Desde la década del cerebro (1990-2000) las neurociencias avanzaron en el conocimiento del funcionamiento del cerebro humano. Uno de los temas de difícil definición que ha estudiado la neurofilosofía es el problema de si somos libres al elegir o si estamos condicionados. Las investigaciones y los experimentos demuestran que el cerebro toma la decisión siete segundos antes de que uno sienta que ha decidido.
Hay dos principios contradictorios entre sí que se relacionan con esta cuestión. Por un lado creemos que todo tiene una causa, como que si soltamos un objeto que tenemos en la mano este caerá por efecto de la ley de gravedad. Por el otro tenemos la convicción de que podemos hacer lo que queremos, que nada nos detiene o nos obliga a actuar de determinada manera. Cuando la opinión sobre la dominancia de la explicación causal y determinista se generaliza y se aplica a todo lo que hacemos, es decir que hay que ir para atrás e ir encontrando las causas de la conducta.
Piensan que somos una colección de moléculas que obedecen a las leyes de la física, y el cerebro también lo hace. Si se adopta esta hipótesis nadie podría ser juzgado por sus crímenes. Pero hasta la física moderna plantea que en situaciones idénticas pueden producirse efectos distintos.
El libre albedrío, en cambio, supone que primero decidimos hacer algo y luego lo hacemos. Mientras que la percepción es inmediata, la voluntad procede por etapas. Primero encuentra las razones, luego decide y por último ejecuta. Sin embargo no es posible pegarle un empujón a la razón para que se convierta en acción, el proceso puede trabarse en la práctica, la voluntad debe hacer un esfuerzo constante para alcanzar la meta.
¿Es un pato o un conejo?
El cerebro ante una imagen agrupa lo que aparece en ella según ciertos principios de organización. Pero en situaciones ambiguas existen varias interpretaciones posibles y el cerebro pasa alternativamente de la una a la otra. La percepción no puede decidir de inmediato si se trata de un pato o de un conejo pero la voluntad puede elegir. No es el caso de los fenómenos impulsivos. Hay acciones por propia voluntad y otras producidas por obsesiones, hipnosis o coerción. Con una pistola en la cabeza no somos libres de decidir. El caso general es que nos sentimos libres de decidir, ante un menú no podemos decirle al camarero que espere que el determinismo me diga lo que quiero comer.
La teoría dura. Para ella todo está determinado, para el determinismo blando también pero hay una compatibilidad con lo que regula las decisiones que son las convicciones, las reflexiones y el proceso racional. Sin embargo persiste la duda: somos libres o algo causa la decisión.
El determinismo psicológico considera que los estados psicológicos bajo la forma de deseos, creencias, esperanzas, temores, obligaciones y responsabilidades son los determinantes de las acciones. El jugador, el alcohólico, el drogadicto, el hipnotizado, no tienen libertad psicológica.
En la hipnosis la persona se cree libre pero está condicionado y desconoce la causa, el drogadicto sabe que es preso de su adicción pero no puede evitarla. Existe la libertad psicológica pero las causas psicológicas no alcanzan. Lo psicológico explica fenómenos neurobiológicos en un nivel más elevado. Pero el cerebro no es una máquina, la conciencia determina la decisión. El libre albedrío existe porque sin él no podríamos actuar.
La teoría del caos. Las neuronas se comunican a través de un potencial de acción que se produce en las sinapsis que es el mecanismo por el cual se conectan. El mero azar supone caos y desorden. Sn embargo del caos original que era el mundo surgió el orden. El caos determinista supone que existen leyes subyacentes que lo explican. De los sistemas periódicos o determinados surgen hechos aleatorios o erráticos. Son cambios evolutivos que aparecen de modo irregular. El cerebro convierte de inmediato los datos en percepción consciente. La caótica acción de millones de neuronas que procesan en paralelo, facilitan un rápido reconocimiento. El cerebro responde de modo flexible generando patrones, ideas y acciones.
