La inteligencia adaptativa se refiere tanto al individuo – a su capacidad de maniobrar y a sus actitudes- como a la situación en sí -que facilita o dificulta la conducta inteligente-.
“Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”, decía Ortega y Gasset. En el espacio que lo rodea existen limitaciones y libertades que le permiten elegir entre diferentes opciones.
No existe el oráculo de Delfos
Para avizorar el futuro hay que conectar el pasado con la actualidad y diagnosticar la tendencia. Estudiar en qué etapa se encuentra el ciclo y cómo convergen otras tecnologías. Estar atento a investigar cuáles son los impulsores del cambio. Hay quienes hacen que las cosas sucedan, son los protagonistas del cambio. Están los espectadores que miran pero no hacen nada y los que no entienden nada y se preguntan ¿Qué es lo que ha pasado aquí?
Sabe combinar de otra manera
El especialista tiene un martillo, está limitado por su propio conocimiento, por eso lo único que puede ver es un clavo. Una de las habilidades principales es juntar dos ideas para combinarlas y generar algo nuevo.
Cuando lo hizo Ted Tyler se dio cuenta que la gente no compraba lechuga sino ensaladas, creó un producto enlatado donde la ensalada se mantenía fresca por varias semanas.
Los cambios son inevitables, el tema es cómo reacciona el cerebro humano ante los mismos.
El problema consiste en que cuando se obtiene una receta exitosa tiende a adoptarla para adaptarse mejor al medio y así poder mejorar. Entonces comienza a repetir lo que funciona bien y eso se va convirtiendo en una forma de vida. Ese aprendizaje se graba de forma inconsciente bajo la forma de un sesgo cognitivo, una conducta que altera el modo de leer la realidad y de tomar decisiones.
De pronto empiezan a aparecer dificultades menores que su ideología le impide ver y por ende analizar. Estos cambios se van dando de manera progresiva pero la tendencia a repetir la conducta hace que se esconda y se barra la nueva información debajo de la alfombra.
Una parte del cerebro lleva a probar que el cambio es innecesario, es la resistencia a cambiar. Si no lo hace, tarde o temprano, aparecerá alguien que lo hará y dejará afuera al que se negó a cambiar. Por eso hay que entrenar al cerebro para que aprenda a destruirte a sí mismo, a estar siempre atento para aprender a mejorar. Pero el cerebro requiere de un tiempo evolutivo para adaptarse a estas nuevas reglas de juego e intenta seguir por el camino probado. Abandonarlo y cambiar al ritmo de la evolución es una lucha constante contra la propia naturaleza del cerebro. Se requiere un esfuerzo sistemático y consciente, para sobreponerse a los propios instintos.
Anticiparse al cambio
Hay que estar atento a las señales. Dejar de vivir en el pasado para ver el porvenir. Como dijo Don Quijote a Sancho: ¿Ladran, Sancho? Señal que cabalgamos. La mejor alternativa es producir el cambio, o ser su coprotagonista, otra es adaptarse una vez que ocurrió y la peor es quedarse inmóvil y hundirse como el Titanic o morir con las botas puestas.
Hay personas que se creen con derechos en la vida y cuando pierden, piensan que son víctimas y echan culpas. Creen que el problema está afuera, pero ellos son el problema. Darse cuenta que uno es el problema es el primer paso para encontrar la solución. Hay que hallar esas actitudes, personas o bienes de los cuales necesitamos desprendernos, y de las excusas que nos impiden avanzar. De lo que hay que desprenderse es de la resistencia a los cambios.
Cambiar puede significar sencillamente tener otra reacción ante la misma situación o con la misma persona. Siempre tenemos la libertad última de elegir nuestra actitud ante los acontecimientos de la vida, lo que no podremos nunca es evitar las consecuencias.
En 1854 los libreros se aterrorizaron con la aparición de bibliotecas gratuitas financiadas por el gobierno y abiertas a todos ¿Cómo competir cuando un libro se podía leer gratis y en casa? Además los libros eran caros, había que guardarlos y no tenían valor alguno una vez leídos.
La biblioteca propia era un signo de que una persona era culta y educada. Para adaptarse a los cambios es necesario mejorar la empatía e invitar a los demás a hablar, a contar su visión del mundo, detectar los detalles y sentir sus emociones, buscando analogías. No hay que perder el tiempo defendiendo creencias, ser innovador y despojarse del ego para aceptar la mejor idea sin importar de qué cerebro partió. Las predicciones suelen fallar, por eso hay que controlar los planes, y cambiarlos con celeridad pero sin precipitación. No mirar donde está la pelota, sino a dónde va.
