“De los Apeninos a los Andes» es la historia de cómo todo es posible cuando se reúnen la motivación y el compromiso a través de un propósito vital.
En Génova, al norte de Italia, residía una familia con dos hijos de 11 Y 18 años. La madre debió ir a Argentina para encontrar trabajo sirviendo en una casa. Sus cartas cesaron, tras una que dio cuenta de sus problemas de salud. El más pequeño, Marco, decide afrontar el viaje de 27 días, pero no encuentra a su madre, pues la familia para la que trabaja se trasladó a Córdoba. No acabaron las penurias del niño al llegar, pues la familia se mudó a Tucumán. Consigue convencer a un comerciante que lo aproxime, en un carro tirado por bueyes, que lo deja junto a la Cordillera de los Andes, desde donde marcha a pie hasta Tucumán. Encuentra al fin a su madre, enferma y desahuciada por los médicos. Debe operarse pero ha perdido toda esperanza y se niega. Sin embargo, la llegada de su hijo le devuelve la ilusión de vivir y puede sanar. El relato termina cuando el médico le dice: ¡Eres tú, heroico niño, quien ha salvado a tu madre!
A veces al apego se lo considera una virtud y al desapego una muestra de frialdad indiferente. El bebé que se amamanta calma su hambre y la incertidumbre que le provoca su dependencia. El animal nace completo, el niño indefenso y sobrevive gracias al amor de sus padres.
El cerebro produce oxitocina, la hormona del amor, que sella el vínculo primario. Según como sea el encuentro entre la necesidad del niño y la respuesta materna, el vínculo será: seguro, resistente, ambivalente u ordenado. Esto condicionará el pasaje de la libertad “de” a la libertad “para”.
La oxitocina es el pegamento social. Así como nos apegamos al álbum familiar, hay que saber decir adiós, más allá del dolor de la despedida. El mejor final es el final feliz.
Nos apegamos a personas u objetos que deseamos. Depende de la goma de pegar que se use, el no quedar atrapado y el saber alejarse a tiempo. Hay un lazo entre un bebé y la madre, pero el apego también puede darse con quien ofrezca protección, seguridad y alimento.
Desde la primera infancia se crea una instancia psíquica llamada “Ego” que se reconoce como «Yo», y se afianza a nivel inconsciente a medida que se adquieren creencias, conocimientos, hábitos y sentimientos. El sujeto cree que es eso que hace y que siente.
Aprender a ser es un aprendizaje duro que pocos realizan, la educación no prioriza el autoconocimiento, y va a contramano de la teoría de las inteligencias múltiples, según la cual todos traemos al nacer un genio interior, al que debemos descubrir para luego realizar.
Las patologías de la personalidad atan el Yo al Ego e impiden saber lo que uno quiere y lo que uno es. El Ego no es la persona real. La creencia falsa que lo crea impide potenciar el Yo que se debería llegar a ser. Uno se identifica con un fragmento de sí mismo y desconoce la dependencia a que fue sometido, hasta que se despierta. El riesgo de no descubrir el genio interior es quedar atado a roles no alineados con el centro espiritual. Esto hace que nadie parezca muy contento con su trabajo.
Diferencias entre motivación y compromiso
La motivación es lo que empuja, es el motivo de la acción. Cuando uno necesita ser motivado, significa que el incentivo viene de afuera. Cuando la motivación es interna, cuando la persona ha logrado descubrir a su genio interior, es más fácil llegar al compromiso y a que la persona avance por sí misma para materializar su realización.
Para esto el cerebro cuenta con tres partes (el lóbulo frontal que es la sede del pensamiento lógico, el sistema límbico que regula las emociones y el parietal que funciona como ordenador). Entre los tres conforman la mente psicológica.
En el sistema emocional todo es impulso, impronta, espontaneidad, no hay cálculo, ni reflexión, ni inhibición. El sistema frontal agrega la comparación, la imaginación, la visualización del futuro, la comprensión, el discernimiento, es decir la parte lógica del cerebro humano. El sistema ordenador es el que se parece a la computadora, es el que clasifica y traza coordenadas.
Sincronizar el sistema nervioso humano y digital
Los genes son responsables del 10 % de las redes existentes en el cerebro, pero el 90% se formatean con la experiencia y el conocimiento. Los lóbulos prefrontales son el último eslabón y completan su maduración a los 21 años. La forma de ver y actuar en el mundo, los planes y proyectos, el desarrollo personal, dependen de su funcionamiento. Son los pilares de la neuromodelación consciente porque permiten planear el destino, como una vía de escape al condicionamiento que los genes imponen. Permiten seguir o cambiar, remodelar lo que ya no se desea, crear redes y lograr que los proyectos se concreten.
