Tienes una persona interesada en lo que vendes. Te dispones a descolgar el teléfono o abrir el mail para contarle los detalles. Te empiezan a sudar las manos. Sudor frío que te hace temblar. Miedo. Pánico. «¿Qué precio digo? No quiero perder el cliente.»
Esta es la clásica situación que llevo más de 10 años encontrándome en mis clientes.
Las creencias limitantes y la inseguridad sobre los precios que ponemos hacen que al futuro cliente le llegue esa inseguridad y pierda el interés en contratarnos.
No es lo que valemos, es lo que emitimos.
El lenguaje no verbal ocupa un 65% de nuestra comunicación y en él se incluye el tono de voz, corporalidad, gestos faciales, etc. Esto hace que nuestras emociones internas, miedos e inseguridades se transmitan inconscientemente a quien tenemos enfrente.
El miedo a no tener clientes suficientes hace que la tendencia a bajar los precios en los emprendedores, noveles y no tan nobles, sea una realidad en alza.
Estas son las 5 señales de alarma que te muestran que estás cobrando por debajo de tu valía.
- Sientes que todo el mundo sabe lo mismo o más que tú por lo que tu trabajo no vale tanto. Si tienes este tipo de pensamientos te diré que te estás enfocando en el público equivocado y con la mentalidad equivocada.
Siempre habrá un segmento de personas a las que puedas ayudar con tu expertise por muy bajito que sea, personas que saben menos que tú y tienen el problema que sabes resolver.
Práctica: pensar en ese segmento con cada tarea que hagas y poner el foco donde sí puedes crecer.
- Piensas que poniendo precios muy bajos, venderás más. Creencia errónea. Según la psicología de los precios, un precio alto muestra calidad, personalización o exclusividad, confianza, seguridad y expertise al producto o servicio que lo sostiene.
Sin embargo, un precio bajo muestra poca calidad. Dependiendo del sector, la audiencia puede pensar que por un precio muy bajo no va a resolver su problema y por tanto aunque sea un precio bajo, para ese usuario será perder el dinero. Única y exclusivamente se vende más al bajar precio cuando ya se ha construido una reputación, comunidad y audiencia muy grandes. Si no es tu caso, huye de esa estrategia.
- Crees que te faltan conocimientos y por eso bajas tu precio. Todo humano pasa el 100% de su vida aprendiendo y evolucionando, por lo que siempre habrá algo que no sepamos. A mis clientes, siempre les recomiendo que hagan un listado de imprescindibles, de verdad, y que lo empiecen a aprender o deleguen en alguien que ya tenga ese conocimiento. Ver el problema, tomar decisiones y ejecutar la solución.
- Tu trabajo te encanta y no quieres aprovecharte, sientes culpa al cobrar porque no le das valor a lo que haces. Ve al punto 1 y lee de nuevo la práctica que te recomiendo. No eres culpable de que las personas tengan determinados problemas, eres parte de la solución. Vivir de lo que nos apasiona es un techo mental que hay que romper socialmente.
- Tiendes a aumentar lo que incluyen tus servicios por juicio a haber cobrado mucho. De nuevo la justificación y la creencia de «solo se consigue dinero con esfuerzo y sacrificio». ¿Hasta cuándo? Hacerse consciente de todas las formaciones, horas dedicadas y esfuerzo a crear el producto/servicio que estás ofreciendo te hará ver que es esfuerzo y el sacrificio ya lo llevas integrado y es momento de empezar a recibir dinero por ello.
¿Has sentido alguna de estas señales de alarma? Toma decisiones, sube tus precios y empieza a cambiar tu facturación. No eres tus resultados económicos ni tus precios. Trabaja tu mentalidad y validación interna y ganarás esa seguridad para dejar de temblar cuando tengas que dar tu precio.