por Dr. Horacio Krell*
El cerebro ha ido moldeándose y desarrollándose, incorporando nuevas estructuras y capacidades que han permitido a la humanidad alcanzar niveles sin precedentes de dominio sobre el mundo que la rodea. Una de las primeras adiciones al repertorio cerebral fue el cerebro reptiliano, que se encargó de los instintos básicos y los hábitos para la supervivencia. Este legado se hace sentir en los impulsos más primitivos, como el deseo de buscar comida o evitar el peligro.
Posteriormente, el cerebro límbico emergió
Introdujo la capacidad de experimentar emociones más complejas. Esta adición permitió a los seres humanos establecer lazos emocionales con sus crías y formar sociedades más cohesionadas. Un ejemplo práctico de esta evolución puede verse en la forma en que los padres modernos cuidan y protegen a sus hijos, una manifestación de los lazos emocionales que se formaron hace miles de años.
Finalmente, el cerebro racional entró en escena
Fue el que dotó a los seres humanos de la capacidad de razonamiento lógico y pensamiento abstracto. Este desarrollo fue fundamental para el avance de la civilización, permitiendo la creación de herramientas, el desarrollo del lenguaje y, más recientemente, la revolución digital.
El problema de la sincronización
El cerebro tiene aproximadamente 200.000 años de vida, pero el tallado del alfabeto en el cerebro, hace 5000 años, produjo una transformación extraordinaria, ya que le permitió comunicarse de un modo que ninguna especie pudo imitar.
En la década del cerebro (1990-2000) se descubrieron las neuroimágenes y se pudo visualizar al cerebro cuando piensa y descubrir los cerebros que regulan la conducta humana: el cerebro reptiliano, el límbico emocional y el cerebro racional que se alojó en la corteza cerebral.
Los tres cerebros cooperan, pero también se enfrentan. La educación no ha encontrado la manera de sincronizarlos y este es un tema que se encuentra en debate en la actualidad.
Al cerebro lo estimulan dos fuerzas
Una busca el descanso, repetir lo que aprendió y automatizarlo para conservar la energía. La otra fuerza intenta hallar lo nuevo porque advierte que haciendo lo mismo no puede mejorar. Una fuerza es conservadora, la otra progresista. Una rutinaria, la otra creativa. Se podrían armonizar para aumentar la productividad, es decir, para lograr más en menos tiempo. Esto se logra con los métodos que constituyen la mayor riqueza del hombre. Al descubrir al genio interior que habita en cada ser crece la energía y el empowerment que es el poder interior. La energía puede bloquearse si se pierde la motivación, debe circular. Hay que aprender a usar el cerebro y no dejarlo librado al azar.
El cuerpo está programado
Busca ahorrar energía en sus movimientos. El sistema nervioso optimiza los patrones para lograr lo más económico a nivel energético. Malgastarla es una amenaza para la supervivencia. El hombre primero recurrió a los animales para reducir el esfuerzo físico y luego a las máquinas. Para lo que no pudo delegar inventó el conocimiento. Aprendió a cazar, hacer ropa, construir su vivienda. Ahí surgió el trabajo. Hoy la Inteligencia Artificial (IA) le brinda la oportunidad de no hacer. Es una oferta excelente pero peligrosa.
Debe utilizar la segunda fortaleza
Al enfrentar problemas inesperados que son el resultado de la velocidad de los cambios, debe recurrir a la otra fortaleza y fabricar ideas. Esto implica curiosidad, imaginación, creatividad, resiliencia, improvisación, actitud. Para convertir esas capacidades que trae desde el nacimiento en habilidades, debe practicarlas.
Un futuro de colaboración
Cuando el hombre se puso de pie, la boca dejó de tomar el alimento, las manos se liberaron, se hicieron cargo y el cerebro creció. Hoy, la IA revaloriza la inteligencia y permite diseñar un futuro de colaboración entre las personas y la tecnología.
Los algoritmos que genera la IA procesan datos en gran escala y las personas deciden.
La vida es una permanente sucesión. Cuando se domina una tecnología, en poco tiempo cambia por otra y hay que aprender a dominar la nueva. Aprender es inteligencia. A la IA se le puede delegar el “cómo” pero no el “por qué” ni el “para qué”.
Y el aprendizaje nunca termina
La IA aprende de la gente. Para eso hay que transferirle cómo se realiza la tarea para que la haga y que recomiende cómo hacerlo mejor.
No es algo mágico es el modo tecnológico de Gestionar el Conocimiento. El celular más moderno se hace cada día más viejo desde que se compra. En cambio, la IA cada día aprende algo nuevo. Siempre van apareciendo problemas, las personas los plantean, aprenden a resolverlos y le piden apoyo a la IA. Intentan dejar de hacer cosas para pasar a hacer otras más valiosas. Hace tiempo que, en lugar de traducir al inglés, se lo delegan a Google Translator. O al Chat GPT para que les escriba una nota.
