Me he sentido muy identificado con una interpretación de estos vertiginosos tiempos, del devenir humano y de las herramientas para comprenderlo que proporcionó Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía.
Asumo que no existe mejor receta para el desarrollo de una empresa, el comienzo de un emprendimiento, o el crecimiento personal que una adecuada interpretación del mundo, su evolución y las conductas de los seres que habitamos en él.
He escrito otras veces acerca de estos temas, pensé en retomarlos, pero en un ejercicio de ineludible razonabilidad comprendí que jamás podría expresar mis pensamientos (a pesar de las concordancias absolutas) en la prosa de intelectual elegancia de Daniel.
Entonces, haciendo uso de la excepción como recurso (asumiendo las limitaciones para que mi pluma refleje con exactitud las ideas de mi cerebro) pero suscribiendo hasta la última coma, los dejo en el pensamiento de Innerarity: «La Sociedad de los Intérpretes». Dice Daniel:
«Nos hemos acostumbrado a entender el mundo como algo inmediato, disponible y de fácil acceso. El discurso habitual acerca de la sociedad del conocimiento y de la información entiende la sociedad en términos de circulación de bienes y datos, cuya apropiación no es problemática….
Este modo de pensar tiende a menospreciar el momento de interpretación que hay en todo conocimiento… mientras que infravalora otro tipo de conocimientos como los artísticos, intuitivos, prácticos o relacionales.
El acento puesto en la interpretación subraya el elemento activo y complejo de todo conocimiento. Este es el verdadero desafío de nuestro tiempo: interpretar para obtener experiencias a partir de los datos y sentido a partir de los discursos….
La mayor parte de nuestros actuales debates no giran en torno a datos e informaciones sino sobre su sentido y pertinencia, es decir, acerca de cómo debemos interpretarlos, sobre lo que es deseable, justo, legítimo o conveniente…
El saber requiere libre acceso a la información, pero también capacidad de eliminar el «ruido» de lo insignificante. Más que almacenar, lo decisivo es interpretar la información. El problema no es la disponibilidad, sino la valoración de la información (su grado de fiabilidad, pertinencia, significación, el uso que de ella puede hacerse)…
Desde el imperialismo de las ciencias de la universalidad, la intuición interpretativa ha sido presentada como una forma menor de conocimiento, cuando no algo completamente irracional. Pero la experiencia nos muestra que no es sensato prescindir de estos modos de conocimiento, especialmente en contextos de gran complejidad. Si pensamos en casos como la crisis provocada en buena medida por la matematización de la economía o en los desequilibrios ecológicos que implican ciertas tecnologías, lo que tenemos es un cuadro muy contrario: las pretensiones de exactitud han dado lugar a decisiones irracionales y solo las culturas de interpretación (esos entornos críticos en los que se interroga por la inserción social de las tecnologías, se discuten sus aplicaciones sociales, se hacen valer criterios éticos y políticos) han conseguido corregir su inexactitud social. La intuición interpretativa que practican las humanidades tiene un enorme valor epistemológico, heurístico y prudencial en espacios de gran incertidumbre (como son los de las sociedades contemporáneas).
Cuando las certezas son escasas, hacerse una idea general es más importante que la acumulación de datos o el examen pormenorizado de un sector de la realidad. Las interpretaciones generalistas orientan mejor que el saber especializado…
Contra el automatismo de los lectores, la idea de una sociedad de los intérpretes es más discontinua, compleja y conflictiva…
Una política de la interpretación supone siempre abandonar los lugares comunes, reconsiderar nuestras prioridades, describir las cosas de otra manera, formular otras preguntas..»
¿Qué tal?
CONSULTORIO DE CREATIVIDAD
Prof. Germán Castaños. Creativo. Consultor en creatividad. www.ideavip.com.ar.
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