“La razón por la que surgen tantos idiotas de nuestras escuelas es porque no tienen ningún tipo de contacto con nada útil para la vida diaria. Petronio 66 A.C”.
Perder el trabajo o no tenerlo es el trauma de la Europa de hoy. Quien lo tiene teme perderlo y el que no sufre. No hay garantías, lo que nos hizo exitosos ayer hoy ya no está. El conocimiento se devalúa, hay que renovarlo o sustituirlo, deshacerse del que no sirve, incorporar el que se precisa. Todo depende del saber. Tener el conocimiento que el mundo valora asegura el presente. Una persona de 50 años que pierde el trabajo lo puede reponer porque puede aprender. El cerebro tiene plasticidad para aprender cuando está motivado. Pocos adultos tienen planes para aprender. Y el que falla al planear planea fracasar.
Japón comprometió su identidad, asociada al trabajo de hacer cosas. No imitó la innovación de Apple, Google o Facebook, que sostienen el crecimiento de EEUU. Su modelo de fabricación antiguo le hizo recortar salarios y precios para competir con los tigres asiáticos y acentuó su deflación. Japón debe concentrarse en lo que hace bien, no en dejar de hacer.
Pobres los jóvenes. El 50% está sin trabajo y de vuelta a la casa paterna en España y Grecia. Esta generación NINI no estudia ni trabaja, es una generación perdida. En los países emergentes son más optimistas, pero el deseo de seguridad y la aversión al riesgo cierran sus mentes. Saturados de información culpan a la tecnología, que sube por el ascensor y el joven por la escalera. Los nacidos en el baby-boom culpan a la computadora y sobreprotegen a sus hijos. Derrotados por la tecnología, se dedican a culparla.
Países como Suecia o Finlandia evitan el incremento de suicidios que afecta a Europa invirtiendo en ayudar a la gente a recomponerse en vez de darles dinero. Un irlandés pensó en suicidarse, al quebrar su agencia de autos. Imaginó su propio entierro y a sus hijos siguiendo el coche fúnebre pero reaccionó. Fundó un servicio de ayuda al suicida.
La materia prima del cerebro. Es la materia gris que adquiere valor con la educación y la cultura del ejemplo. La escuela atrasa, insiste en que los chicos sepan, mientras las empresas necesitan que hagan. Ellos estudiaron para que se los prepare para el trabajo. Es
una generación sobrecalificada pero sin conocimiento útil. Es poco lo que saben hacer, carecen de la experiencia que se adquiere practicando, equivocándose y corrigiendo errores.
La promesa a nuestros jóvenes fue que a mayor educación tendrían mayor prosperidad. Pero la educación no soluciona el objetivo mínimo de garantizarles cómo ganarse la vida.
La Iniciativa Ciudadana Europea es un esfuerzo de la UE para que sus electores propongan leyes ¿Pero los políticos se centran en los proyectos más valiosos o en los que les llama más la atención? Lo ideal es que surja un derecho europeo más orientado por valores. La tecnología puede ayudar a gobernar a partir de Twitter.
Eran otros tiempos. Nuestros mayores carecían de formación pedagógica pero tenían sentido común y diseñaron un modelo de aprendizaje donde los niños practicaban las mismas tareas y las mismas habilidades que iban a requerir cuando fueran adultos.
El niño trabajaba bajo la supervisión de un adulto que lo corregía y ayudaba. Así quedaba preparado y seguro para ejecutar las tareas requeridas porque contaba con la experiencia.
Los niños de hoy van al colegio, estudian y se relacionan. La experiencia configura al cerebro, pero la oportunidad que tienen de acceder a actividades útiles es nula. Hay que revisar lo que se enseña y cómo se enseña para aproximarlo al mundo real. Esto obliga a modificar la relación universidad empresa, a rediseñar las carreras en base a proyectos en lugar de materias y a incorporar profesores que provengan del ámbito empresario.
