El propósito de eliminar las muletillas es enriquecer la calidad de tu presentación. Cuanto más preciso sea el lenguaje, tendrás mayores oportunidades de lucimiento.
¿Has escuchado conferencistas, oradores y figuras públicas de todo tipo que repiten una y otra vez una frase hasta el cansancio? Eso es una muletilla: algo que dicen en forma recurrente, que cualquier persona utiliza para llenar su discurso, de manera inconsciente.
Como es una palabra o un sonido que no aplica sentido propiamente dicho a la esencia de lo que se busca transmitir, queda descolgada. Y al ser repetida una y otra vez durante la alocución, aburre, cansa y transmite varias sensaciones desafortunadas: falta de preparación, insolvencia en el tema, poco léxico, bajo profesionalismo, inseguridad y miedo a hablar en público.
Como es un efecto vocal producido en la mente de la persona, se emplean inconscientemente en el habla común, y, cuando están frente al público de cualquier tipo, también las utilizan ya que forman parte de su vocabulario coloquial.
Las muletillas son un fenómeno que se extiende a todos los idiomas, y es más contundente en personas con poca lectura, un léxico sumamente limitado, o muy nerviosos al exponerse.
Obsérvate en el lenguaje cotidiano, ya que también las utilizas todo el tiempo: puedes empezar a corregirte desde allí.
La excepción son personas que han padecido alguna lesión cerebral que ha afectado el habla o el razonamiento, en las que, por fuerza de su enfermedad, pueden aplicarlas involuntariamente, sin percatarse de su recurrencia.
Algunas de las más frecuentes son “este…”, “pero…”, “eh…”, “a ver…”, “¿se entiende?”, “¿hace sentido?”, “mmm…”, “asimismo…”, “¿no?”, “sí?”, “OK”, “Pero…”, “Pues nada, eso…”, “¿Sabes qué?”, “Verdaderamente”, “En verdad”, “Así es”. ¿Te reconoces en alguna?
También hay muchas personas que, cortos de léxico, usan muletillas para darse aire de importancia, agregando términos como si fuesen a impactar de mejor manera. Nada más errado: un discurso lleno de muletillas, como los que observamos en ciertas personas públicas, da cuenta de una pésima preparación, y desluce completamente su comunicación.
Unos datos sobre el léxico
Unos datos de contexto para comprender el valor del buen uso de la terminología: el idioma español tiene aproximadamente 283.000 palabras. En el habla coloquial -la que utilizas en la calle, con tus amigos y con la familia-, las personas con educación superior aplican unas 500 palabras en promedio -sin contar los que serían términos técnicos o profesionales-; los que han accedido a la escuela de nivel medio, unas 350; las que sólo han completado el ciclo inicial (primaria), unas 200; y las personas sin instrucción de ningún tipo, se mueven en alrededor de 120 palabras. La influencia de las redes sociales con sus abreviaturas, emoticones y jergas de tribus urbanas, hacen que a veces las mismas deterioren aún más el lenguaje de las personas. Si bien estos datos son estimativos para Iberoamérica, depende de cada persona el hecho de nutrirse permanentemente, para expandir su nivel de léxico, más aún si afrontas situaciones de conferencias, discursos, clases con alumnos o cualquier otro trabajo que implique el uso de tu oratoria como una de las herramientas.
Eliminando las muletillas
El propósito de eliminar las muletillas es enriquecer la calidad de tu presentación. Cuanto más preciso sea el lenguaje, tendrás mayores oportunidades de lucimiento.
Aquí van 8 trucos prácticos para eliminar tus muletillas. Como en todo proceso, se requiere que lo practiques lo suficiente, ya que, al ser un hábito inconsciente, deberás en primer término hacerlo consciente. Y luego, corregirlo.
Truco Número 1: Frena y haz una pausa
La mayoría de las personas piensan que ser verborrágicas y hablar sin parar es garantía de ritmo. Puede que sea garantía de velocidad, que no es lo mismo. Cuando vayas a decir tus muletillas, toma uno o dos segundos. Detén por completo tu oratoria, toma consciencia de tu dificultad, y continúa expresando la idea que sigue. Los silencios en oratoria son tan valiosos como en la música.
