por Dr. Horacio Krell – ¿Director de Ilvem. horaciokrell@ilvem.com
La palabra puede herir más que un arma o enaltecer más que los éxitos. Vamos construyendo nuestro yo con cada palabra; lo que nos permiten entender y procesar lo que nos pasa.
El siglo de las redes no es sin duda el siglo de las luces. Las malas palabras son contagiosas, dominan el espacio político, los medios de comunicación y la conversación. Hace tiempo se sentaban en el Parlamento profesores o académicos, ahora lo hacen personas cuyo oficio es ser políticos. Gente sin obras publicadas y cuyo discurso es el de presumir que sirven a la patria.
Cuando van a los medios omiten datos, dicen medias verdades que son como mentiras. Y la guarangada se destaca en la conversación cotidiana como una palabra más. Lo que denota un insulto es un fracaso. Los insultos nacidos de la lengua suelen ser graciosos, como mequetrefe, pero los heredados de la historia, como nazi o crápula, han invadido la lengua.
La buena palabra se emplean para sacar ventajas políticas. Austeridad, por ejemplo, que significa renunciar a lujos, es convertida en política de austeridad por los gobiernos para lograr que los ciudadanos sean austeros, mientras ellos derrochan o malgastan los recursos públicos.
El estado de salud de la lengua es de convalecencia. Si la educación se ocupara de la lengua se lograría su dominio profundizando la estructura del relato. Sin estructura no hay conocimiento.
Las redes sociales, mientras tanto, catalizan los insultos desde el anonimato. Argumentan desde la libertad de expresión, pero desde anonimato pueden tirar la piedra y esconder la mano.
Por fortuna los ejércitos de degradación lingüística no han logrado degradar a la lengua que conserva el sentido del humor y se enriquece. El insulto y su repertorio crecen. Hay que ser tolerantes con los males del idioma, porque un error de hoy puede hacerse ley mañana.
Al principio el diccionario no incluía palabrotas
Ellas no degradan a la lengua como tal, sino a la estima social y a los modales de cortesía. Hay guarangadas incluidas en la mente como interjecciones que ya no insultan a nadie, porque la percepción social ha cambiado.
Ya no se juzga. Pero no decir en el Parlamento lo que se dice en el bar no es censura. Es adecuar el mensaje al contexto. Nadie se escandaliza hoy si escucha me cago en … .
Se ha empobrecido el debate y las redes destrozan la vida pública haciendo de la vida privada un espectáculo. Los insultos eran en la comedia antigua la sal del intercambio ideológico.
Pero hoy, la identificación del partido con su único líder y la falta de ideas, destruyen el debate. El clima de campaña hace que la reelección prime sobre gobernar bien y sobre el bien común.
Los insultos no hacen más que reflejar la falta de un proyecto real y la incapacidad de entablar un diálogo constructivo. Es más fácil insultar y demonizar que ejercer la dialéctica. En las redes sociales, el intercambio está dominado por impulsos que manifiestan un desinterés por la razón.
El cerebro triuno
Las neurociencias demostraron que el cerebro resultó de la evolución, que no fue creado para el hombre. Heredó los instintos del reptil, las emociones del mamífero y el tallado del alfabeto en el cerebro introdujo la razón en la corteza cerebral. Estas áreas no están en armonía y una ignorancia triunfante fomenta la propagación del odio.
La palabra es una medicina que puede dar la vida o la muerte. Aristóteles reconocía que una buena conversación cultiva las relaciones humanas. La pseudoconversación basada en el insulto degrada y pone en peligro la vida en común. Para entenderlo hay que observar las amenazas.
La cultura de la cancelación
Afirma que lo que no se nombra no existe. Pero los humanos somos el lenguaje, pensamos y comunicamos con la palabra. Con ellas amamos y odiamos, hacemos guerras, consolamos, damos sentido, criamos hijos y lloramos pérdidas.
Una palabra puede herir más que un arma y otra enaltece más que los éxitos. Vamos construyendo nuestro yo con cada palabra que nos permiten entender y procesar lo que nos pasa.
Una escuela prohibió el libro “Maus” sobre lo vivido por el padre de Art Spiegelman, sobreviviente del holocausto. En forma de historieta los personajes judíos son ratones. El libro recibió el premio Pulitzer y es un texto de referencia pero la escuela lo encontró impropio para la educación de sus chicos porque hay “malas palabras” y muestra “roedores desnudos”.
La importancia de los relatos es que permiten a los niños manejar sus ansiedades y emociones con personajes que ordenan el océano emocional en el que viven y estos cuentos proveen herramientas para no quedar desprotegidos y poder administrar su mundo interior.
Estos personajes recrean estereotipos que existen, sobreviven en la memoria y los preparan para enfrentarlos. Su nombre es claro y comprensible. Son atajos para operar temas sensibles.
El nazismo quería construir una “raza superior’’ con la reingeniería genética. Hay una movida que pretende hacer desaparecer conductas individuales y sociales con prohibiciones y castigos.
