback indirecto de sus jefes o de los consumidores que demandan los productos de la empresa.
Cerebro individual y cerebro social. El cerebro tiene la capacidad de anticiparse. El corazón necesita sangre para funcionar, el cerebro precisa el desafío. Si todo es previsible, no se incentiva. Pero si nada es previsible, se frustra, no resuelve lo que no puede anticipar.
El goce intelectual incluye indicios de anticipación y de sorpresa. Un equipo de fútbol es una empresa humana y, como tal, su grandeza depende de los que la integran. Su modelo de organización es tan interesante que muchas organizaciones lo terminarán imitando.
Es difícil reunir en alguien todas las funciones del cerebro. Para optimizar el rendimiento hay que compensar debilidades asociándose con cerebros complementarios. La esencia del trabajo en equipo es que líder reúna la diversidad y el mérito dejando de lado la tentación del amiguismo. Convocar a los amigos suele cegar la objetividad.
Los equipos de alta competición tienen creativos que aportan las ideas, analíticos que eligen las mejores, innovadores que las concretan, estabilizadores que generan la rutina y socializadores que venden lo que el grupo produce. La calidad bien entendida empieza por conocerse y la sinergia armoniza los componentes con el todo, creando un poderoso cerebro social, donde el todo resultante, el equipo, es superior a la suma de las partes.
La actitud es lo que cuenta. El intelectual trabaja con conceptos, el hombre de acción con personas. El creador innovador le da forma a la ideas, es un cre-actor entre dos mundos. Jefe y empleado miran distinto, pero la empresa se debe a su cliente. Un señor pide un trago, no le gusta, recién el tercero le agrada ¿Por qué el barman no lo hizo bien de entrada? La actitud es un intangible esquivo, escurridizo y esencial. Sólo a 1 de cada 5 le apasiona su trabajo. La sensación de desafío es la clave del aprender. Si algo gusta se practica y así se perfecciona. La escuela no encuentra la vocación y por eso no ayuda a concretarla. Sólo enseña a rendir exámenes y a graduarse. Se necesita un cerebro pensante, libertad y menos jerarquías. Una actitud que evite seres reactivos, temerosos, pasivos, que reciben órdenes.
Benchmarking. La sana envidia es objetiva, se compara con un modelo de excelencia e intenta hacer propias sus mejores prácticas. Se pregunta: ¿Qué puedo mejorar? ¿Cuál es mi modelo? ¿Qué diferencia nos separa? ¿Cómo cerraré la brecha? Elegir el blanco a modelar es crucial. Lo que no se mide no se puede mejorar. La eficacia apunta a generar valor y la eficiencia a realizar bien la tarea. La excelencia descubre el 20% de los factores que generan el 80% de los resultados. Lo urgente no debe prevalecer sobre lo importante.
Gestionar el conocimiento. Gestionar la inteligencia para crear conocimiento es la principal función de la educación. Hay que formular la pregunta justa en el momento oportuno. El temor del docente es que le hagan preguntas, la educación reprime la curiosidad. Por eso casi todo lo que es útil lo aprendemos fuera del sistema. Educados para creer y no para crear destruimos la imaginación y la capacidad de crítica.
Hay esquizofrenia en pedir empowerment pero limitar la autonomía y castigar al que se equivoca; solicitar trabajo en equipo pero premiar sólo el resultado individual; elegir a los que saben competir en lugar de compartir. Los centros de enseñanza (escuelas y empresas), no son democráticos ni se organizan para ayudar y enseñar a pedir ayuda; buscan el perfeccionamiento y no la innovación. Innovar es sinónimo de cambio y cambiar es algo que se resiste por naturaleza. Se innova para mejorar, para eso hay que aprender y aceptar que el fracaso es parte del proceso. Hay que arriesgar pero el miedo está muy arraigado. En un entorno de miedo al fracaso, donde priva el castigo, es difícil que florezca la innovación.
El mérito en un cirujano es que haga bien su tarea y no que conteste bien una prueba. Aprender no se separa del trabajo. La medicina debe comenzar en el hospital, luego vendrá la abstracción teórica. También hay que enseñar a reconocer que no se sabe, que pedir ayuda no es malo y que ofrecerla es un mérito. La innovación y el aprendizaje se proyectan hacia el futuro con curiosidad y voluntad de mejorar. Así generan conocimiento. Pero el saber puede ser una certeza paralizante que trabe el aprendizaje.
