Se conocieron los resultados del examen internacional PISA 2009 que relaciona disciplina y conocimiento en estudiantes de 65 países. Japón, China, Corea, EEUU y Europa occidental muestran correlación positiva pero Kazakhstan, Rusia, Perú y Colombia transmiten que no siempre van de la mano. México, Perú, Chile y Brasil fueron los países de América Latina que mejoraron la disciplina en los últimos años. El que más progresó fue México y el que menos lo hizo fue Brasil. Argentina no tuvo variaciones. La disciplina en el aula argentina es la peor en el ranking mundial. Haciendo click en este link se puede acceder al ranking http://www.clarin.com/sociedad/educacion/titulo_0_494950626.html
Pablo Sigal interpretó con humor los resultados: En el grupo de los tragas que se sacan siempre 10– están el chino, el coreano y el japonés. No son muy populares, pero a veces le enseñan al profesor. Detrás se ubican los que comprenden que deben portarse bien y aprender: el estadounidense, el alemán, el inglés y el suizo. Existe otro grupo que suele hablar bastante e interrumpir al docente, pero eso no hace mella en su rendimiento: son el sueco, el israelí, el español, el irlandés, el francés y el italiano. Se esfuerzan lo necesario para el 7. El mexicano se porta casi igual que ellos, pero se lleva materias a diciembre. El uruguayo y el chileno, como el mexicano, arañan un 6, pero en conducta dejan que desear. En contraste están los que nunca se zarpan, pero eso tampoco les garantiza el éxito: son el rumano, el albanés, el tailandés, el peruano y el colombiano, que siempre terminan en marzo. Por último, el sector más “divertido” de la clase está en el fondo. Es el grupo donde reina la indisciplina. Allí hay dos tipos de revoltosos. El holandés, el finlandés, el belga, el australiano y el canadiense compensan con capacidad la falta de aplicación, y a fin de año figuran entre los mejores promedios. Suelen armar sus bromas pesadas con el brasileño y al argentino, que se llevan materias previas y repiten de año. Ahora, según las últimas evaluaciones, la novedad es que el brasileño se estaría dando cuenta y querría dejar de ser el más “vivo” de la clase. El argentino está viendo.
Hay un acertijo tragicómico: con las mismas letras de la palabra argentino también se construye ignorante.
Autoridad no es mala palabra. Al desprestigiarse la escuela, las instituciones y el modelo del maestro de grito amenazante, con puntero en mano, coscorrón en la cabeza y orejas de burro, se llegó al otro extremo, al del libertinaje, la burla y hasta la agresión a los docentes.
Autoridad es sinónimo de garantía y responsabilidad. Sin ella nada garantiza el aprendizaje. El diálogo y la congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace, fortalece el vínculo maestro alumno. El docente debe exigirle para mostrarle que confía en que puede. Para lograr el equilibrio el afecto debe ser medido, la distancia óptima y las reglas claras.
Hoy la autoridad es bastardada desde afuera, por el ataque a las instituciones, incluso desde el mismo Estado. La autoridad no viene dada por el rol, hay que conquistarla. No se obtiene por decreto. Ya no se puede expulsar porque la educación es un derecho. Muchos chicos adoptaron la cultura de la calle, festejan la violencia y el fin de la autoridad.
Al maestro le pasa como al árbitro de fútbol. Si la policía hace la vista gorda, los directivos apañan barras bravas, el periodismo se nutre del escándalo, los jugadores hacen trampa y los hinchas reclaman la victoria a cualquier precio; el referí no tiene margen de maniobra.
La autoridad es efectiva cuando forma parte de un proyecto. Los salarios y la imagen se depreciaron, y con ellos el rol social del maestro, profesión que hoy se elige por descarte. Hay que volver a la vocación docente, a la pasión, a que pueda exigir sin demagogia.
En España se dictaron leyes que los convierten en autoridad pública con presunción de verdad de sus constataciones. Resaltan también que el reconocimiento de su autoridad es clave para crear un sistema educativo de calidad. Sin embargo no hay decreto que la consiga, sin ejemplaridad, moral, pasión, empatía, escucha, confianza y respeto mutuo.