Deciden cambiar los cuentos que estimulan y naturalizan la crueldad y la violencia. Ya ningún lobo se come a Caperucita ni un flautista vengativo lleva a los chicos a la muerte. Los cuentos se edulcoran para que los niños crezcan como adultos no contaminados por la ira, el dolor y la maldad. Al borrar al lobo, símbolo del acoso y al flautista emblema del filicidio, eso desaparece. La cultura de cancelación y su estrategia apoyan la idea de que si algo no se dice deja de existir.
Es cierto que la palabra tiene un poder evocativo que la convierte en imagen de inmediato. Se lee caballo y aparece uno, no se puede evitar. Y si no lo leo, no lo veo y podría creer que no está. Pero sigue estando, como todo lo que se quiere negar. La cancelación voluntarista y autoritaria sobrevalora la palabra y tergiversa. Las cosas no desaparecen si no se las nombra.
Gestionar el cambio
Se puede transitar la vida como si fuese un camino recto usando creencias aprendidas desde lo familiar, lo social y/o lo educativo.
Así las creencias reemplazan a las emociones y eliminan la necesidad y el querer. El miedo y la ansiedad llevan a desvalorizarse y a permanecer en la zona de confort, a naturalizar lo que pasa, a sobre adaptarse. El terror a la pérdida existe pero para no desconectarse es necesario planificar lo que sí se puede, continuar con lo soñado, aunque con modificaciones. Armando el plan B no se pierde identidad. Las emociones son el GPS de la vida, permiten saber qué nos pasa, qué necesitamos.
Crecimos con un relato
Es el de “cómo se deben hacer las cosas”, algo aprendido pero no creado. Al replantearlo, podemos cambiar para elegir una vida más sentida que pensada.
Con una buena gestión emocional, se crean relaciones positivas. Reconocer los temores y validar los deseos lleva a vivir de un modo más elegido que exigido, creando lazos felices.
Nos cuesta liberarnos de estructuras aprendidas, de frases como “mejor no se lo digo, se puede enojar”. La lista es larga en el contexto de una sociedad exitista que obliga a marcar lo negativo, dejando en segundo plano las fortalezas. Y eso desequilibra la balanza emocional.
Tememos al fracaso, por eso vivimos con ansiedad y estrés. Para desactivar el boicot emocional hay que definir las metas en forma clara y concreta lo que baja el nivel de ansiedad. Hacer un lista de logros debe convertirse en un hábito que ayude a fortalecer las habilidades blandas.
Visualización creativa
La automotivación impulsa a alcanzar los objetivos y es funcional a todo. La visualización del objetivo, conecta todos los sentidos como si se lo estuviera viviendo. Este ejercicio rebaja los niveles de cortisol y adrenalina, porque el cerebro no reconoce si lo que nos pasa es real o emocional. Solo el 3% de los miedos se hacen realidad pero afectan la vida emocional. La clave es lograr que los sueños le ganen al temor. Esa es la clave del éxito.
Somos seres sociales
Estamos diseñados para interactuar. La soledad produce angustia, precisamos sentirnos queridos. Un 35% de la población vive sola por elección. Conectarse con los sentimientos permite crear hábitos como construir vínculos saludables y elegidos.
Son respuestas que se adquieren frente a situaciones. Saber que alguna vez nos representaron es saludable porque la manera de sentir y pensar va cambiando. Lo no expresado se manifiesta en negatividad. Lo esencial es ser consciente, desactivar lo disfuncional y activar lo que sirve.
Somos lo que pensamos
La autoexigencia, la baja tolerancia a la frustración y el perfeccionismo aumentan la ansiedad y la preocupación. No personalices, no todo tiene que ver contigo. No etiquetes. Si algo sale mal, espera antes de catalogar. No te sobreexijas. No te quedes pegado al debe ser sino a cómo deseas que sea. Aprender a tramitar los cambios modifica la vida. Las creencias limitantes determinan cómo te ves y cómo lo vives y a sentir que todos pueden ser felices menos vos. Pero puedes aprender a desprogramar.
La ansiedad por la pospandemia
Los “años locos”: los años 20 del siglo pasado, fueron de excesos, de clandestinidad, de ola feminista y del jazz. Fueron los que marcaron el pulso. A eso se sumaron las tecnologías de comunicación (automóviles radio, cine) y el consumo masivo.
Hace poco Minnie, la novia de Mickey Mouse estrenó pantalones: un siglo después que se impusiera la prenda como parte de la renovación femenina. También se recuperan visiones de esos años, que, desde la ficción y la ciencia, encerraban proyecciones capciosas y delirantes.
Hoy se merodean aspectos de la irracionalidad, el exceso de información como factor de incomprensión y el terror reverencial a lo inasible. La humanidad siempre ha temido al caos aunque ahora se vuelto tan común y omnipresente que se coloca en el centro. Repasando hechos y anécdotas en los límites de lo explicable, el tema es qué hacer con el desorden.
