Dr. Horacio Krell*
El cerebro es una pieza imperfecta, fue el resultado de la evolución. En cambio, la mano reemplazó a la garra del animal y responde fácilmente, el cerebro no. En él conviven los instintos del reptil, las emociones del mamífero y los pensamientos elaborados por la razón. La acción racional pondera los fines y los medios.
La acción basada en valores los toma como mandatos. Otra acción puede responder a un estado emocional. También la acción puede ser realizada bajo el influjo de la costumbre y el hábito.
La evolución fue el triunfo de la razón sobre el pensamiento mágico. El hombre se hizo permeable a la experiencia, aceptó las leyes naturales y las modificó para satisfacer sus deseos. Evitó la necesidad de la acción inmediata, usando los conceptos tuvo los datos en su mente sin tener que ver para decidir. Pero pensar por conceptos lo induce a observar un mundo irreal.
Ciencia sin conciencia es la ruina del alma
Esto dijo el humanista, médico y escritor Francois Rabelais, quien, en el siglo XVI analizó la conexión desde la ética y la moral.
Se considera científico lo que es admitido por la comunidad científica dentro de los paradigmas vigentes. Estos evolucionan y lo que hoy no se admite, mañana puede ser que sí.
Lo pseudocientífico es no aplicar métodos válidos y no aportar pruebas para admitir teorías.
Es no comprobar la veracidad de las fuentes: no actualizar datos y conclusiones, repetir los errores, recurrir al argumento de la conspiración o la persecución ante la crítica o crear misterios o enigmas donde no los hay, omitiendo la información relevante.
La pseudociencia exagera las anomalías apelando a lo metafísico espiritual. No acepta los datos contradictorios con su teoría, los ignora o invalida. Otra falla es tener varas distintas de medición y análisis, denostar las opiniones contrarias o desechar las pruebas que no se ajustan a su teoría. Otros errores son: mantener temas tabú o un elitismo frente a lo que llega desde ciertos ámbitos, anteponer intereses personales a la integridad científica, tergiversar o interpretar sesgadamente aportaciones alternativas y desacreditarlas ante la opinión pública.
Tomar conciencia
La ciencia tiene patrones que requieren de un análisis consciente realizado mediante la reflexión. Pero hoy se separó de la filosofía y perdió ese instrumento que tiene la mente y por eso carece de la integración con las preguntas que se formula el ser humano sobre el sentido de la vida, el porqué de las cosas, su origen y su destino.
Por otra parte se estableció una relación importante entre ciencia y tecnología y un peso excesivo de los intereses, que debilitaron la conciencia y el sentido moral en la ciencia. La especialización hizo perder la visión de conjunto, hasta el extremo de tener que preguntar: ¿dónde está el conocimiento que se perdió con la información? ¿dónde está la sabiduría que se perdió con el conocimiento?
Así saber lleva a la ignorancia y la ciencia a la inconsciencia, porque el especialista desconoce todo lo que está fuera de su ámbito.
Por eso se dice que el especialista tiene un martillo y todo lo que ve le parece un clavo y prolifera la ignorancia en personas altamente especializadas. Así una persona sin estudios puede ser el jefe de un científico con baja inteligencia emocional.
La ruptura entre ciencias de la naturaleza y ciencias del hombre produjo una disociación entre el interés de la ciencia y el interés social, prevaleciendo el interés económico y el del poder sobre la sana política y sobre cualquier consideración ética. Las ciencias del hombre también se han desgarrado de los conceptos morales. La ciencia no tiene cómo concebir su papel social.
El investigador, el actor real, prescinde de su rol humano en el proceso de investigación.
La ciencia positiva llegó a la disociación sujeto-objeto. El objeto es el destinatario de la investigación y el sujeto sale de la ciencia, de la filosofía, la moral o las condiciones sociales.
La «Big Data» domina las redes sociales y prolifera la tecnología de sensores y el monitoreo de la información, el saber se encamina a la acumulación de datos, en detrimento del análisis, síntesis, discernimiento y discusión, propios del trabajo científico y acaba en detrimento de las habilidades mentales, sin la confrontación dialéctica de compartir y discutir pareceres.
Un paradigma que debería evolucionar por confrontación, adaptación y adecuación.
El poder de los científicos genera el reduccionismo, que reduce la realidad a sus partes.
La complejidad es el rasgo universal de la realidad y no puede explicarse desde la reducción a lo elemental, sino desde la totalidad. El exceso lleva a no aclares que oscurece. El conocimiento científico no es el reflejo de la realidad. Los datos son aproximados, la ciencia elabora teorías. No hay nada más práctico que una buena teoría. Se precisa el sentido autocrítico de la conciencia sobre la ciencia, que no puede mostrar todo, sino lo que ya se descubrió.