La toma de escuelas
Unos 40 alumnos del colegio Mariano Acosta, tomaron la escuela e impidieron que 3000 tuvieran clase. Con docentes y directivos resignados y funcionarios dedicados a lo urgente, la pregunta es ¿dónde están los padres? Los chicos reclaman becas a los funcionarios. Marginan a los padres, ni siquiera lo plantean al docente y exigen que el ministro de Educación les explique por qué no llegan a todos. La misma actitud provocativa se refleja en agresiones a profesores, un problema que se extendió a distintos sectores sociales, como fenómeno cultural y generacional. Los padres temen ejercer de padres. Tienen temor a ser antiguos o quieren ser jóvenes de 25 años. El clima escolar es alarmante. A la ausencia paterna se suma la incertidumbre sobre las sanciones ¿Qué sanción corresponde a un alumno por tomar su escuela? Ante la eliminación de las sanciones por amonestaciones, todo depende de cada escuela, de cada caso y del consejo de convivencia. No hay una sanción estipulada para la agresión y la burla que sufrió, por ejemplo, la docente que fue filmada mientras le hacían gestos alevosos en la escuela, ni para el intento de ahorcamiento de una profesora por un chico de 13 años.
Los jóvenes interpretan que vale de poco trabajar, hacer méritos y ajustarse a la ley. La cultura del MAL ejemplo hace escuela. En la edad de los principios no maman los PRINCIPIOS. Con una escuela desarticulada y sin respuesta, no hay cultura del esfuerzo y no creen que sea importante ir a la escuela y estudiar. Antes los padres reprendían a su hijo ahora culpan a la maestra. Tampoco hay docentes comprometidos, creativos, amantes de su profesión, actualizados y bien pagos. Se necesitan padres que apoyen la tarea de aprender y a la escuela en sus decisiones. Hay que exigir para lograr resultados. Sin proyecto ni valoración social de la escuela no se puede exigir. También precisamos un estado moderno: «que sea parte de la solución y no parte del problema».
No conocer la causa del problema es la causa del problema. Si un país rico como Argentina fracasa conviene compararlo ¿Cómo hicieron algunos países para ser primeros? ¿Cómo hizo Argentina para estar entre los últimos? Y en economía: ¿Cómo hicieron los países sin recursos naturales para convertirse en potencias ¿Cómo hizo la Argentina potencia de comienzos del siglo XX para convertirse en una fábrica de pobres?
La primera pregunta la responde Finlandia. Hace 10 años cambió de rumbo haciendo de la educación su política de estado. Ahora para ser maestro hay que tener título universitario y para estudiar no hay que ser rico, todos los chicos tienen igualdad de oportunidades.
La segunda respuesta la dio Japón. Destruido en la 2da guerra mundial estudió cómo se fabricaban los productos en el mundo, los mejoraban y reducían su costo. Transformaron una isla sin recursos en la factoría de productos elaborados más grande del mundo.
La cultura del ejemplo. Si todos progresan y aprenden a aprender, si un proyecto país los guía, si eligen los mejores gobernantes, si la transparencia suplanta a la corrupción; se instala en la sociedad un círculo virtuoso de desarrollo con capital social. Desarrollo no es igual a crecimiento, no es lo que tenemos sino lo que hacemos con lo que tenemos.
El problema de la disciplina escolar refleja un problema estructural: Argentina encabeza en el mundo los accidentes de tránsito, la corrupción y sistemas educativos que no funcionan. La anomia es la discrepancia entre normas, metas culturales y capacidades sociales.
El director de la escuela debería imponer el respeto a las normas de convivencia evitando que un grupo de choque pueda tomarla por la fuerza. Pero si el director no cumple la autoridad nacional – en un estado de derecho- debería aplicar la ley, asegurar que el sistema funcione y evitar que los grupos apliquen la ley de la selva.
Pero no lo hacen para conservar un falso prestigio o devolver favores políticos. Obvian la norma, no aplican sanciones y si la norma no se cumple no tiene sentido.