Truco 2: Utiliza frases puente
Hay miles de frases adecuadas que puedes incorporar a tu oratoria, para establecer puentes según el sentido de lo que expresas. A diferencia de las muletillas, éstas sirven para acentuar tus ideas. Algunos ejemplos son: Además, De igual forma, Me interesa resaltar que…, Quisiera enfatizar, Una idea central de este aspecto es, Para movernos y avanzar, Tal como hemos visto, Sin embargo, Avanzando en esta conferencia, y cualquier otra construcción gramatical que permita transmitir contenido sin estar vacía o hueca.
Truco 3: Repite la última palabra del párrafo anterior
Este es un recurso sencillo de implementar. Enfatizas la última o últimas palabras que has dicho; luego, haces una pausa de uno o dos segundos; y retomas, repitiendo con otra entonación lo mismo que expresaste. Te ahorrarás tus muletillas de siempre. Ejemplo: supongamos que finalizas diciendo “… y de esta forma concluiremos esta parte del proyecto.” (Pausa) Retomarías, por ejemplo, con: “Esta parte del proyecto requiere que ahora pasemos a analizar juntos…” Y de esa forma, estableces una comunicación entre lo anterior y lo presente, sin necesidad de tus moletas muletillas.
Truco 4: Enfoca tu idea antes de seguir hablando
Otro error frecuente es que la muletilla aparece cuando tienes la sensación de que te quedas “en blanco”. Ese instante de milésimas de segundo parece que define todo en tu cerebro y que ya no podrás continuar. Tranquilo: haz una pausa muy breve y concentra tu cerebro y tu actitud corporal para enfocar la siguiente idea. Una vez que la tienes -por ejemplo, con la ayuda de la imagen en pantalla que sigue, o una tarjeta con la estructura principal de tu discurso-, sigues adelante. Cuando sales de una pequeña pausa sería conveniente que tu tono de voz sea un poco más arriba que tu último final de frase, para marcar la diferencia. Es como un “punto y aparte” en la escritura.
Truco 5: No temas si no te sale la palabra precisa: dilo claramente
Si estás hablando y, de pronto, olvidas una palabra exacta que redondea tu idea, díselo al público: serás bien recibido y te ayudarán a traerla a tu memoria. Estos pequeños gestos de humildad del orador crean una gran empatía con el auditorio, sin abusar.
Truco 6: Si te equivocas, sigue
El orador inexperto suele meter las muletillas cuando se equivoca, y, para salir del paso, siempre quiere decir algo. Lo mejor que puedes hacer es silencio; o bien, asumir que te equivocaste, y sigues adelante. No pasa nada e, incluso, humaniza tu presentación, si lo haces en forma moderada y no continuamente -en este caso, las personas dejarán de confiar en ti-.
Truco 7: Aprovecha y recibe feedback del público
El espacio entre una idea y otra, cuando no logras “coserla” o “enhebrarla” (tal como se le dice profesionalmente), puede ser el momento ideal para evitar tu muletilla lanzando una pregunta retórica (esas que se responden usualmente por sí o no), y, de paso, calibras (otro término de la jerga de oradores) a tu audiencia. Antes de seguir con la muletilla recurrente, cámbiala por “¿Cómo vamos hasta aquí?”, “¿Avanzamos?, “Si les parece bien, al final tomaré preguntas”, y cualquier otra por el estilo. De paso, sumas un feedback de la gente, y te nutres en tu energía y discurso.
Truco 8: Lee y enriquece tu vocabulario
Como hemos visto más arriba, una de las principales causas del abuso de muletillas proviene de un escaso vocabulario. Entonces, disciplínate en la lectura de todo tipo de materiales, incluso aquellos alejados de tu perfil profesional: te darán mayor cantidad de palabras para incorporar a tu diccionario personal.