La innovación pide reinventar la rueda, el conocimiento afirma que ya está inventada. Aprender a innovar a la velocidad de los cambios es una tarea para toda la vida.
La virtud de los que saben es que no analizan lo que funciona sino lo que va mal o lo que pueden mejorar. Cuestionando o preguntando llegan al quid de los problemas.
La escuela no es un buen lugar para aprender porque enseña abstracciones inútiles. A nadie se le pregunta qué nota sacaste en el trabajo. Importa más ser innovador que recibirse de ingeniero o abogado. Innovación viene del conocimiento que surge de la innovación.
Los conecta el aprendizaje. Para aprender sirve el descontento productivo. El que está contento con lo que sabe no aprende y el triunfo se nutre del fracaso. Si un alumno es inventivo la maestra convoca los padres. La escuela enseña lo que no sirve, lo que debería enseñar es aprender a cambiar es decir a saber gestionar el conocimiento.
Incompetencias sociales Hay gente con competencia profesional y con perfecta incompetencia social, son incompetentes bien preparados. La educación no les enseñó a vivir en sociedad, a convivir. Las debilidades y las fortalezas hay que detectarlas dentro de uno mismo. Las primeras para hacerlas virtudes, las segundas para desarrollarlas.
Las amenazas y las oportunidades están en el entorno. Las amenazas se transforman en oportunidades cambiando la visión negativa de la botella medio vacía por el de la botella medio llena. Todo individuo es un aliado estratégico potencial cuando las relaciones mecánicas, condicionadas por la tarea, se convierten en redes de alto valor, generadas por la comunicación, la creatividad y el compromiso gana-gana. Las empresas inciden según como conforman los grupos de trabajo. El amiguismo debe eliminarse en alta competencia, agrupando individuos complementarios. Creativos que generan ideas, analíticos que elijan las mejores, ejecutivos que las produzcan y socializadores que tejan los lazos.
Así se podrá crear el todo social que resulte superior a la sumatoria de sus partes.
La democracia no es suficiente. Una democracia sin república lleva a la corrupción. No es cuestión de burocracia, sino de darle superpoderes al ejecutivo y eliminar la meritocracia. Cuando se nombran a familiares y amigos algo huele mal. La república es el contrapeso del poder que garantiza la democracia. Las sociedades que avanzan tienen en común su fortaleza institucional. Respetarla trae prosperidad y justicia. Hay gobiernos que usurpan la república para que sea un puente entre el presente y sus objetivos. Para combatir la corrupción hay que ver cómo funciona la democracia. Hay un viejo paradigma de los movimientos sociales: la pobreza y el capital humano se transmiten de generación en generación. Si esto es así, el capital humano se encamina a ser peor. Hay quienes miran con lupa los números y proyectan que esa tendencia de superación está a punto de invertirse.
Si la pobreza y el capital humano se transmiten entre generaciones, con la distribución del ingreso y la educación de los niños, y las diferencias entre la tasa de natalidad en los estratos superiores e inferiores, la sociedad del mañana va a ser más pobre que la de hoy.
Como las habilidades cognitivas están fuertemente influenciadas por la educación y el ingreso de los padres, es probable que el capital humano empeore. Revertirlo requerirá una gran intervención pública en educación, más allá de los recursos asignados.
Educación emocional. Toda emoción es una alerta, ni buena ni mala en sí misma, lo que importa es gestionarla. Al admitir la superioridad del otro, se lo podría tomar como modelo. La sana envidia es un mensaje de admiración, una fuerza impulsora. Al convertir la envidia en admiración nace el deseo de igualar y desaparece el odio. El rival ya no es un enemigo.
La sana envidia busca lo que desea sin eliminar al rival. Su filosofía es ganar-ganar.
Una emoción visitada por el intelecto se torna inteligente: los celos preservan las relaciones, la indignación mejora la autoestima, la envidia moderada se hace constructiva. La solidaridad es renunciar a un bien para compartirlo. La PNL estudia la percepción, cómo el cerebro filtra y organiza el mundo. Investiga cómo desarrollar habilidades personales e interpersonales, partiendo de conocer a los demás y a nosotros mismos.
El Programa PISA de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), identifica las aptitudes de los jóvenes de 15 años, para evaluar si el sistema educativo los prepara para participar en la sociedad del conocimiento. Las pruebas se tomaron a 400.000 alumnos. La UNESCO propone la Educación de calidad para todos. La gran confianza depositada en el Estado como articulador de políticas educativas hizo que algunos países se posicionaron entre los mejores. Sus estudiantes analizan datos, evalúan puntos de vista, comunican con precisión, los ubicados últimos no saben hacer uso del conocimiento.