Reformatear el cerebro
El cerebro se modela con la actividad que se realiza. La Universidad de Londres en estudios realizados con taxistas, advirtió que mejoraban cada año el hipocampo, la región que regula la memoria espacial. En 2002 comprobaron en Alemania que los músicos tenían más desarrollada la circunvolución de Heschl. Lo mismo se verificó en personas bilingües. La conclusión es que la actividad crea neuronas. Los ejercicios físicos preservan la salud cardiovascular, los cognitivos preservan la mental.
Si queremos ser sabios en la vejez debemos reformatearnos. Usamos más el hemisferio izquierdo que automatiza las respuestas y la experiencia. El que aprende es el derecho y lo delega en el izquierdo que adquiere la capacidad para reconocer y ejecutar. Si por rutina o comodidad dejamos de investigar se detiene el proceso y el cerebro se estanca. Lo que no se usa de pierde.
Para Platón «La virtud, como el arte, se consagra a lo que es difícil de hacer, y cuanto más dura es la tarea, más brillante es el éxito”. La edad no es una traba. Desarrollo no es lo que tenemos sino lo que hacemos con eso. La gimnasia mental crea la neuroplasticidad porque relaciona acción, imaginación y memoria. Dijo Einstein que la imaginación es más importante que el conocimiento.
Inteligencia emocional
La motivación forma parte del aspecto emocional e implica el movimiento. Se trata de salir de un lugar o una situación. Ese movimiento, para no detenerse, necesita el combustible de los incentivos, que son como empujones para que se muevan del lugar donde están.
A cada minuto, en el mundo moderno, aparece un nuevo disparador. La motivación que genera es útil como impulso, pero no culmina necesariamente en un proyecto. La inteligencia emocional consiste en aprender a administrar las emociones y las relaciones con los demás.
Comprometerse es el resultado de un proceso. Hay una cierta relación entre compromiso y propósito o razón de ser o existir. En el compromiso hay una cualidad existencial que no se da en la motivación. Quien se compromete verifica con qué recursos cuenta, traza una hoja de ruta, evalúa las dificultades que deberá afrontar y avanza con una brújula interior que le señala el rumbo.
La brújula o el radar
Hay que dejar de valorarse desde afuera, evitar ese radar con el cual la sociedad del consumo lleva a imitar a la moda o a ricos y famosos. Antes de cambiar todo eso está afuera y desde allí se regula la existencia. Ni siquiera se sospecha de que existe el centro vital.
Al perder la conciencia, se actúa en piloto automático. Esto genera seres vulnerables, dependientes, reactivos, adictos, que se frustran, se tensionan y se atemorizan. Seres que se irritan si no sucede lo que desean. La brújula interior es la fórmula del cambio.
Motivación más compromiso
No se puede llegar lejos, “De los Apeninos los Andes”, a fuerza de saltos, con una motivación tras otra, ni generar compromiso sin un propósito que magnetice a las energías vitales. Motivación y compromiso no producen resultados mágicos sin un propósito que los conecte. Como dijo Nietzsche quien tiene un para qué o un por qué hallará cómo realizarlo.
Inestabilidad emocional
Hay mucha gente que se entusiasma rápidamente con las motivaciones pero en cuando aparecen los problemas se aleja.
La estabilidad emocional es la clave de la personalidad y se refleja en el control mental de las emociones, en cómo se soporta la adversidad, en enfocar con realismo las vicisitudes, en ser perseverantes, en confiar en los recursos propios, materiales y psíquicos y en las relaciones, para salir adelante, manejar los impulsos, mantener la calma y funcionar con flexibilidad.
La persona inestable suele huir de la realidad. En lugar de reponerse y superar el pasado, caen en estados anímicos de ansiedad, tristeza, bronca o culpa, lo asedian las preocupaciones, sus reacciones son impulsivas, los conduce la impaciencia y evidencian una baja autoestima. Sus reacciones para evitar o negar los hechos son la resignación, o caer en fobias, angustia, trastornos de sueño o enfermedades. Se asustan mucho, guardan resentimiento y no pueden olvidar los sucesos negativos.
Para ellos el entorno es amenazante, todo es difícil de encarar, irresoluble o hasta catastrófico, con el consecuente sufrimiento que entrañan. Suelen depositar la responsabilidad en los demás, esperan que se hagan cargo, quejándose cuando no se da y trasladan sus problemas a otras áreas de su vida.