Usarlo de otro modo. Así como la economía circular propone cambiar el clásico modelo económico de comprar, usar y tirar por el de reparar, reutilizar y reciclar, el mismo proceso se puede enseñar al cerebro con todo aquello que cree y ha aprendido.
Aprender es lo que hizo la primera vez. Lo que debe aprender el cerebro es a gestionar lo aprendido a medida que los cambios generan nuevos desafíos. Hay que poder diferenciar y asociar el saber teórico explicativo por un saber hacer práctico, que permita convertir las palabras en hechos.
Un conocimiento puede ser transmitido de cerebro a cerebro pero lo que garantiza el aprendizaje es saber hacer algo con eso que se aprendió. El test es sencillo, se sabe cuándo se puede hacer lo que la situación exige. El aprendizaje en la resolución de problemas exige motivación (querer resolverlo), la capacidad de lograrlo y la viabilidad de la estrategia elegida. Aprender requiere una alta dosis de esfuerzo para estar actualizado en las nuevas tecnologías. Como sólo puede reutilizar lo que ya se tiene, debe evaluar constantemente si aprendió el conocimiento o si se trata de una creencia.
La destrucción creativa
En el mundo de hoy hay que ser un poco paranoico y pensar que siempre hay alguien que nos quiere abatir. Según Schumpeter la destrucción creativa, que concreta el innovador, es beneficiosa para la sociedad pero destruye al que antes era exitoso.
Por eso la solución es destruirse a uno mismo antes que lo haga un competidor y planificar escenarios futuros y posibles. La técnica del brainstorming puede ser la solución.
Cada idea puede escenificarse planteando preguntas como estas: ¿se puede ampliar la idea?, ¿se puede reducir?, ¿se puede invertir?, ¿se puede sustituir?, ¿esa se puede aplicar de otro modo?
Cerebros complementarios
La especialización lleva a tener mucho conocimiento en un área específica. Hay que organizar instancias para que ese conocimiento circule, se comparta y esté disponible. Sabemos que el conocimiento es un atributo humano que radica en el cerebro. Un libro no reemplaza al intercambio de conocimientos entre personas. La prioridad es convertir ese conocimiento individual en un activo propio, no sujeto al riesgo de que un especialista desaparezca. Para eso hay que generar mecanismos para aprender sin depender y que los expertos transfirieran su conocimiento de manera continua y que no permanezca estático. Hay que generar activos de conocimiento (métodos, guías, manuales, checklists, sugerencias, listados de errores comunes, de lecciones prácticas, de leading cases) en contacto directo con los especialistas.
Hay un enorme stock de conocimiento que no siempre se aprovecha. Para reutilizarlo se necesita capturar las experiencias, sistematizarlas y transferirlas al presente. Se trata de reflexionar y evaluar el resultado de lo que se hace para hacerlo cada vez mejor o de modo distinto. Los problemas se repiten y hay que saber que no son nuevos y que alguien ya resolvió uno parecido. Evaluar exige cuestionarse, analizar los errores cometidos y eso no es fácil de adoptar en la cultura exitista, poco tolerante con las equivocaciones. El cerebro que no aprende de sus errores tiende a repetirlos. Para que exista el aprendizaje debe ser parte esencial del proceso. La tarea no termina hasta que no se pueda explicar lo que aprendió al realizarla.
Hacerlo cada vez mejor es usar el conocimiento que se tiene y mejorarlo con lo que se aprende de la experiencia. El control mental es clave para saber lo que se sabe y como se lo usa, para entender lo que se necesita aprender y aprenderlo luego, y para aplicar siempre las mejores prácticas.
Intuir el futuro
El exitoso se anticipa a lo que vendrá: así el futuro lo encuentra preparado.
Cuando le preguntaron al legendario jugador de hockey Wayne Gretzky sobre su genialidad como jugador dijo: todos van hacia donde el disco está, yo patino hacia dónde el disco va a estar.
Solamente se puede prever bien a corto plazo, a largo plazo el futuro es impredecible. Como los cambios se aceleran en diferentes ámbitos es imposible vislumbrar cuál será el producto de sus interacciones. Cuando el cambio era más lento el pez grande se comía al pez chico, hoy triunfa el más veloz. Para llegar a tiempo el pez rápido obtiene buena información. Usa la proactividad (su deseo es activo). Comienza analizando las tendencias que le informan hacia dónde va el mundo y así la reactividad (su respuesta) lo encuentra siempre listo para responder con rapidez en el momento oportuno. Churchill dijo que cuánto más atrás mires más adelante verás.