El ciudadano percibe una sociedad insegura e ingobernable, donde la corrupción de la política y la violencia destruyen las instituciones. El costo del desorden, de la toma de escuelas, de edificios, rutas y calles rotas, etc. es la destrucción de la economía, la angustia del ciudadano común, el menoscabo de su salud física y mental, el deterioro de la infraestructura, del capital de las empresas y la pérdida de mercados externos.
No hay a quien reclamar si no hay Estado ni gobierno. Así es como se construye la Anomia y el ciclo vicioso llega a la barbarie, a los grupos de autodefensa y a las guerras civiles.
Mientras tanto el ciudadano común aplica la estrategia de “sálvese quien pueda”, se dedica a sus asuntos, ignora la realidad o la mira por TV. La historia muestra que cuando los procesos salen de su cauce, se gestan golpes de estado militares o políticos y el nuevo gobierno aparece como salida ante la precaria institucionalidad.
Aparece un nuevo gobierno que después de mucha muerte y miseria, logra que se acepte -por gestión o imposición- la necesidad de construir nuevas reglas e instituciones. Evitemos esa perspectiva fortaleciendo el papel del ciudadano y de las instituciones, construyendo un proyecto de país federal que piense globalmente y actúe localmente para crear un futuro común y compartido. Seamos pesimistas en el diagnóstico y optimistas en la acción.
Las mentes del futuro. Howard Gardner -autor de la teoría de las inteligencias múltiples y de las mentes del futuro- sostiene que el aprendizaje memorístico no tiene en cuenta el verdadero aprendizaje que se basa en la comprensión y que, la forma en que se enseña, va en sentido contrario a la forma en que aprende el niño, y muy bien, antes de ir a la escuela. El aprendizaje previo es intuitivo, sin reglas fijas, basado en la curiosidad natural. La escuela hace centro en que aprenda a leer y escribir y en la disciplina. Son formas distintas de aprender que crean vacíos y etiquetas: “ese niño tiene problemas de aprendizaje”.
El que aprende según las reglas de la escuela no se transforma tampoco en un experto disciplinado, terminado el ciclo regresa a su modo infantil. El ingenuo comprende el mundo de otro modo que el experto, que contraría la sabiduría popular. Con esos vacíos cuesta aprender. El cambio a lograr es saber aplicar la disciplina que se aprendió en la vida diaria
Gardner propone desarrollar mentes sintetizadoras, que puedan detectar lo importante y hacer conexiones. También aboga por mentes creativas que partiendo de lo conocido puedan crear lo que hasta ahora era desconocido. La mente tiene que aprender a ser respetuosa de la diversidad, dado que a la verdad se llega desde diferentes perspectivas. La mente ética debe orientar hacia el bien y no a la búsqueda irrestricta de la conveniencia.
La mente debe disciplinarse para aplicar el conocimiento a la vida misma, no quedarse en la superficialidad de los hechos y ser protagonista y responsable. Para ello hay que seguir estudiando y practicando lo que se estudió. Las inteligencias múltiples abarcan lo verbal, matemático, lógico, musical, corporal, espacial, interpersonal y espiritual. Conocer y desarrollar la mente individual debe ir de la mando de la inteligencia social
Para que la inteligencia progrese en el mundo la educación debe propiciarla. La inteligencia reformulada implican una cultura que la promueva, oportunidades para ejercitarla y planes de estudio que la incorporen como políticas de estado. La memoria es el capital intelectual, sin conocimientos la inteligencia es impotente. Pero ante los problemas la memoria tiende a repetir el pasado, entonces la inteligencia le abre la puerta a la imaginación. Como dijo Einstein, “en épocas de crisis la imaginación es más importante que el conocimiento”.
Dr. Horacio Krell, director de Ilvem. Contacto [email protected]
Es terrible, como argentina vivo y veo la decadencia de las generaciones que se vienen y el panorama es desolador…aunque uno no pierde la esperanza en la educacion que transmite la familia, que es la base…y todavia se ve alguna que otra familia unida en valores, respeto y amor entre el monton, que anima mi esperanza.-