Para articular el poder individual y social hay que lograr que la gente acceda al poder inteligente y hacer de la educación una política económica, una política social y una política de estado, tomando conciencia que el recurso mayor de la sociedad es su gente y no sus cosas y que el mayor pecado social es no saber cómo educarla.
Para Mahatma Ghandi -1869-1948- los pecados sociales son: Política sin principios, Economía sin moral, Bienestar sin trabajo, Educación sin carácter, Ciencia sin humanidad, Goce sin conciencia, Culto sin sacrificio.
La inteligencia social de una persona se muestra en los grupos que elige participar
El amiguismo obstaculiza la formación de grupos de alto rendimiento. Los equipos que valoran el mérito integran la diversidad. Así el todo resultante es superior a la suma de sus partes. Como en el ajedrez somos piezas del tablero social en interacción con las reglas del juego. Un peón puede ganar una partida y una neurona vale más si está bien conectada.
Toda organización se especializa. Eso puede generar la paradoja del especialista que tiene un martillo y que, por eso, sólo puede ver el clavo. Delegar actividades facilita concentrarse en el objetivo central. Inteligencia emocional es aprender a manejar las propias emociones y a administrar las relaciones con los demás. Ambas implican la posibilidad de concretar alianzas estratégicas. Hacia adentro una empresa puede aliarse con su personal, hacia afuera con su clientes y proveedores o con instituciones de la sociedad.
La inteligencia social afirma que la unión hace la fuerza, que una disposición a agruparse acompaña a los hombres desde los albores de la humanidad.
Ante gobiernos que no mejoran la ecuación social se necesita un cambio individual que se proyecte a las instituciones. Las alianzas estratégicas pueden ser explícitas cuando se formulan o implícitas cuando se utilizan instituciones vigentes para afianzar los objetivos. Sin educación y sin familia una empresa no tendría recursos humanos.
La resiliencia es la aptitud para enfrentar la adversidad y los desafíos, el recurso personal es el empowerment – el poder interior- y el recurso social son las alianzas estratégicas –que combinan los recursos individuales-. Los que sobreviven en un mundo complejo aplican: a) la destrucción creativa: se desatan del pasado y cambian defectos por virtudes, b) hacen foco en los recursos y c) tienen una visión realista del presente.
La innovación toma en cuenta las carencias de cualquier tipo y crea ideas reparadoras. Así nacieron el autoservicio, el container, la caja de fósforos, la publicidad, es decir, en sentido amplio, un sentido común aplicado que asocia los diferentes tipos de inteligencia.
Solo no se puede. Dijo John Donn: “cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra. La muerte de cualquiera me disminuye porque estoy ligado a la humanidad, por eso: Nunca preguntes por quién doblan las campanas, las campanas doblan por ti”.
Dr. Horacio Krell. CEO Ilvem. Dicta conferencias gratuitas sobre métodos para optimizar la inteligencia. Mail de contacto [email protected]
Para leerlo muchas veces.
A veces, todos los días los docente vemos injusticias de parte de nuestros jefes hacia nosotros. Todos tenemos unas horas de trabajo en nuestro recibo de pago. Pero solo aquellos a quienes la honestidad nos arropa, a esos suelen colocarlos a trabajar más horas sin derecho a reclamar. Por ejemplo la profe María tiene 40 horas de trabajo semanal, pero es amiga de tal directivo. Así que solo le asignan 06 horas y de paso falta constantemente. Entonces así lleva más de tres años. Y ni intentes preguntar. En cambio la profe Nancy tiene 40 horas también pero le dan un horario de aula para cumplir 20 horas, trabajando dos programas y asistiendo a trabajar tres días a la semana. Lo que implica gastos de pasaje. No se respeta los años de servicio, incluso te colocan jefes que fueron tus estudiantes. Pero son familiares de los jefes. Indigna tener 20 años de servicio y tener que pedirle permiso para retirarte a una joven que recién está de asistente del jefe. Esas situaciones desmotivan. Ver que tu trabajo tan hermoso con tus estudiantes nunca es tomado en cuenta, sino que otros brillan con lo tuyo. Nota: La Zona Educativa es cómplice de esto. Lo sabe y hace caso omiso.