Una de las mayores utopías del orden está en la compilación (Caja Negra) que rescata textos de científicos pre y posrevolucionarios de 1917 que emprendieron la busca de la inmortalidad y la conquista del espacio. Un poder creado a la luz de la lingüística y las ciencias de su tiempo para concebir un “Estado universal centralizado” capaz de la resucitación y de habitar otros planetas.
El hombre, comprometido con su ideal de progreso y con sus semejantes, debía vencer al Tiempo (la muerte) y el Espacio (los límites del planeta Tierra). Todo sin límites, lo que puede sonar delirante hoy. Hay una línea común que cruzan la ciencia ficción, la percepción de realidad y los límites del lenguaje. La infinitud, el progreso, la velocidad de cambios, el agobio ante la realidad, temas vigentes hoy, pueden ser explorados con la mirada del siglo XX que luce extraviada. La locura y el cosmos se cruzan en ese territorio.
El hecho más misericordioso del mundo es la incapacidad de la mente humana para relacionar todos los contenidos.
Las dos palabras más poderosas
“Sí” y “No” son términos que fijan límites como un “semáforo”: no todo es luz roja, ni todo es verde. Decirle “Sí” a lo bueno y “No” a lo malo. Fijar límites es un signo de salud mental. El límite no limita, más bien libera. Mejora las relaciones al saber lo que se permite. El NO es el límite a la omnipotencia. Si le dices SI a todo debes practicar el NO, que es el límite a tu libertad. Aprende a decirle No a lo que no sirve y Sí a lo valioso, para vivir una vida de crecimiento y avance sano, física y mentalmente. Tienes límites. Tu desafío es atravesarlos sin compararte ni competir con nadie, sino superándote.
Los universales de la experiencia
Hay un juego entre los hechos que suceden, los símbolos que los registran y las ideas que surgen del intercambio y que sostienen entre sí una relación dialéctica e interactiva. La imagen, por ejemplo, surge de la capacidad de imaginar y es la huella mnémica del objeto que registra y que podrá reproducir. El hemisferio izquierdo del cerebro se encarga de la palabra y el derecho de la imagen. Se comunican a través de un manojo de fibras nerviosas. El concepto abstrae rasgos comunes: “el qué”, la imagen es una identifica: “el quién”.
Einstein dijo que “la imaginación es más importante que el conocimiento”, porque lo pone en movimiento. Desde la imagen la reflexión se concreta y no desde categorías lógicas que dan seguridad pero no recuerdo ni ideas. La imagen vive en el concepto como posibilidad. La lógica y la experiencia se complementan, como imagen y concepto. El discurso parte de conceptos que se traducen en imágenes. El hecho vive en la imagen. Los conceptos no pueden encapsularlo.
Hoy la imagen vence a la palabra
Porque el esfuerzo para interpretarla es mínimo. La comprensión de la imagen es explicita no hay que hacer nada para interpretarla.
El cerebro cambió a medida que avanzó la tecnología, antes todo era día o noche y el reloj permitió una medición exacta, el espacio era infinito y fue sustituido por su representación concreta por el mapa, la lectura era oral y de memoria, de uno para todos y con la aparición de la imprenta el libro se hizo universal y la lectura silenciosa, la información restringida fue ampliada por el acceso amplificado y simultáneo por internet. La imagen facilita el proceso simultáneo e inmediato, en tiempo real, en cambio la lectura se realiza en un proceso más lento.
Diálogo apreciativo
Potencia lo positivo para arribar al deseo con la conducta. No niega al obstáculo, hace palanca en lo positivo como fuerza impulsora. En cambio la solución de problemas identifica la causa, las hipótesis, elige la mejor, traza el plan y lo ejecuta. El diálogo apreciativo enriquece lo positivo y construye lo mejor. Como el «sí» es más fuerte que el «no», usa el poder psíquico que otorga la visión. El problema sujeta a una opción única, el diálogo abre. Pensar en negativo ata a recursos que siempre son escasos, el diálogo abunda en opciones. Uno cierra la mente y el otro la abre. Como el paracaídas la mente sólo funciona cuando se abre.
Modelar lo mejor
Siempre hay algo que funciona bien en lo cotidiano, al enfocarlo hacia el futuro, se empieza a innovar. Primero Descubre (Discovery) lo bueno. Luego Sueña (Dream). Imagina con el poder de la visión. Diseña (Design). Define lo que será y cómo se hará. Decide Co-construir el ideal. Destino (Destiny). Realiza el sueño, gestiona y monitorea el cambio, experimenta, prioriza, y analiza la causa del éxito o del fracaso. El banco de experiencias positivas nutre a la inteligencia emocional en confianza, en aceptar el riesgo, en entusiasmo, independencia y en evitar lo malo que pasó. El peligro es ser complaciente, arrogante o culpar a los demás. Con el balance se logra la humildad y el equilibrio de la percepción. Como dijo Demóstenes: “La palabra que no se convierte en hechos, no sirve para nada”