Hasta el avión moderno nació primero en la mente del hombre.
Teorías y modelos
El conocimiento científico es una construcción mental que crea un modelo de la realidad. La construcción mental contiene, de manera inadvertida, reflejos de la naturaleza humana, una fracción de creencias que no pueden comprobarse, son impurezas metafísicas, sociológicas y culturales. Es pertinente sumar al trabajo filosófico, el aprender a ser, el «Conócete a ti mismo”, para poder evitar esos vicios. La orientación vocacional busca descubrir el genio interior pero no forma parte de la educación formal. La mayoría imita a los ricos y famosos. En Finlandia los maestros son las estrellas de la sociedad y tienen título universitario.
El científico debería incluirse en el proceso de investigación, no solo debe contar con la precisión de los instrumentos, sino también con los instrumentos mentales. El investigador debería enriquecer su vida interior, porque en el escenario mental se construyen las teorías.
La filosofía provee valores morales que pueden liberar a la ciencia de la manipulación de los intereses particulares. Por eso una investigación debe ser independiente. Este es el ideal del «hombre del Renacimiento», que incorporaba todo tipo de conocimientos y saberes, para tener una perspectiva más amplia de la realidad. La ciencia sin conciencia es la ruina del alma.
Inteligencia emocional
Aristóteles dijo “es fácil ponerse nervioso. Lo difícil es hacerlo con la persona correcta, con la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la manera correcta”. De las 7 inteligencias (verbal, lógica, espacial, musical, plástica, interpersonal y psíquica) las últimas son emocionales: conocerse a sí mismo y al otro, resolver conflictos, colaborar. Las emociones actúan antes que la razón comprenda e influyen sobre ella.
Pero la razón no es su esclava, puede reaccionar para hacer inteligente la emoción.
El alfabeto nos otorgó la capacidad de abstracción, generalización y creación. Pero el cerebro conoce el concepto, no la cosa en sí. Al alejarse de la tierra perdió el contacto con la naturaleza.
El cuarto cerebro
El cerebro guarda la información en formato físico por una mezcla de agentes químicos e impulsos eléctricos que circulan por las neuronas y se cuantifican como energía, que una vez concentrada se transforma en materia. En internet el cerebro convierte esa materia que está en las neuronas en un formato que circula por la red y el que recibe el mensaje, lo materializa. Construir una red de capital intelectual y social conecta la creatividad de la mente con la velocidad de la tecnología. Así se sincronizan el sistema nervioso humano con el digital.
Un cerebro holístico
Instintos, emociones, pensamientos y tecnología entran en conflicto si no van en la misma dirección. Si gobierna el instinto aparece el reptil. Si mandan las emociones negativas la emoción violenta o la depresión. Si conduce un pensamiento frío un plan sin sentido social. Si triunfa la tecnología la máquina dirige al hombre. Enfrentados son parte del problema, en equipo y con objetivos comunes son parte de la solución. Hay que aprender a crear y usar un cerebro holístico, armonizador de la inteligencia individual y la inteligencia social.
Tomar conciencia
Con la voluntad no alcanza, es necesario entrenar la mente para cambiar un hábito. El despertar de la conciencia es la clave para llegar al autoconocimiento, a entender las causas y generar un cambio. Los que quieren cambiar deben comprender que el inhibidor es el mismo cerebro, aprender a despertar la conciencia para entender cómo actuamos y por qué.
Lo importante es aprender cuestionar las creencias falsas y que llevan a pensar que “yo soy así” e impiden construir la verdadera identidad. No hacer un trabajo integral lleva a buscar soluciones voluntaristas como fijarse un objetivo y cumplirlo a rajatabla. A partir de allí se arma un plan de acción. Al principio esto resulta pero al poco tiempo se vuelve a caer en los malos hábitos porque las metas se proponen desde un lugar inconsciente.
Hacer cosas a repetición en piloto automático no sirve. Muchas veces actuamos sin prestar atención a lo esencial. El cambio comienza con el despertar de consciencia. El verdadero ser no se corresponde con la identificación que tiene con su personalidad y que suele atribuir a sus genes. La clave es descubrir las creencias erróneas. La historia es mucho más que un relato.
La mente crea la realidad
La mente crea una realidad, ante la tendencia a atribuir todo a circunstancias externas. Porque la mente es la que elige la experiencia. Usando la visualización creativa del deseo, la vida sorprende de modo impensado, concretando el anhelo. El pensamiento envía ondas electromagnéticas al campo cuántico que materializa su deseo.