El origen de la inestabilidad puede rastrearse en la sobreprotección en la niñez que lleva luego a demandar soluciones paternas y quedar luego anclados en la inmadurez. Otros buscan soluciones ideales que derivan en rápidas decepciones y abandonos ante las exigencias de la realidad.
Los peligros de la inteligencia digital
La pregunta sobre inteligencia artificial, polarización y democracia revivió en el referéndum británico para salir de la Unión Europea, de qué modo la big data ayudó a influir en el voto por abandonar la Unión Europea. Necesitamos comprometernos mucho más con la educación en tecnología digital. Esto no significa necesariamente que tenemos que aprender a programar. Pero votar responsablemente en una democracia significa estar políticamente informados. Si no queremos que este desarrollo global sea un riesgo para la democracias, necesitamos hacer de la tecnología y cómo funciona una parte de la educación.
La huella digital -el historial de búsquedas en Google, «Me gusta», compras, etc- podría tener puntos en común con la idea del inconsciente freudiano y la huella mnémica, algo que va más allá del recuerdo consciente. Hay preocupación por la reproducción de determinados sesgos en los supuestamente deshumanizados algoritmos que pueden resultar discriminatorios. Carecemos de reglas (formales e informales) para dirimir qué tipo de información es aceptable capturar y distribuir, así como las reglas para explotar comercialmente esta información. La regulación de esta área es de una complejidad extraordinaria, dado que la línea que separa lo público de lo privado es casi inexistente. Es un área en el cual no está claro cuáles regulaciones son posibles, necesarias y beneficiosas. Con la revolución iniciada, sus consecuencias todavía están por verse.
La mente dividida
Un cuerpo que calla o contiene las emociones, provoca daños y perjuicios a la salud. Definitivamente somos lo que pensamos: El camino a la felicidad no es recto, hay curvas llamadas EQUIVOCACIONES, semáforos llamados AMIGOS, luces llamadas FAMILIA, una llanta de repuesto llamada DECISION, un motor llamado AMOR, un seguro llamado FE, un combustible llamado PACIENCIA, y un conductor llamado CREADOR o como lo quieras llamar.
Tomar las riendas
La mente que no abreva en el espíritu carece de señales que la orienten, vaga errante y las emociones no se alienan. Cualquier éxito es fugaz y los traumas se consolidan. Pero cuando se anclan al espíritu brindan la sensación de unidad, amor y paz. La mente es un software que puede brindar libertad o un ego dividido, cuando el programa está infectado por los virus del contexto. Así se fabrica una prisión sin que se advierta.
Tienes costumbres, cosas que se vuelven habituales y hasta lógicas. Es tu parte de robot, que sirve para realizar actos mecánicos, pero no para disfrutar. El mundo con el que te relacionas y amas fue creado por tu mente, no es el mundo real.
La clave es comprender y tomar conciencia. Entonces lo que te esclaviza se desmorona, va perdiendo poder sobre tu creatividad y remplazas al robot que antes eras. Sólo en la medida en que seas capaz de ver a alguien tal como es, aquí y ahora, no como es en tu deseo o en tu imaginación. Ningún valor que dependa de lo externo es absoluto. Los que han alcanzado la iluminación comprenden que un diamante es una piedra a la que la mente dio valor. Los reyes son lo grande o lo pequeño que tu mente decida que sean. La felicidad y la desdicha dependen de cómo afrontemos los acontecimientos, no de su naturaleza. Redescubre lo que puedes lograr, si eliminas la reja que te pusiste. Los que creen en cosas equivocadas, igual que los que apuestan por aquello que los limita, reivindican para ellos mismos la prisión espiritual.
“De los Apeninos a los Andes” es la historia de cómo todo es posible cuando se reúnen la motivación y el compromiso a través de un propósito vital. El estado de flujo, de productividad máxima, no es un sacrificio, sino un estado que promueve la potenciación de las aptitudes naturales. Es una sensación de control de las emociones al servicio del Yo, donde desaparece la conciencia de uno mismo y se abandonan las preocupaciones. Entonces la conciencia se funde con el hacer que se vive como recompensa, se deja de lado la reflexión sobre uno mismo y sobre lo que se hace, se siente una sensación de plenitud, las respuestas se ajustan a la exigencia de la tarea y las emociones se activan y se alinean. Estado de flujo es un entrenamiento de la atención y la energía psíquica para poder transferirlos a situaciones diversas, aplicando el control mental y la inteligencia emocional.