En un reciente artículo que publicó la revista Ohlalá de Argentina, del grupo del diario La Nación, junto a otros colegas tuve la posibilidad de brindar algunas impresiones y herramientas sobre lo que el mundo laboral llama critical thinking.
Se trata de la posibilidad de pausar la acción y pensar. Líderes como Mark Zuckerberg (Facebook), Steve Jobs (Apple) o Bill Gates (Microsoft), tomaban frecuentemente semanas para pensar junto a sus empleados. Otros grandes promotores de esta herramienta son Michelle Obama con sus charlas inspiradoras, o Jack Dorsey, el fundador de Twitter, que qe dedica una media de diez horas por semana a pensar.
En lo cotidiano estamos viciados del pensamiento reflejo, y vsamos perdiendo paulatinamente la capacidad crítica si no desafiamos al cerebro y todas sus funciones. De allí que el proceso del pensamiento crítico es altamente recomendable para organizaciones que quieren evolucionar y transformarse.
Estas herramientas también son esenciales en el desarrollo personal: el tomar tiempo con nosotros mismos, a solas, en reposo activo, pensando, trae un beneficio tangible desde donde se abre un universo de posibilidades y alternativas.
¿Por qué las conversaciones y el pensamiento crítico son esenciales en el mundo actual para obtener visiones alternativas? Porque nos permiten hacer análisis que van más allá de lo cuantificable, y, también, traducir esos diálogos en herramientas concretas de transformación.
La falta de tiempo para la gestión eficaz de los asuntos en la vida cotidiana; la sobre abundancia de reuniones innecesarias -se estima que más del 40% del tiempo en el trabajo se pierden en reuniones improductivas-, y la necesidad permanente de resultados, sumen a los ejecutivos y profesionales en una vorágine que los consume por dentro, incluso hasta niveles que derivan en el Sindrome de Bounout (“del quemado”), cuando ya no hay más capacidad para seguir adelante. En la perspectiva individual, despierta mayores herramientas de asertividad (“dar en la tecla”) de los asuntos más diversos, mis miradas sobre el mundo y el entorno directo; el punto donde me encuentro y adónde quiero llegar, entre múltiples alternativas.
En las empresas y organizaciones de todo tipo, abrir espacios reflexivos, desconectados del pensamiento cotidiano; en lugares variados; facilitados en lo posible por coaches y neurocoaches entrenados en esta disciplina, provocan excelentes resultados en un corto plazo. Entre ellos, aumenta la empatía, se viven los asuntos con mayor profundidad -no sólo en la superficie-, contribuye a mejoras sustanciales en la interacción humana, se estimula la creatividad y la innovación; mayor relax, volver al enfoque de lo esencial; soltar lo accesorio; reconectar con el ser y el rol que expresa cada persona a través de su obra y su trabajo, y promueve la comunicación entre los equipos.
Una definición, múltiples aplicaciones
Desde una perspectiva formal y encuadre educativo, el pensamiento crítico es un proceso de gestión del conocimiento (lo cognitivo), direccionado e intencionado para poder examinar nuestro propio esquema de pensamiento. El objetivo es ayudar a generar insights, respuestas, despejar el campo, impulsar miradas internas, análisis y reflexiones que aún no han salido a la luz, y que, en forma de creencias, paradigmas, preconceptos, prejuicios, suelen entorpecer el desarrollo individual y organizacional.
Es muy frecuente que, en los entrenamientos individuales y grupales con herramientas de coaching, e incluso en dinámicas de team building, se detecten rápidamente de diversas formas los puntos críticos en la red de relaciones en la que nos movemos los seres humanos. Y desde allí, utilizando el pensamiento crítico como una de las herramientas -no la única-, se invita a la reflexión sobre aspectos que, de no tener el espacio del pensamiento crítico, pasarían desapercibidos, o quedarían sólo como expresiones verbales, gestuales, o ni siquiera eso: serían “lo no dicho” subyacente en el proceso de la comunicación.
Si bien el pensamiento crítico está presente siempre en la actividad de los ejecutivos y organizaciones, muchas veces sucede que se lo utiliza erróneamente. Estar concentrados todo el tiempo en lo erróneo de las cosas, en la crítica sin una mirada individual, grupal y corporativa, nos aleja de los objetivos. No nos acerca. El “critical thinking” permite tender un puente de entendimiento, para considerar los asuntos desde mi individualidad hacia el entorno. También se aprende a expresarlo de manera asertiva, y deriva frecuentemente en una construcción muy valiosa de un nuevo mundo de diálogo y conversaciones que enriquecen a todos los protagonistas y destinatarios. El CT es un proceso reflexivo activo.
Momentos
Lo ideal sería identificar al menos dos o tres momentos del día en que se instrumente pensamiento crítico, hasta adquirir la destreza de instalar la herramienta dentro del resto de las estrategias que se llevan adelante; por ejemplo, los que lideran proyectos complejos pueden hacerlo luego instintivamente. A veces depende de una intervención corta en distintos momentos del día -por ejemplo, tomando tres espacios de 30 minutos cada uno-; o bien, en un entrenamiento más consistente hasta lograr la pregnancia necesaria de la herramienta, sería conveniente hacerlo sistematizadamente durante al menos 6 meses, con un programa de pensamiento crítico -por ejemplo, en cada reunión de directorio-. En mi experiencia produce beneficios prácticamente de inmediato.
Luego, el “moldear” nuestro sistema de pensamiento adoptando los aportes positivos del pensar críticamente, empieza a construir prácticamente al infinito.
Para entender los alcances, el modelo sistémico de incluye y contempla, sin excepción, estas siete dimensiones en su estructura:
Claridad: Modo en que se expresa la idea / propuesta.
