Hablando de innovación Peter Drucker dijo: La idea que seguramente fracasará es aquella que parece segura, sin riesgo, la que se considera infalible. Las ideas sobre las cuales se construirán los negocios del mañana deben ser inciertas. Nadie puede decir en este momento como serán cuando se conviertan en realidad. Obviamente deben ser riesgosas, tienen probabilidades de éxito, pero también de fracaso. Si no son inciertas no riesgosas, no son ideas prácticas para el futuro
Escuche por ahí que por una idea que llegó a ser una innovación exitosa, diez llegaron sólo a la etapa de prototipo, cien fueron patentadas, mil fueron invenciones potenciales no desarrolladas en su totalidad, y diez mil (sí, 10.000) quedaron sólo en ideas. ¿Terrible no?
No tanto. Primero, no creo que la escala de “descarte” sea tan lineal. Más bien me inclino a pensar en esos números como una metáfora, con mucho de real, pero esclarecedora al fin para quien quiera comprender la necesidad competitiva de la innovación.
Yo mismo he presentado ideas en compañías con más de un millón de patentes (¡si! 1.000.000) , muchas de las cuales, estimo, nunca han sido introducidas en el mercado u otras han resultado ser opciones escasamente rentables en el portafolio de productos.
Si una compañía multinacional de semejante valía se encuentra abierta a estas nuevas maneras (¿tercerizadas?) de obtención de ideas, me animo a recomendar que esa práctica se extienda por todo tipo de compañías, no importa su tamaño, no importa su “core business” , no importa si vende productos u ofrece servicios, no importa…
Resulta imperioso:
1) Desarrollar un portafolio, en continua expansión, de ideas.
2) Inversión en I + D (en la medida de las posibilidades)
3) No centrar los esfuerzos de I + D solamente en la mejora incremental de los productos actuales.
4) Aumentar el potencial intelectual creativo de los trabajadores.
5) Desarrollar un portafolio de ideas con baja inversión tecnológica y alto potencial de mercado (para innovadores con pocos recursos)
6) Otorgar responsabilidades de cuestionamiento, resolución y respuestas a la totalidad de los trabajadores.
Obsérvese que dije totalidad. Se sorprenderán del potencial intelectual de sus trabajadores. Quizá este dormido…pero ¡está! Solo falta buscarlo, motivarlo, encontrarlo.
Una buena idea puede devenir en una innovación…y una innovación (¡una sola!) puede salvar una compañía. Veamos un ejemplo internacional y uno local.
Se sabe que fue la creación del monovolumen la que le permitió escapar de una crisis económica a Chrysler hace aproximadamente veinte años. La innovación fue básicamente intelectual. De diseño. Obviamente en sus plantas, las tecnológicas y los procesos debieron adaptarse para la fabricación del nuevo diseño. Pero nada pudo haberse realizado sin la idea de modificar el diseño y ofrecer al mercado un vehículo de características distintivas y originales.
Pues bien… en Argentina leí una vez un titular como este: “El invento que salvó a los Respuestos Rivadavia de la crisis”. El invento se centraba en una idea simple. Trabajando con sus usuarios detectaron una necesidad: evitar la rotura de los ojalillos. Lo solucionaron con una banda protectora. ¡¡¡Extraordinario!!! Y que simple ¿verdad?.
Con esa innovación lograron vender el paquete de repuestos fuertemente durante todo el año evitando la estacionalidad de inicio del año escolar, mejoraron su recordación de marca y hasta ganaron un premio en la feria internacional “Paper World”.
No todas las innovaciones tienen que ser tecnológicas. La única verdad es empezar a confiar en su cerebro derecho…¡ahí se encuentra el germen de la próxima innovación!. La innovación para competir y …¡ganar!.
* Prof. Germán Castaños. Creativo. Consultor en creatividad.
[email protected] www.ideavip.com.ar