por Dr. Horacio Krell*
La contradicción como fuerza positiva
El principio de contradicción no es una debilidad que debemos esconder o rechazar, sino una poderosa herramienta de crecimiento. La contradicción está presente en cada aspecto de nuestras vidas, ya sea en nuestras emociones, pensamientos o acciones. Lo que parece ser un conflicto interno, en realidad es el germen de la transformación. Integrar y aceptar los opuestos en lugar de juzgarlos nos permite vivir con mayor coherencia y autenticidad.
Como seres humanos, somos una paradoja: siempre iguales, pero en constante cambio. Si aprendemos a abrazar nuestras contradicciones, estaremos en el camino hacia una verdad más profunda. Aceptar nuestras dualidades nos proporciona las herramientas necesarias para crecer y trascender nuestros propios límites.
La necesidad de educar al cerebro
Para que el principio de contradicción actúe como un proceso positivo, es necesario educar al cerebro. La vida cotidiana, con su carga de tareas urgentes, suele alejarnos de lo realmente importante: entrenar nuestra mente para integrar los opuestos de manera armoniosa. Vivir en piloto automático debilita nuestras conexiones cerebrales, mientras que el entrenamiento cognitivo ayuda a fortalecer los lazos entre los hemisferios, superando las limitaciones naturales del cuerpo calloso, la estructura que conecta ambas mitades del cerebro.
Este tipo de entrenamiento es lo que permitió a una monja francesa resistir los efectos devastadores del Alzheimer, mientras otras, que llevaban una vida rutinaria, sucumbieron a la enfermedad. La neuroplasticidad del cerebro nos brinda la capacidad de adaptarnos, y es fundamental aprovechar esa habilidad para prevenir fallas cognitivas.
Contradicción y superación personal
La disonancia cognitiva, que surge cuando lo que pensamos y hacemos no concuerda, es un ejemplo de cómo la contradicción nos afecta. Este estado de malestar puede generar emociones como culpa o frustración, pero también es un catalizador de cambio. Las personas tienden a justificar decisiones contradictorias para reducir este malestar, lo que a menudo lleva a comportamientos irracionales o autoengaños.
Sin embargo, la disonancia cognitiva también puede tener un lado positivo. Puede ser el impulso que necesitamos para abandonar pensamientos automáticos y reemplazarlos por otros más conscientes y productivos. Este proceso nos ayuda a desarrollar una identidad más coherente y a mejorar nuestra gestión emocional y cognitiva. En este sentido, la contradicción se convierte en una oportunidad para el crecimiento y la autoafirmación.
Un cerebro en evolución
Desde una perspectiva evolutiva, el cerebro humano ha atravesado una compleja transformación. Desde su estructura más básica, similar a la de un reptil, hasta la corteza cerebral donde reside nuestra capacidad para pensar y hablar, el cerebro ha evolucionado para integrar tres áreas en conflicto: instintos, emociones y pensamientos. Esta evolución nos ha dotado de una capacidad única para actuar tanto de manera altruista como destructiva.
Es crucial complementar el abordaje médico y psicológico del cerebro con una educación adecuada. Las neurociencias nos han permitido comprender cómo funciona el cerebro cuando pensamos, lo que nos da la oportunidad de estimular, medir y entrenar nuestras habilidades cognitivas de manera más efectiva.
La contradicción como camino hacia la síntesis
La contradicción no es un obstáculo en el camino hacia la verdad, sino un paso necesario. Detectar las contradicciones que nos afectan, ya sea en nuestras creencias, pensamientos o acciones, nos permite encontrar una síntesis superadora. Como decía Heráclito, «Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río». La segunda vez que lo hagamos, tanto nosotros como el río habremos cambiado.
Por lo tanto, la contradicción no debe ser temida ni evitada, sino aceptada como parte esencial de nuestro desarrollo. Al educar nuestro cerebro y entrenar nuestras capacidades cognitivas, transformamos las contradicciones en oportunidades de crecimiento, superación y evolución personal.