El factor educativo. Las señales del ambiente externo o interno activan los receptores sensoriales internos o externos, según que la enseñanza que reciba el ser humano sea positiva o patológica, así será inducido el caos determinista cerebral, hacia un lado o hacia otro. La respuesta será derivada del potencial de acción que genera en el sistema la capacitación recibida, la que crea memorias que producen ganancias o pérdidas.
La correcta estimulación educativa permite modular el sistema caótico determinista y lograr la estabilidad de sus ciclos, conformando memorias aptas para el aprendizaje mediante la neuroplasticidad, que es la capacidad que tiene el cerebro de autoformatearse.
Ante iguales señales el sistema reacciona de modo distinto, con mayor o menor sensibilidad o receptividad y mayor o menor efectividad en las redes neuronales. La falta de adecuación genera ansiedad, angustia, miedo, inseguridad, y una excitación interna mayor que la real. Las vivencias y las sensaciones provienen de una base neuroquímica, similar para toda la biología humana, pero es la educación la que genera las respuestas.
La piel no nos aísla, nos comunica, no terminamos sino que comenzamos en ella. Es la puerta de entrada a las caricias. Se puede vivir ciego, sordo, o mudo pero no se puede vivir sin piel. Y la misma función es la que cumplen las neuronas. La comunicación interna genera una actividad cooperativa e integrada para beneficio del todo, que evoluciona, desde memorias innatas a otras adquiridas por la enseñanza para poder pensar el mundo. Todos percibimos el ambiente por la educación. Así nunca nos bañamos dos veces en el mismo río porque las aguas no son las mismas, ni nosotros lo somos porque cambiamos continuamente. Al desconocerlo la enseñanza produce información sin orden y sociedades enfermas.
La causa del efecto. Algunos creen que todo tiene una causa. Einstein decía que Dios no juega a los dados. Pero el concepto de libertad afirma que se puede cambiar, que nada está predeterminado. Prigogine sostiene que el universo es provocativo y creador. Para otros A es la causa del efecto B si cuando sucede A aparece B. Para Hume esto es solamente el peso de la costumbre, la inducción no es infalible. Tras las repeticiones se termina automatizando el pensamiento. Russell lo apoya con el cuento del pavo inductivo que cenó a las 21 durante años y razonó que siempre lo haría, pero una Navidad le cortaron el cuello y lo cenaron a él.
La condición necesaria es la clave. Hume señala dos principios: causación (todo efecto tiene su causa) y causalidad (a igual causa igual efecto): pero la regularidad crea la ilusión de la causa. El método científico combina inducción y deducción para comprobar las hipótesis válidas. En el hombre la libertad y su deseo son la causa del efecto que motiva la acción que lo provoca. Esto lo diferencia de la naturaleza. La intención de alcanzar la meta lo incentiva a generar la acción. La libertad es la capacidad para autodeterminarse.
¿Es la libertad una ilusión? El determinismo biológico se basa en factores fisiológicos, como los genes. El determinismo psicosocial en instintos y condicionamientos sociales. El dilema es: ¿somos libres? Uno puede sentir calor aunque objetivamente haga frío.
Los juicios o acciones sin argumentos condenan a la arbitrariedad. La posición naturalista se fundamenta en las causas y no en las razones El dilema fatal se produce al considerar al individuo como parte del mundo natural pese a que su estatuto diferencial es la autonomía.
Mientras que la disputa entre el poder de los dioses y el humano es externo a la razón; el dilema fatal es interno, para argumentar se busca la causa del efecto. Así para atenuar una condena se apela a una infancia infeliz ¿Es responsable o lo movió una causa? Las cosas se ven objetivamente desde la causa y subjetivamente desde el sujeto. Objetivamente buscamos leyes, subjetivamente somos libres. Las opciones hacen presumir la libertad aunque existan los instintos y los mandatos. El punto de vista depende de lo que se mira y de los intereses, un proceso puede ser determinado pero los planes del individuo ser libres. Desde la posición determinista hay una causa del efecto. Pero en el hombre un evento futuro puede actuar como causa. No se trata de la meta, sino de su anticipación psicológica lo que activa y dirige la conducta. La meta anticipada ejerce así su efecto causal. La anticipación proporciona un método de control en el que las expectativas se emplean para producir las acciones.
