Podemos decir que nuestro trabajo tiene un sentido cuando está conectado a un propósito superior y va más allá del esfuerzo por cubrir nuestras necesidades económicas. De lo contrario, sólo se trata de una relación transaccional en la que trabajas por objetivos y a cambio recibes ciertas recompensas.
¿Por qué haces lo que haces? ¿Qué te llevó a decidirte por tu trabajo actual? ¿De qué manera tu trabajo se relaciona con tu misión personal y con tu pasión en la vida?
Si no tienes una respuesta clara a cualquiera de las preguntas anteriores, es probable que necesites replantear el sentido de tu vida profesional.
De acuerdo con un estudio realizado por Trabajando.com, en México, 6 de cada 10 trabajadores no son felices en su trabajo.
Diversos son los factores que influyen en la respuesta de los encuestados, sin embargo, la mayoría de las personas espera que un buen trabajo les dé la felicidad que tanto anhelan.
La cuestión es que más que pretender buscar la felicidad a través de nuestro trabajo; deberíamos de buscarle un sentido a éste y la felicidad vendrá por añadidura.
Pero… ¿Cómo encontrar dicho sentido?
Viktor Frankl, creador de la logoterapia y autor del libro “El hombre en busca de sentido”, nos dice que el ser humano encuentra un sentido a su existencia a través de tres valores principales: creativos, vivenciales y actitudinales.
1. Valores Creativos
Se refiere a la aportación que haces a tu equipo, departamento, empresa, sociedad y al mundo en general.
La consciencia sobre nuestra capacidad creativa y sobre la huella y el legado que podemos dejar a través de nuestro trabajo, nos llena de satisfacción al saber que existe un propósito mayor en nuestros quehaceres cotidianos y que éste no puede ser cubierto con dinero o con reconocimiento.
¿De qué manera tu trabajo puede hacer una diferencia o innovar las formas en que se hacían las cosas antes?
2. Valores Vivenciales
Son aquellos que nos brindan la capacidad de acumular experiencia, conocimientos y aprendizajes para crecer y recibir lo que mi equipo, mis compañeros, la empresa, la sociedad y el mundo tienen que aportarme.
También nos permiten conectarnos con los demás y es a través de nuestras vivencias con otros que enriqueceremos nuestro entorno y generaremos abundancia, lo cual -de nuevo- no tiene nada que ver con el dinero.
3. Valores actitudinales
Según la cifra que mencionada, podríamos deducir que las personas que se dedican al trabajo de sus sueños son minoría, pero no debemos de perder las esperanzas.
El consejo más obvio para ellos sería: ¡Consigue otro trabajo! Pero, ¿qué te garantiza que el siguiente sí te hará feliz?
Los valores actitudinales se refieren a la posición que tomamos a partir de las circunstancias que vivimos y ante las cosas que no podemos cambiar.
La búsqueda de un nuevo trabajo puede ser una buena idea, pero antes te invitaría a intentar encontrar un sentido a tu trabajo actual, aunque éste no se parezca mucho a lo que soñaste. Quizá descubras que la clave está en la forma en que tú habías decidido percibirlo y que es mejor de lo que estabas dispuesto a aceptar.
“Nada ha cambiado, excepto mi actitud, por eso todo ha cambiado”. Anthony de Mello
Sean cuales sean las circunstancias, siempre tendremos la libertad para elegir la actitud con la que nos enfrentamos a éstas.
El trabajo es aquella parte de nuestra vida que nos brinda la posibilidad de realizarnos, de crear, de relacionarlos, de crecer y de poner al servicio del mundo nuestros mayores talentos. Más allá de un medio para sobrevivir en un mundo materialista, es una gran oportunidad para entregarnos a una misión y a un sentido de vida.
Marcela Hernández y Hernández