La historia muestra que cuando un invento acerca el comercio a una comunidad produce ganadores y perdedores. La rotación veloz de inventarios hace que, con márgenes pequeños se gane más. Los ciclos de vida de los productos se aceleran. Para ganar velocidad hay que adaptar las creencias a la realidad, cuestionar lo que se piensa, preguntando más veces por el cómo y el por qué. El problema está en la condición humana que suele poner frenos que le impiden hacer lo que tiene que hacer.
En 1967, García Márquez escribió en “Cien años de soledad”: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel recordaría aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.” El juego de los tiempos allí colocado, con el trasfondo de una escena tan persistente en la historia, llama a rescatar la fuerza de la memoria como algo ineludible.
No siempre le damos el espacio que debe tener cuando miramos al futuro. García Márquez intuyó que, aun en las circunstancias más duras de la vida, el ser humano necesita de la esperanza para llegar a algo más allá de lo normal. Allí es donde sus lecciones del “realismo mágico”, enriquecido y promovido por sus textos, se convierten en la base del actuar. Porque también debe estar presente el otro relato, el que habla del sueño que se quiere realizar.
En la religión hindú la vaca es sagrada y nadie come su carne. En la antigüedad la vaca era más valiosa por la leche que por su carne. El que se basa en la religión se olvida de la causa.
Hay que dejar de lado la creencia para prever qué otra cosa se podría hacer:
No hay malas ideas. De la idea más loca pueden surgir resultados fabulosos. Sin juicios. La crítica limita la creatividad. Desafío. Se entrega a los participantes el reto, el tema a resolver. Lluvia de idea. Ellos expresan sus ideas en voz alta, un facilitador las registra. Libertad. El moderador permite que las ideas fluyan, sin intentar direccionarlas. Se acerca el final. Cuando las personas dejan de dar ideas se esperan dos minutos antes de anunciar el cierre, ya que pueden surgir nuevas ideas tras el silencio. El final. Se señala el final y se mueven, clasifican y evalúan las ideas, las cuales podrán ser confrontadas y procesadas a través de métodos de agrupación, priorización y evaluación. Finalmente, puede abrirse un espacio para reflexionar.
La inteligencia es la capacidad de resolver problemas o adaptarse a situaciones nuevas. La conducta inteligente implica: comprender la situación, inventar la solución y actuar en consecuencia.
La inteligencia adaptativa se refiere tanto al individuo – a su capacidad de maniobrar y a sus actitudes- como a la situación en sí -que facilita o dificulta la conducta inteligente-.
Los tests de inteligencia, con frecuencia, desconocen el carácter situacional de la inteligencia. La ven como una propiedad fija y abstracta, donde unas personas son más inteligentes que otras.
Sin embargo, el rendimiento cambia en función del ambiente físico y psicológico. De pronto una persona es capaz de operar en un campo determinado, pero es incapaz hacerlo en otro. También influye la presentación del problema. Algunos reaccionan bien ante un contexto visual y no ante un examen escrito, algunos se motivan ante un desafío y se paralizan con un problema teórico.
¿Cómo reconoce la situación, genera iniciativas estratégicas, altera los procedimientos, ajusta su conducta para modificar la realidad, cambia las estructuras que lo relacionan con ella, influye en el estado anímico de otros, es capaz de crear o agregar valor a través de la situación?
La inteligencia adaptativa es la capacidad de generar valor en un ambiente dado. La flexibilidad es poder variar la conducta. Un agente inteligente se basa en el conocimiento, posee iniciativa para explorar y cambiar, aprender de la experiencia y anticipar el curso de los sucesos. El 1er paso es el contacto, la realidad está ahí, lo que importa es la percepción. El 2do paso es cómo se procesa la situación, se generan alternativas y se seleccionan. El 3er paso es la acción. La acción inteligente surge del estado interno del sujeto, de sus objetivos, de integrar el conocimiento del pasado y del presente, para intuir el futuro. Para Bernard Shaw “la persona razonable se adapta al mundo, la persona irrazonable adapta el mundo a él. El progreso depende de la persona irrazonable”.
El tiempo real impide deliberar demasiado sobre el mérito de las acciones y sus efectos, porque los resultados se verán largo plazo. A veces la conducta es del tipo estímulo-respuesta. Para evitarlo se puede generar una memoria del ambiente, para que la acción se sitúe y propicie la toma de conciencia de los objetivos. Si p entonces q, pero si hay varios p, hay que aprender a priorizarlos.
Dr. Horacio Krell. Director de Ilvem, mail de contacto [email protected]