Exactitud: Grado en que la estructura empleada tiene coherencia con las decisiones a tomar y la realidad del momento.
Precisión: La construcción o propuesta debe ser ajustada a los conocimientos.
Pertenencia o relevancia: Entorno en el que se trata el tema.
Profundidad: Cuando el nivel de análisis, investigación y explicación se encuentra lo suficientemente cuidado.
Amplitud: Extensión del planteamiento (hasta dónde o qué tan profundo es necesario llegar para lograr lo que nos planteamos).
Lógica: Argumentación (aplicación de una lógica del pensamiento, donde no se inhibe lo diferente, aunque se lo ayuda a encuadrarlo y bajarlo a la realidad, apuntando a un resultado más concreto, rápido -en términos de un plazo concreto- y tangible).
Poniéndolo en práctica, en la vida y en el trabajo
Durante 3 meses corridos, todos los días, dedíquese 15 minutos al final del día y anote pensamientos recurrentes que tuvo durante el día. Categorícelos y priorícelos. Descarte los que pueda. Reordene la lista. Escriba el antónimo, lo opuesto de cada pensamiento crítico. Observe su estado emocional. Detecte desde qué lado está reaccionado (por ejemplo, desde su lado emocional, o racional). Registre al menos 3 acciones concretas para avanzar poniendo en perspectiva su pensamiento crítico principal de la jornada. Agende estas acciones y conclúyalas -o avance significativamente en ese rumbo- en las siguientes 48 horas.
Cuando se siente invadido por la dispersión, que nubla su posibilidad de ponerse en pausa y dedicarse al pensamiento crítico: Deténgase de inmediato. Visualice un punto negro pequeño pegado en lo alto de una pared de fondo blanco. Mire la situación como si usted “fuese” ese punto negro. ¿Qué ve? ¿Qué siente? ¿Qué aroma tiene el asunto? ¿Qué palabras escucha? ¿Qué gestos le llaman la atención? ¿Cómo está usted en ese momento? ¿Cómo se expresan sus ideas? ¿Qué se dice internamente? ¿Qué se censura internamente? ¿Para qué actúa de esa forma y dónde lo lleva este comportamiento? ¿Se siente plenamente seguro de lo que razona, piensa y siente? ¿Hay algo que facilitaría salir de la zona de pensamiento crítico negativo de inmediato? ¿Qué haría? ¿Qué posición le gustaría tomar? (por ejemplo, visualizar que está frente a frente a determinada persona implicada en el caso). ¿Cómo piensa mentalmente que planteará su punto de vista? ¿Y si lo plantea enlazando el punto de vista del otro, y crea una propuesta superadora? Siéntase libre de procesar en su CT tantos “y qué tal si…” como le surjan). Hágalo. Obsérvese a usted mismo desde la perspectiva del punto negro en la pared. Y luego, desde el lugar real donde está. ¿Cómo se siente? ¿Cómo se expresa? ¿Qué resultado concreto obtiene?
Técnica para “aprender a pensar”: tómese en soledad o en grupo un tiempo de al menos media hora sin interrupciones de ningún tipo. No se permiten los celulares o cortar el proceso por ningún motivo. Coloque música tranquila y calma. Si es posible, baje un poco la iluminación del lugar. Tome consciencia de su respiración: sólo se necesita el entrar y salir del aire, sin presión ni dificultad. Cierre los ojos. Obsérvese de pies a cabeza con su visualización creativa. Ahora, vuelva a recorrerse desde los dedos de la mano hasta la extremidad inferior de ese mismo lado; luego, cambie de pie y comience a subir respirando e imaginándose hasta llegar a la punta de sus dedos de esa mano. “Vea” el problema a resolver en un gran cartel; imagínelo con todo detalle. Póngale colores, texturas, aromas, emociones, sentimientos. Tome un borrador mental y cámbiele la tonalidad, la textura, el aroma, por un panorama más agradable y libre de obstáculos. Está visualizando; no hay nada que temer. Obsérvese en esa situación. ¿Cómo se siente? ¿Cómo están sus músculos faciales? ¿Cómo se siente: el capitán o el marinero de un gran barco? ¿Cómo puede evaluar esta experiencia, desde esta observación que está teniendo? ¿De qué forma internamente fluyen las imágenes? Tome consciencia de su participación en el problema que quiere resolver o sobre el cual tiene CT negativos o necesita mayor claridad. “Escriba” mentalmente las tres formas positivas de abordarlo, a partir de la “foto mental positiva” que acaba de construir. Lentamente, abra los ojos, mueva el cuerpo suavemente, y regrese al presente en su entorno. Tome papel y lápiz y escriba las tres palabras en tamaño destacado, separadas una de otras. Desarrolle debajo, las tres ideas principales que surgen ahora sobre cada punto de los escritos. Luego, de esas 3 ideas que acaban de surgir, derive otras 3 ideas -enfocándose ahora en la implementación concreta del caso a resolver o llevar adelante-. Complete el ejercicio con la regla de 3 x 3 x 3 con cada una de las 3 palabras que surgieron en su visualización de mindfulness (mente plena, en presente). Dedíquese tiempo a releer el material, y a ordenarlo en un plan concreto de 3 próximos pasos globales inmediatos, 3 a mediano plazo y 3 a largo plazo (nuevamente, 3 x 3 x 3). Establezca un acuerdo de fechas y medición de cumplimiento, tanto de su parte como del equipo que necesita involucrarse). Mida permanentemente, corrija los desvíos, y vuelva a enfocarse en la meta 3 x 3 x 3.