El poder reside en cada uno
Educar la mente es un trabajo para apagar las voces negativas. Meditar logra un anclaje en el presente y gobernar a una mente identificada con una personalidad falsa. Desde el verdadero ser, libre y creativo, se crean círculos virtuosos. Las nuevas huellas de la conciencia forman redes, crean hábitos estimulantes, lejos de las exigencias de la voluntad.
Cuando las huellas neuronales arraigadas se traducen en conductas, ante el estrés se busca compulsivamente lo que produce saciedad y el cerebro genera dopamina que brinda placer.
Al detectar el mecanismo se puede elegir y construir rutas neuronales nuevas. Las sensaciones motivadas desde el exterior generan sensaciones de felicidad a corto plazo. La dopamina es un neurotransmisor que activa el circuito de recompensa que hace repetir conductas en busca de esa sensación, o adicciones o afectar el estado de ánimo. Si bien la dopamina se necesita para crear expectativas y la motivación cotidiana, cuando es inconsciente genera problemas. Ante la necesidad de limitar la liberación excesiva de placer, el cerebro presenta otro neurotransmisor más representativo de la felicidad, la serotonina, que genera tranquilidad y satisfacción.
El hábito se perfecciona con la repetición
El hábito de la habilidad enseña a hacer, el de la actitud las ganas de hacer, empezar y perseverar. Mientras más motivados estemos, más persistentes seamos, y menos resistencia pongamos, más rápido será. Nos enfocamos en la rutina del cambio, pero el disparador y la recompensa son las claves de la transformación.
Tener una motivación inicial
Que sea algo que se puede hacer, que esté al alcance intelectual y crear un disparador, un llamado a la acción. Saber cuán resistente se es a las rutinas y fijar un plazo. Visualizar cómo se quiere estar facilita el trabajo mental y corporal en la asimilación. Para desarrollar un hábito hay que poner el nuevo hábito luego de un comportamiento habitual. “Después de … voy a…”. Y establecer una recompensa para celebrar el logro.
Tenemos dos vidas, una digital y otra analógica
El tiempo que pasamos en la digital crece y la Big Data recolecta, organiza datos nuestros que se venden a firmas interesadas en conocerlos. Se capta la atención y el deseo de adquirir algo. Son robots espías alojados en el celular que estudian la conducta con algoritmos. Escuchan y la relacionan con el negocio del vendedor.
En 2014, Facebook compró WhatsApp y 10 años más tarde el servicio sigue siendo gratuito. Cualquier usuario puede observar cómo al comentar por WhatsApp su deseo de vacacionar, al rato aparece la publicidad de pasajes y hoteles. WhatsApp es un departamento de Big Data que cuenta con Instagram como colaborador. El futuro será cada vez más digital y menos analógico.
La percepción humana es lineal
Y el progreso tecnológico es exponencial y eso provocará un gran impacto. ¿Cómo modificarse para aprovechar los cambios? El costo de oportunidad de negar esta realidad y optar por la comodidad, el miedo o el escepticismo es muy alto. Es un nuevo darwinismo. Capacitarse en comunicar en las redes es una necesidad impostergable
No saber expresase, es igual a no saber pensar. Alvin Toffler dijo: «Los analfabetos no serán los que no sepan leer y escribir, sino los que no sepan aprender, desaprender y reaprender».
El tallado del alfabeto en el cerebro nos hizo superiores. Un hemisferio cerebral es la mitad de un órgano único, no como el riñón, se puede perder uno y el otro sigue trabajando.
La mitad del cerebro es irremplazable y progresa si descubres y entrenas a tu genio interior.
Al cerebro lo dirigen dos fuerzas
Una lo lleva al descanso, a conservar la energía, la otra busca lo nuevo porque se aburre de hacer siempre lo mismo. Una fuerza es conservadora la otra progresista. Una es rutinaria la otra creativa. El método las sincroniza para lograr con menor esfuerzo obtener grandes resultados, hacer crecer la energía y el poder interior o empowerment.
La materia prima del cerebro es la materia gris y no crece como la lechuga. La tecnología sube por el ascensor, el hombre por la escalera y eso genera la brecha. Las habilidades blandas, las esencialmente humanas, están devaluadas. Los países que las promueven son los que lideran.
La orientación vocacional busca encontrar la brújula interna. Si el querer es grande el obstáculo se hace pequeño. Sin saber lo que quieres te dirige un pensamiento light al que nada le importa. Eso le resta pasión a la acción y rebaja la potencia. El poder inteligente combina el querer con la eficacia. Descubrir el querer es la condición necesaria, dominar los métodos la condición suficiente. La ciencia sin conciencia es la ruina del alma. Toma conciencia y que no te vendan espejitos de colores. Se el arquitecto creador de tu propio destino.