Cuando estés a punto de rendirte, aquí tienes 3 consejos que pueden ayudarte a recobrar tu entusiasmo, el ingrediente principal para seguir adelante.
En distintos momentos de la vida, la evidencia o fantasía de un fracaso hace que nos desmoralicemos, y que la voluntad se vea quebrantada hasta el punto de querer rendirnos. Entonces, la conocida frase “rendirse no es una opción” es difícil de llevar a cabo si no se confía plenamente en uno mismo.
Sin embargo, todos los seres humanos poseemos el espíritu de superación ante la adversidad, aunque en los momentos difíciles no aparezca siempre como primera opción. La confianza, el valor, la resiliencia, la templanza y la persistencia son recursos que están disponibles, si sabemos activarlos.
En esencia, el rendirse significa abandonar eso por lo que has venido trabajando tanto. Has dejado horas y hasta años de esfuerzo sostenido, sueños, metas y energía, y estás a punto de dejarte caer porque las cosas no se dan como pensabas.
Por qué se rinden las personas
Entre las personas que más fácilmente se rinden, por lo general aparece un patrón de respuesta inconsciente, que repiten una y otra vez.
Incluso en pequeñas instancias de fracasos (mini-fracasos, para explicarlo mejor) durante el proceso hacia la meta, actúan así:
- Duda: sobre todo, de su propia capacidad para seguir adelante.
- Temor al fracaso: en general, es un miedo de leve a paralizante.
- Culpa: por haber puesto en marcha su sueño, y sentir que no se es capaz de sostenerlo.
- Imaginarse lo que va a pasar: aquí, se fantasea en negativo cuando se está en la etapa de lo que podría devenir en un fracaso.
- Sentirse abrumado: la emoción negativa que resta energía vital para seguir adelante.
- Fantasía de alivio: es en lo que más piensa una persona, ya que imagina que se librará “de todos los males” que la acechan si se rinde.
Es interesante analizar este patrón, que es un modus operandi que, inevitablemente, conducirá a fracasar. Como los pensamientos crean estados de consciencia, y éstos, determinan las acciones y el resultado que obtendremos, si generas esa secuencia de emociones negativas encadenadas, cumplirás tu profecía.
3 cosas para recordar antes de rendirte
El fracaso encierra una gran oportunidad de aprendizaje, si sabes verla y capitalizarla a tu favor. Más allá de la frustración, decepción y desazón anímica por no haberlo alcanzado esta vez, es importante enfocarse en el proceso, y no sólo medir todo en relación con el resultado final. Al hacerlo, te permitirá entender, conocerte mejor, bucear en tu universo emocional y mejorar para la próxima vez que encares cualquier tipo de proyecto.
Cuando estés a punto de rendirte, aquí tienes 3 consejos que pueden ayudarte a recobrar tu entusiasmo, el ingrediente principal para seguir adelante:
1. Recuerda por qué empezaste. En aquel momento tu visión de éxito, el diseño de tu meta y el impulso te animaba a ir por más y seguir adelante. Herramientas: Rescata esas emociones iniciales, y reconstrúyela internamente en forma vívida. Ponlas nuevamente en acción. Revisa tus notas y bosquejos del proyecto, y visualiza con tu mente creativa esa etapa fundacional, para reconectarla internamente.
2. Reconoce de qué forma eso se conecta con tu propósito. Al encarar una meta lo haces en dos niveles: uno consciente (lo que haces en concreto), y otro inconsciente (que es el motor de energía interior, tu espíritu). Los proyectos que más duelen perderse son los que te representan como ser humano, y en los que sientes que quedarán muchas partes de ti en el camino. Herramientas: En las instancias en que piensas en rendirte, revisa tu propósito; eso que te guía y que es el rumbo de tu vida. Verifica de qué forma este proyecto que vas a abandonar es algo valioso para tu misión y legado en tu paso por el mundo. Si encuentras este sentido trascendente, recibirás una bocanada de aire fresco, ideas y energía extra para seguir un paso más.
3. Cómo estaba tu entusiasmo en el punto de partida. La motivación es esencial para conseguir lo que quieres. La mayoría de las personas no lo logran, porque desisten tan sólo luego de un intento fallido: así sucede en más del 95% de los casos. Por eso hay tantas personas que se dicen fracasadas, estancadas, postergadas y quejosas. Simplemente porque han desistido de sus sueños. Herramientas: En los momentos previos a rendirte, tu falta de motivación puede ser muy alta. Busca en tu interior recordar los instantes iniciales de este camino: cómo estabas, qué sentías, cuáles eran tus pensamientos, con qué palabras hablabas -a ti y a los demás- sobre lo que hoy te angustia. Integra esas emociones dentro tuyo, y proyéctalas en otros ámbitos -como una conversación con tus amigos, pareja, familia, compañeros-, para revivir aquel estado emocional. Te ayudará a conectar en parte con ese espíritu pionero que fue un gran motor.
Recuerda que rendirse tiene dos acepciones: la de abandonarlo todo, y la de entregarte al proceso natural de las cosas, sin forzarlas; con paciencia, aceptación y flexibilidad. Son dos puntos de vista de una misma palabra, que producirá resultados totalmente opuestos. La elección es tuya.