Para crear un cerebro azul, derivado de una economía sustentable, es necesario un cambio educativo cuyo eje sea aprender a aprender y a emprender.
A lo largo de la historia el cerebro humano se fue adaptando al contexto social y económico en el que le tocó vivir. Pese a los grandes avances en ciencia y tecnología la mayor parte de la humanidad vive en condiciones de pobreza. “Es la economía estúpido” dijo en 1992, Bill Clinton, apuntado a que, para ganar las elecciones presidenciales, debía enfocar la campaña sobre las cuestiones relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades inmediatas. Mientras que el capitalismo se orienta a la ganancia y la economía verde a conservar el medio ambiente a costa de grandes inversiones, surge hoy la economía azul que parte de lo que hizo la naturaleza a lo largo de la historia y la elige como modelo, respetando el medio ambiente, creando riqueza y traduciendo la lógica del ecosistema al plano empresarial. Es un concepto holístico e innovador, según el cual, para ser eficiente en la producción de bienes y servicios y que los ciudadanos sean más felices, se requiere responsabilidad compartida, respeto por las generaciones futuras, maximizar el rendimiento de los recursos y aprovechar los residuos como fuente de riqueza.
Principios de la Economía Azul. En la naturaleza los nutrientes, materiales y energía siempre se reutilizan. La basura no existe. Cada producto es la base de uno nuevo. La naturaleza evolucionó de pocas especies a la biodiversidad. Riqueza significa diversidad. La naturaleza se opone a los monopolios. La fuerza de gravedad es la fuente principal de energía, el otro recurso renovable es la energía solar mientras que el agua es el soluble principal y no los catalizadores complejos, químicos y tóxicos. La naturaleza está sometida a un constante cambio pero trabaja sólo con lo que se encuentra disponible. La economía azul también respeta la cultura y la tradición. La naturaleza se orienta a las necesidades básicas y luego hacia la sobreproducción, el modelo económico capitalista se basa en la escasez. En la naturaleza todo es degradable en el tiempo, todo se conecta y se desarrolla. El agua, el aire y el suelo son bienes comunes, de libre acceso y abundantes. En la naturaleza un mismo proceso tiene usos múltiples. Los sistemas naturales tienen riesgos y cada uno motiva innovaciones. La economía sostenible la imita, usa lo que está y logra que los precios bajen. La naturaleza busca lo mejor para todos, convierte desventajas en ventajas y problemas en oportunidades.
La ventaja de la diversificación es que innovación natural trae una multitud de beneficios para todos, en especial en las necesidades básicas. Por eso al desarrollar innovaciones inspiradas en la naturaleza, la economía azul crea efectos múltiples como mayor empleo y capital social.
«La Economía azul ve los desechos como materia prima para producir como que bienes hechos de manera sustentable no tienen por qué ser más caros»
Entre las diversas aplicaciones se encuentran los residuos del café, usados para producir hongos comestibles; rescatar el polvillo que se desprende de una mina y aprovecharlo como un insumo para hacer papel; transformar los cardos donde crecen como maleza, en productos químicos para diferentes usos. Hacer algo con lo que se ve como residuo, esa la misión. Su filosofía es usar lo que está disponible para generar valor, y tener capacidad de respuesta para cubrir las necesidades básicas -agua, vivienda, energía, salud, energía, educación- y, a la vez, cuidar a la naturaleza.
Casos concretos. El cerebro en piloto automático busca peces en el mar, pero ¿por qué no buscar algas? Cuando cultivamos microalgas se puede generar 50 veces el ingreso que generan los peces. El problema es que el cerebro piensa en lo que da valor ahora. Mientras que la economía verde hace fabrica productos más costosos, la economía azul logra hacer lo mejor para el medio ambiente y para la salud, sin que sea más costoso.
La economía verde hace pensar que es normal cortar árboles y usar agua para hacer papel, y que luego se pueda reciclar. La economía azul hace pensar en un papel sin agua y sin árboles. Se trata del papel piedra, hecho con desechos de las minas, recuperando el polvo que contamina y con un costo a la mitad. Siempre se busca que el desecho no sea tal. El único ser vivo que es capaz de producir algo que nadie desea es el ser humano.