El National Trust de Gran Bretaña reveló que uno de cada diez niños juega en lugares agrestes, 9 de cada 10 reconocen al robot Dalek y la mitad no puede distinguir una abeja de una avispa. Esto señala un trastorno social, adolecen de un déficit de naturaleza.
La educación sigue insistiendo en enseñar qué pensar en lugar de enseñar el cómo. El conocimiento no es algo que se tiene, es algo que se hace. En el mundo laboral no es cuestión de saber sino de saber hacer. Se paga por hacer y por hacerlo bien.
Un problema sigue siendo problema hasta que se obtiene el conocimiento para resolverlo. Una vez adquirido, deja de convertirse en un obstáculo y se progresa para solucionarlo, hasta que surja otro y así sucesivamente se active la inteligencia. La inteligencia saca partido de lo que sabe e incorpora lo que no sabe. La innovación empieza por uno mismo.
Hijos de inmigrantes dejan EE.UU aburridos del seguro trabajo de 9 a 5 y motivados por los emprendimientos de sus pares. Notan que en sus países, hoy en vías de desarrollo, pueden acceder a una energía creativa rodeados de gente que quiere hacer algo nuevo.
Inventar el futuro. No se puede vivir en el pasado sin innovar y conformarse. El saber empieza a depreciarse y se hace obsoleto. Es importante invertir en recrearlo antes que no valga nada. Un país con desempleo debe reformar su educación, apostar por la renovación del conocimiento y reaccionar antes de que sea tarde. No hay nada más potente que una idea a la que le llega su hora y la maquina que las produce es el cerebro que tenemos todos
Si resucitara un maestro del siglo xix podría ingresar al aula y dar sus clases sin problemas.
El Titanic naufragó en 1912. Para Jérôme Bindé, director de Unesco, debemos salir de la democracia del instante. Ulrich Beck sostuvo que hay que recrear la política para que no se someta a la economía. 100 años pasaron y la tragedia atrae a cada generación. Es un espejo de las grandezas y las bajezas humanas y de errores que pudieron evitarse. Gente arrogante navegó a toda velocidad en aguas desconocidas, repletas de icebergs. No nos puede pasar. Somos demasiado grandes para caer ¿Cuántas veces oímos eso antes? Bruce Ismay, de la compañía propietaria, ordenó que siga después del choque y apresuró el hundimiento. Creía que era insumergible. El paralelo con la actualidad es la ceguera ideológica que impide ver
Los jóvenes del sur deben arriesgar más sin autocompadecerse. El norte de Europa, al que pueden acceder, no registra el mismo desempleo. Es un viaje que no se animan a emprender, como tampoco el viaje al autoconocimiento para descubrir al genio dormido y desarrollar el empowerment, el poder interior estancado porque la energía se bloqueó. Para cambiar hay que hacer de la educación e igualdad de oportunidades políticas de estado.
Finlandia hace 10 años lo hizo. Su lema fue “somos tan pobres que debemos invertir en educación”. Hoy no tiene pobres. Los maestros y no los ricos y famosos son las estrellas de la sociedad. La educación es la industria pesada nacional porque fabrica ciudadanos.
Las inteligencias múltiples confirmaron que todos somos genios. Para descubrir al genio hay que priorizar los derechos a los deberes. Las emociones son el soporte del intelecto.
Un ciego y un paralítico, perdidos en el bosque, se salvan si el paralítico se sube a las espaldas del ciego y le señala el camino. Emoción e inteligencia van de la mano.
Los niños no crecen como la lechuga. En la edad de los principios deben aprender LOS PRINCIPIOS. Nacen incompletos, su cerebro es una página en blanco a completar. Debemos educarlos en la cultura del ejemplo sin delegar todo en la escuela. Los niños no son el futuro de la humanidad somos nosotros el futuro de nuestros hijos. El mundo ya no es la herencia que recibimos de nuestros padres sino una hipoteca que les estamos dejando. No seamos los culpables de producir otra generación perdida.
Dr. Horacio Krell es el director de Ilvem. Dicta conferencias gratuitas sobre métodos para optimizar la inteligencia. Su mail de contacto es [email protected]