El cerebro virtual de la empresa
La IA debe utilizarse para crear el cerebro de la empresa. Lo que va a pasar mañana a corto plazo no será muy distinto de lo que ha pasado hoy, que a su vez es parecido a lo que ocurrió ayer. Cuanto mejor se conozca el pasado, más fácil será predecir, planificar, anticipar y prepararse. Por eso son claves las actividades que permiten capturar el pasado. Para lo que es muy valiosa esa información es para entender cómo se ha llegado hasta el presente. La IA ya apropiada de ese conocimiento ofrece opciones para el futuro que todavía no existe pero que se debe inventar.
El caso de la salud es ilustrativo
Antes el saber lo tenían los médicos. Luego estuvo en los libros. Cuando se digitalizó con la tecnología permitió revisar millones de datos de pacientes con los mismos síntomas, buscando patrones. Con ese conocimiento histórico acumulado, hoy el médico puede realizar un diagnóstico óptimo y proponer tratamientos.
Qué datos precisa una organización inteligente
Las empresas no tienen muchos datos de su negocio o no tienen la calidad adecuada o están en la cabeza de su gente. Los datos procesados por un cerebro digital ven lo que no se observa a simple vista
Una IA puede revisar millones en poco tiempo y detectar patrones. Puede hacer predicciones para tomar mejores decisiones. También reduce la dependencia de trabajadores del conocimiento haciendo combinaciones que ellos no podrían hacer.
Un momento de transición
En la era actual, el cerebro humano se encuentra en transición hacia la integración con la tecnología digital. A medida que está cada vez más interconectado y dependiente de la tecnología, el cerebro está aprendiendo a interactuar con interfaces digitales de una manera que habría sido inimaginable hace solo unas décadas.
Un ejemplo notable de esta evolución es la forma en que se usan los teléfonos inteligentes. Estos dispositivos se han convertido en extensiones del cerebro, almacenando información, facilitando la comunicación y brindando acceso a un mundo de conocimiento.
La capacidad para adaptarse y aprovechar estas nuevas herramientas tecnológicas es un testimonio de la flexibilidad y la plasticidad del cerebro humano.
Sin embargo, a medida que se abraza la era digital, también existen nuevos desafíos. La Inteligencia Artificial (IA), por ejemplo, está transformando la forma de trabajar y vivir, ofreciendo oportunidades emocionantes, pero también planteando preguntas sobre el futuro del trabajo y la humanidad misma. En este contexto, el cerebro humano está aprendiendo de la tecnología de formas nunca antes imaginadas. Herramientas como Google Translator utilizan algoritmos de aprendizaje automático para traducir idiomas.
Storytelling digital
Esta herramienta provecha modelos de lenguaje para crear narrativas cautivadoras. La Inteligencia Artificial abre un mundo de posibilidades para la narrativa y permite crear historias con una facilidad asombrosa. Esta tecnología ofrece herramientas que pueden ser usados como grandes activadores de la imaginación y la creatividad. El sistema nervioso humano evoluciona cada vez más rápidamente para adaptarse a todo lo nuevo que inventa a pasos acelerados. Estamos viviendo la creación de la criatura digital propia de su actividad, y lo hace manteniendo sus fortalezas principales: ahorro de energía y creatividad.
El futuro del trabajo humano
Sin embargo, la complejidad de la tecnología también plantea preguntas sobre el futuro del trabajo humano. A medida que la automatización reemplaza tareas realizadas por personas, es crucial que la preparación para adaptarse y reinventarse en un mundo laboral en constante evolución.
La sintonía entre el sistema nervioso humano y el digital precisa una sincronización y las dificultades se presentan cuando se desarrollan en modos independientes y no colaborativos. El chat GPT, por ejemplo tuvo un desarrollo fantástico pero cuando se lo consulta el no conoce la historia de las organizaciones y éstas no están preparadas para transmitirle los datos que la herramienta precisa para diagnosticar.
En este contexto, es crucial recordar que, aunque la tecnología puede ser poderosa, sigue siendo una herramienta creada por y para los humanos. El verdadero poder radica en la capacidad para combinar la creatividad y el ingenio humano con el poder de la tecnología, trabajando juntos para resolver problemas complejos y dar forma a un futuro mejor. En resumen, la evolución del sistema nervioso humano es un testimonio de la increíble capacidad de adaptación y aprendizaje de nuestra especie. A medida que continuamos avanzando en la era digital, es fundamental mantenernos arraigados en lo que nos hace humanos: nuestra creatividad, nuestra empatía y nuestra capacidad de trabajar juntos para superar cualquier desafío que enfrentemos.