En 1994 Japón quiso diseñar un nuevo modelo económico sin emisiones ni basura, imitando a una fábrica ecológica de Bélgica de detergentes sin desechos. El proveedor en Indonesia de la materia prima-ácidos grasos de la palma africana- hacía que los agricultores destruyeran la selva para plantaciones. Destruían el hábitat del orangután para mantener limpios los ríos de Europa. Hay modos de aplicar física, química y biología con materiales renovables y mediante prácticas sostenibles, tal como hacen los ecosistemas. La economía azul se basa en la regeneración.
En la Exposición Hannover (2000) se construyó un pabellón con 4.500 palos de bambú para tener una muestra del acero vegetal. Hay mil millones de personas que viven en casas de bambú y creen que es símbolo de su pobreza. En realidad, es un material de excelente calidad, sostenible y resistente a los sismos. Se puede cultivar la casa en vez de construirla. Con 100 metros de terreno se puede sembrar bambú y en tres años salen 65 varas para hacer una casa de dos pisos con balcón por 1.500 euros. Hay bambú en más de 100 países y es mucho mejor que usar ladrillos.
Hay oficinas inspiradas en la cebra: el juego de negro y blanco mejora la temperatura de los edificios, los refresca en verano y conserva el calor en invierno. Es símbolo de eficiencia energética. Innovando, lo mejor se hace más barato. La lógica de la comida basura es que es más económica y que la saludable más costosa. En alimentación, se avanzó en la conformación de «corredores de conservación», que reparan daños a la naturaleza. En Colombia, en áreas afectadas por la guerra, se reemplazó coca por pimienta. Son proyectos económicos, sostenibles y con sensibilidad social.
De las cápsulas de café ingerimos el 2%, el 98% es desecho y el café es el segundo producto intercambiado en el mundo tras el petróleo. Los hongos tropicales son muy saludables, de gran calidad, se cultivan con los desechos de café a un precio muy competitivo. Hoy hay 15.000 personas cultivándolos. El desecho de café es rico en aminoácidos esenciales, excelente para las gallinas y otros animales. Por el desecho de café pagan para que alguien se lo lleve y se cultiva un hongo que es muy costoso, mucho más barato y más rápido gracias a la cafeína.
En las ciudades hay que depurar las aguas, lo que cuesta dinero, y los vertederos de basura, que también cuestan. Con la basura orgánica se trata el agua y se produce biogás convirtiendo costos en ingresos. Aprovechando una estructura que ya existe genera agua potable, biogás y compost.
¿Podremos librarnos de las usinas nucleares? En Alemania y Japón las innovaciones hacen mucho más efectiva la energía solar, los aerogeneradores, la depuración de agua, y producen electricidad mucho más barata que la energía nuclear.
Distintas economías. En la economía verde, las empresas producen en forma circular al recuperar y reutilizar materiales. Son buenas iniciativas pero la economía azul propone un cambio total, no es una disrupción tecnológica, sino una reforma en la forma de compartir el valor agregado.
Un gran desafío es remunerar bien a los productores primarios. La recuperación de la economía no pasa por un invento tecnológico para tomar un taxi, como Uber; sino por el acceso a la materia prima. El consumidor reacciona bien si se le ofrece un papel a la mitad del precio, que no consume agua, y que, gracias a eso se limpian las minas de oro y se liberan terrenos, es una alternativa con sentido. Los políticos deben quitar obstáculos.
La economía verde requiere que las empresas inviertan más y los consumidores paguen más para conseguir lo mismo a cambio de preservar el medio ambiente. La economía azul crea recursos de los desechos y busca soluciones inspiradas en el diseño de la naturaleza.
Blue Brain: el cerebro artificial. Si bien los avances en robótica e informática son impresionantes, aún no se pudo crear una computadora capaz de pensar como un cerebro humano, con las complejidades que este tiene. El proyecto Blue Brain buscar recrear una estructura cerebral compleja, que podría revolucionar la informática, la robótica y la medicina. Blue Brain (cerebro azul) es un proyecto de simulación cerebral de reconstrucción del cerebro que realiza en un laboratorio, tiene como objetivo comprender el funcionamiento del cerebro, descubrir cómo piensa, siente y recuerda, prevenir y curar enfermedades mentales y aplicar a la tecnología algunos los procedimientos que el cerebro utiliza.
