Este artículo presenta 9 supuestos erróneos de los voceros inexpertos
Dentro del amplio mundo de los voceros y oradores de todo tipo hay algunas creencias que no juegan a su favor.
Estos supuestos, nacidos vaya a saber de dónde, lo único que intentan es justificar el ego del disertante, sin considerar los aspectos básicos que necesitan ser tenidos en cuenta a la hora de salir a escena.
Este artículo presenta 9 supuestos erróneos de los oradores sin experiencia, e invita a conocer los argumentos que los desmitifican:
1. El que habla bien es el mejor vocero”. Error; el que habla bien pretende que, con su elocuencia, puede convertirse en un buen portavoz. Sin embargo se necesitan otras cualidades, como empatía, mapa mental apropiado, sentido de la humildad, perspectiva de su vínculo con el auditorio y consciencia de otros aspectos que exceden lo verbal, como lo gestual, que es predominante por sobre todo lo que se dice con palabras.
2. “Hago lo mismo de la otra vez y listo”. El orador inexperto deja todo para último momento, reutiliza sus presentaciones y pierde el foco del target del público al que se dirige. Cada experiencia de oratoria es única e irrepetible, y necesita de un diseño especial, profundo y estratégico.
3. “Si no me prestan atención, ellos se lo pierden”. Aquí es el ego el que habla. Nadie es lo suficientemente interesante para un público al que quizás, no le resulte apropiado entregar su tiempo.
4. “Yo digo lo que a mí me importa”. La base de la comunicación es transmitir lo que al público le interesa; no sólo lo que al vocero le hace sentido o quiere decir. Si lo hace, aleja, aburre y termina convirtiéndose en lo que hace la mayoría, que es mirándose el ombligo y no emocionando a nadie.
5. “Me van a prestar atención porque lo que tengo para decir es muy importante”. Quien mide la importancia del mensaje es el público; el vocero o conferencista que pierde de vista este aspecto estratégico está destinado al fracaso. Una cosa es hacer todo lo mejor para captar la atención del auditorio, y otra es presumir de antemano que su tema es muy relevante. Hay docenas de aspectos que influyen en el interés de las personas, y todos al mismo tiempo.
6. “No preparo la presentación; me sale mejor si improviso”. Los mejores voceros son los que se preparan y producen sus instancias frente al público con profesionalismo y solvencia. Un poco de improvisación está muy bien siempre que no se caiga en la imagen de que no se le dio la importancia suficiente al público presente. Todas las presentaciones necesitan ser preparadas, practicadas y estructuradas de antemano.
7. “Soy tan bueno hablando que soy capaz de conmover a una roca”. No existen estos oradores. Hay personas carismáticas que pueden llegar mejor al corazón y la mente del público; sin embargo, el que define hasta dónde impactarás, es el público. Cuidado con los golpes bajos, o con la información sin consistencia.
8. “Digo dos palabras y listo”. Esto funcionaría sólo si tus dos palabras fuesen las apropiadas. Lo ideal es conceptualizar y llegar a todos los sistemas representacionales del público. Cuanto más grande y desconocido sea el auditorio, más desafiante es para quien se para frente a él.
9. “Lo más importante es lo que proyecte en pantalla”. Presentaciones audiovisuales muy impactantes sucumben bajo el poder del implacable auditorio. Lo que el público necesita es una experiencia completa, desde que llegan hasta que se van ese día, y es tu responsabilidad liderar ese proceso. Hay personas realmente muy pobres hablando, que mandan a diseñar unos audiovisuales sensacionales. ¿Sabes qué? No es congruente y la gente lo sabe. No te “sienten”, no emocionas y nada reemplaza a tu contenido.