El hombre integra la información sobre el pasado, el presente y el futuro, para mantener o modificar su presente, orientándolo hacia el futuro deseado. “Si no conoces la causa de tu problema, esa es la causa de tu problema”. Desde lo objetivo buscas la causa en la educación, en la presión social, en los instintos. Desde lo subjetivo la causa del efecto son tus elecciones. Si no eres feliz estudia la causa del efecto y cambia de inmediato tu conducta, porque si haces lo mismo seguirás obteniendo las mismas sensaciones y los mismos resultados.
Terminamos esta nota con una pregunta: ¿Estás leyendo esta nota porque quieres o lo haces porque hay una causa que lo determina?
Dr. Horacio Krell Ceo de ILVEM. Mail de contacto: [email protected]
Solamente comentar que me ha encantado el artículo. Llevo años interesada por estos temas aunque lo tengo algo dado de lado. Últimamente estoy leyendo El Miedo a la Libertad de Fromm y creo que, en relación con este tema, es de lectura obligada y arroja luz sobre el asunto del libre albedrío.
La libertad hoy día es directamente proporcional a las condiciones en las que vivimos. Las necesidades básicas hay que cubrirlas sí o sí, y esto, en la sociedad en que vivimos, es complicado, empezando por una vivienda y un trabajo digno. Y con «digno» no me refiero únicamente a que provea unas condiciones laborales y económicas justas, sino también a que haga uso de las habilidades de la persona de forma que ésta se sienta útil y reconocida. Lamentablemente esto brilla por su ausencia. Hay personas que, quizá con una edad todavía temprana, pueden elegir conscientemente NO dejarse explotar o trabajar en algo que no es su vocación etc., pero también es cierto que hay cientos de miles que no se lo pueden permitir. Su libertad acaba con la necesidad de tener que poner un plato de lentejas a sus hijos.
No crean, soy ferviente creyente en el libre albedrío y en la responsabilidad personal del individuo como demuestran muchos de los artículos en mi blog, como por ejemplo este <a href="http://end2endcoaching.es/estrategias-lograr-exito-coaching/"sobre la responsabilidad.
Creo que nuestro error más garrafal es precisamente que no somos conscientes de que en cada segundo de nuestra vida estamos eligiendo, somos libres en ese sentido, y eso es lo que va configurando nuestro paso por la vida. Si fuésemos más conscientes de esas pequeñas elecciones, nos iría mejor.
Elecciones como que YO ELIJO, HOY LUNES, LEVANTARME PARA IR A ESE TRABAJO MISERABLE. En efecto, nadie nos obliga a punta de pistola, podemos no ir, pero elegimos hacerlo por lo que pensamos podría ser la consecuencia última de no ir.
Muy al contrario, en primer lugar, nos creemos que tomamos nuestras propias decisiones, cuando lo único que hacemos es tomarlas en «concordancia» con lo que nos dictan, sea la sociedad, los medios, la publicidad, los políticos, la tradición, nuestras propias limitaciones o la vecina del quinto. ¿Quién no ha pasado un mal día «por culpa de»? Nadie tiene el poder de «hacerme» a mí sentir mal por una mirada o una mala palabra. Se lo otorgo yo y entonces lo paso mal. He elegido «mal».
Para mí, en ese sentido, somos simples marionetas, miembros de un rebaño de convencionalismos. Vamos a la deriva donde nos lleve la corriente, sin elegir realmente, y por eso la mayoría no somos libres. Pero estamos dentro del rebaño.
Esther Roche – Coach Personal y Web Coach