Hacia un economía con base humana. La experiencia de las fábricas montadas bajo el concepto de economía azul muestra el deseo de dejar un legado en su paso por la Tierra. Pensar así es mucho más rico que pensar en el flujo de caja. Trabajar en un marco de economía sustentable es tomar el camino de ser cuidadoso con las personas y con el medio ambiente. La coherencia, ante todo. Trabajar por la sustentabilidad significa ponerse en contacto con los dones propios y ponerlos al servicio de los demás. “Si llegas al corazón de una persona te quedas con su mente», es la frase que referencia a la estrategia de las relaciones humanas. Es la inteligencia de llegar al corazón de los consumidores, donde está la fuerza, para que gire hacia una economía sustentable. Una vez que sientan emocionalmente al otro, no a su inteligencia, sentirán el cambio. La generación más joven busca una respuesta ética. El segmento de los nativos sustentables sabe que no lo pueden hacer solos. Creen que el pago tiene que ser justo y trabajar en algo que concuerde con las convicciones personales.
Apoyar los emprendimientos personales. Ellos son naturalmente generadores de empleo. Trabajar por la economía sustentable e inclusiva es un camino enriquecedor, que nos expone a encontrarnos con nosotros mismos y con los otros de una manera personal y muy humana. Así se promueven emprendimientos productivos con efectos sociales. Quienes deciden encarar emprendimientos con propósito son personas comprometidas, que se ven a sí mismas como transformadoras de realidades. Todos podemos ser líderes de cambio, todos podemos cambiar el mundo. La sustentabilidad es honestidad. Si las marcas dicen que están cuidando el ambiente, que entonces realmente estén haciendo eso en su acción. La confianza es una materia prima esencial pero muchos creen que es necesaria la prudencia a la hora de vincularse. El mayor paso para generar confianza es ser honesto y abierto. El grado de confianza en las acciones que se dicen sustentables, depende de la convicción y el compromiso. Las compañías necesitan gente que se anime a transformar desde adentro, como parte de un sistema más grande.
Hacer foco en las personas. La actividad económica tradicional pone a las ganancias en el eje de la toma de decisiones. El nuevo planteo se propone que la persona sea su centro. Toma a la persona en su todo, para entender qué necesita, con qué viene, cuál es su experiencia. Hay varias formas de dinamizar esta economía. Una es lograr el cambio de paradigma. Otra de las claves es que el mercado vaya generando escalabilidad en su impacto social y ambiental, porque hay un mercado que pone el acento en la ganancia, y la idea es correr el eje para generar algo potente.
El tercer gran eje dinamizador es el Estado que debe concentrarse en la gente para que, a partir de eso, regule lo que tenga que regular, allane el camino para que las cosas sucedan, controle, descubra la nueva conciencia, porque el nuevo mundo requiere un nuevo rol del Estado.
La teoría del océano azul. En los países donde se vive mejor hay igualdad de oportunidades educativas. Los pobres reciben la misma educación que los ricos. Sin asociar ciencia y educación se llega a una ciencia que no tiene conciencia social y a una tecnología ciega a las necesidades del hombre. Una pequeña minoría tiene de todo, mientras que el 50% de los pobres son niños y el 50% de los niños son pobres.
No se puede innovar sin capital humano, capital social, y capital moral. Para crear e innovar hacen falta desafíos, cerebros nutridos y pensantes. La principal innovación es aplicar la ley de Pareto, según la cual el 20% de los factores generan el 80% de los resultados. Según la teoría del océano azul no es cuestión de innovar como moda sino de conectar innovación con creación de valor y salir del océano rojo de la competencia, infectado de tiburones e ir hacia un océano azul a través de las nuevas ideas. Hay que invertir en los pocos vitales: educación, educación y educación.
Para crear un cerebro azul, derivado de una economía sustentable, es necesario un cambio educativo cuyo eje sea aprender a aprender y a emprender. La relación entre Aprender y Emprender, debe estar conectada con saber lo que uno quiere: “No existen vientos favorables para quien no sabe a qué puerto quiere llegar”. Al aprender a ser se logra la E de energía, al aprender a aprender la E de la excelencia, al aprender a hacer se potencia la E de esfuerzo, aprender a convivir socializa la E de estímulo. El valor depende más de la eficacia – que es hacer lo correcto – que de la eficiencia – que es hacer las cosas bien -. Poder inteligente es querer con eficacia.
La educación es la industria pesada de la humanidad porque es la que fabrica los ciudadanos del futuro.
Dr. Horacio Krell. CEO de Ilvem, mail de contacto [email protected]