por Marie Miguel* – BetterHelp.com
Aunque las palabras culpa y vergüenza se utilizan a menudo indistintamente, en realidad hay una clara diferencia entre estas dos emociones. Entender si lo que estamos experimentando es culpa o vergüenza puede ayudarnos a lidiar con estos sentimientos incómodos y determinar cómo avanzar de manera saludable.
¿Qué es la culpa?
Según una amplia investigación realizada por la investigadora Brene Brown, la culpa implica un sentimiento de malestar por algo que hemos hecho o dejado de hacer. Puede ser útil, ya que evaluamos la forma en que nuestro comportamiento podría no estar alineado con nuestros valores. Sentirse culpable puede motivarnos hacia un cambio positivo. Un estudio de 2015 señaló que asumir la responsabilidad de las propias acciones y experimentar la culpa se asocia con una mayor empatía. En esta línea de pensamiento, la culpa no es inherentemente negativa. Aunque la emoción puede ser dolorosa, nos permite reconocer el impacto de nuestras acciones en los demás, y ajustarlas en consecuencia.
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El impacto de la vergüenza
Una persona que reflexiona sobre una situación y se siente culpable puede pensar «he hecho algo horrible», mientras que alguien propenso a la vergüenza es más probable que piense «soy horrible». La Dra. Brene Brown define la vergüenza como «la creencia de que somos defectuosos y, por tanto, indignos de amor y pertenencia». Los efectos de la vergüenza pueden ser increíblemente destructivos.
Mientras que la culpa puede ser una fuerza positiva para el cambio, en el caso de la vergüenza ocurre lo contrario. El sentimiento de culpa suele impulsarnos a mirar hacia fuera y reconocer cómo hemos podido perjudicar a los demás, y a buscar una reparación. Por otro lado, la vergüenza nos mantiene centrados en el interior, arrastrados por creencias negativas sobre nosotros mismos. No nos motiva a ser mejores, sino que nos mantiene atrapados en un ciclo de baja autoestima e impotencia.
Numerosos estudios han descubierto que la tendencia a experimentar la vergüenza (llamada propensión a la vergüenza) está relacionada con resultados negativos para la salud mental. Se ha comprobado que existe una fuerte relación entre la propensión a la vergüenza y un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad mental, como la depresión o los trastornos de ansiedad.
Cómo afrontar los sentimientos de culpa y vergüenza
El sentimiento de culpa o de vergüenza puede ser increíblemente doloroso y difícil de manejar. Puede ser muy curativo procesar estos sentimientos con personas de confianza. La culpa y la vergüenza intensas suelen llevarnos a un mayor aislamiento. Hablar de lo que estamos experimentando puede ayudar a romper el ciclo de rumiación y arrepentimiento, y recordarnos que no estamos solos.
Abrirse a las personas que forman parte de nuestra vida sobre los errores que hemos cometido no siempre es fácil, y es normal temer que nos juzguen. Para obtener una perspectiva imparcial, puedes considerar la posibilidad de buscar el apoyo de un profesional de la salud mental, que puede ayudarte a explorar los sentimientos de culpa y vergüenza, y a desarrollar estrategias de afrontamiento saludables. Aunque hablar de estos temas no es fácil, sacarlos a la luz puede conducir a la curación y a una mayor autoaceptación.