Cuando somos oradores o voceros, necesitamos utilizar tres canales principales para conectar con el público: lo visual, lo auditivo y lo emocional. De su correcto equilibrio depende, en gran parte, el éxito de tu exposición.
Llegar a las personas con nuestro mensaje; que les resulte claro, contundente y, sobre todo, útil, es el anhelo de todos quienes afrontan situaciones de oratoria. Pues bien: necesitas construir estos puentes para que la experiencia sea completa.
Seguro conoces muchos expositores que se centran exclusivamente en su conocimiento y dejan de lado la interacción y las necesidades del público: esos son los que están destinados a fracasar por más eruditos que sean en la materia.
Cuando conectas con el corazón, la mente y el cuerpo de las personas, es así que obtienes el mejor resultado. Aquí encontrarás 11 técnicas profesionales para hacerlo desde ahora mismo:
Sé cálido: la actitud sencilla, con disposición a compartir tu tema, es lo que más aprecia el auditorio.
Utiliza un lenguaje accesible: evita la jerga demasiado técnica, sobre todo si desconoces aparte de tu público.
Traduce conceptos difíciles: no des por sentado que ya saben de qué les estás hablando. Necesitas crear experiencias de valor.
Sonríe con frecuencia: es el mejor pasaporte para romper del hielo y poner de tu lado a gran parte de las personas.
Sé abierto: si estás cercano y atento a las necesidades, la audiencia entenderá que eres uno más de ese equipo, y te apoyarán incluso en situaciones incómodas.
Rompe las barreras: es muy bueno que te animes a salir del estrado, la mesa o el atril. Desplázate naturalmente por el escenario, recórrelo y habítalo con tu presencia. Esto, además de tus palabras y contenido, hará una gran diferencia.
Baja del escenario: si estás en posición disímil a tu público, acorta la brecha. Es preferible que hables a su mismo nivel, o lo hagas la mayor cantidad de veces posible, alternando. Otra técnica es que invites a subir a algunas personas para que te acompañen en ciertos tramos, y fomentes la participación e interacción complementando tu contenido.
Estudia el mercado previamente: si vas a una ciudad o país que no conoces, necesitas ponerte al tanto de cómo está la situación. Este recurso es muy útil para intercalar en tu presentación, como ejemplo o haciendo analogías. Haz de cuenta que eres uno más del lugar, y esa territorialidad familiar te ayudará, también, a romper el hielo.
Blanquea los imprevistos: si suceden cosas no previstas durante tu presentación, tienes dos caminos: a) Hacer como si nada hubiese pasado, lo cual es muy bueno si sólo tú te das cuenta; y b) Comentar brevemente cuál es el inconveniente y cómo lo están resolviendo. Esto humaniza al orador, por más experto que sea.
Vístete de acuerdo a la ocasión: es muy importante conocer el código de vestuario de antemano. En general, se define por el tipo de público, el orden en que disertarás y la forma en que se lleva adelante el evento. Si, por ejemplo, hablas ante un auditorio joven, tendrás un código apropiado; y si el público es más formal, te adaptarás a eso. En cualquier caso, cuando entras en confianza, es posible que decidas quitarte la chaqueta o la corbata (si eres caballero) o el abrigo o un pañuelo, si eres una dama, como para marcar que estás rompiendo barreras con tu público. Todo depende de los contextos.
Crea emociones: la música, fotografías, videos cortos, buen sonido, matices en tu voz, escribir algunas notas importantes en una pizarra. Todo forma parte de esta experiencia de oratoria que querrás que sea inolvidable. Si lo haces a tiempo, respetando el timming del público y su predisposición, el éxito te estará esperando.
