Sin memoria seríamos vegetales, no podríamos sentir, pensar o actuar. Sin embargo el sistema educativo deja que se conforme arbitrariamente en su contenido y sin mnemotecnia ni métodos de memorización.
El individuo adopta dos mecanismos alternativos o complementarios. A veces la deja funcionar en piloto automático y cree que por arte de magia el cerebro se encargará. En otras usa la fuerza bruta de la repetición. Como decía Sarmiento: la letra con sangre entra.
El personaje de Borges «Funes el memorioso» no podía olvidar y el peso de su memoria lo atormentaba. La curva del olvido muestra cómo un cerebro normal borra el 80% de lo que percibe dentro de las 8 horas del suceso, luego la caída es más lenta. Para evitarlo el interés y el repaso fortalecen las huellas mnémicas y las redes neuronales. El principio que rige a la memoria es que lo que no se usa se pierde.
Recuerdo y olvido son aliados estratégicos en la construcción de una memoria eficaz. Si basura entra basura sale. Por eso durante la percepción hay que rechazar la basura y aprender a aprehender lo importante. Para consolidar un recuerdo y en su recuperación hay que desaprender lo que ya no tiene sentido y revitalizar lo que tiene valor.
Sin memoria no hay futuro. Sin memoria no hay pasado ni futuro. Al imaginar el devenir, se activan las mismas áreas cerebrales que para evocar. La memoria no es un fiel registro. El cerebro completa e inventa los que falta para darle coherencia al relato. Por eso es necesario aprender a conectar el presente con el pasado y con el futuro.
El olvido y el recuerdo construyen la memoria -el pilar en el que se asienta el cerebro-. Sin memoria el orador debe leer el discurso y perder comunicación con su auditorio. Una mala memoria empobrece la inteligencia, ya que nada surge de la nada.
La memoria es el capital intelectual presente en cualquier logro significativo. Con la memoria aprendemos y aprendiendo la modificamos. Para optimizar la relación memoria-aprendizaje hay métodos. Para Nietzche los métodos son la mayor riqueza del hombre. El capital alojado entre las dos orejas, nadie nos lo puede quitar.
Los problemas son algo nuevo, la memoria repite las conductas exitosas y no sabe lidiar con ellos. El que se quemó con leche cuando ve una vaca llora. Los problemas se resuelven con ideas, que son las que dirigen y arrastran al mundo.
Cambiar la memoria. Por virtud o por defecto una buena o una mala memoria es un condicionante del éxito, pero siempre se recuerdan mejor los buenos y los malos sucesos cuando se anclan a emociones fuertes. En una investigación varias personas sometidas a un frío intenso recuperaron recuerdos que parecían perdidos. Es sabido que lo aprendido olvidado se reaprende en menos tiempo y que la memoria consolidada se activa volviendo al contexto en que se creó. Hay momentos en los que se vuelve inestable, en entonces cuando se puede actualizarla con información nueva.
La investigación maduró el concepto de reconsolidación, al advertir que un recuerdo también podía borrarse. Ante una situación nueva la memoria se expone a borrarse, actualizarse o mejorar. Y sucede cuando hay un desajuste entre lo esperado y lo ocurrido.
Es posible borrar una experiencia traumática o resignificar el lazo entre el recuerdo y la emoción asociada a él. Accediendo a lo olvidado y abriendo la caja negra se puede comprender la persistencia de la memoria y desarrollar estrategias para mejorarla.
La biología de la memoria. Todo suceso deja su huella mnémica en el cerebro pero puede ser inaccesible si no se conecta con otras neuronas. Se consolida cuando el cerebro convierte la memoria de corto plazo en memoria a largo plazo, para usarla en el futuro.
Un suceso reciente es inestable hasta que se produce la síntesis de proteínas que enlaza las conexiones sinápticas de las neuronas.
Lo nuevo se conecta con lo viejo, es el sistema que usa el cerebro para aprender. Si la ruta se recorre frecuentemente la memoria se fortalece.
Cada vez que se activa, el recuerdo se hace inestable y permite el ingreso de información nueva y almacenarla como nuevo recuerdo. Un hecho traumático y la reacción asociada se estabilizan, pero pueden cambiar. El recuerdo puede ser modificado.
Aprender es el medio con el que el cerebro se cambia a sí mismo evocando recuerdos y revisándolos a la luz de la experiencia. Se pueden cambiar creencias negativas del pasado para tener un presente capaz de mejorar el futuro. Lo que somos no debe ser un obstáculo para convertirnos en lo que queremos y podemos llegar a ser.
Las etiquetas configuran la vida. Hay quienes logran superar el poder social que ejerce el entorno desde la infancia, otros quedan atrapados en la mirada o creencias de los demás, que pueden condicionar su personalidad y trabar sus proyectos vitales.
La etiqueta es una entidad lingüística que organiza la experiencia, creando una sensación de lo que es verdadero u objetivo. Son reductores de complejidad de la vida, de la incertidumbre y de la ansiedad. Nos definen, nos califican, nos ubican en un lugar.
Cuando tomamos conciencia de eso podemos reconstruirnos, modificar la identidad combinando la autoimagen, la autoestima y la valoración que los otros nos devuelven.
La clave es cambiar la visión de la realidad y del entorno. Los rótulos que más impactan son los construidos en áreas muy significativas como familia, pareja, escuela, etc.
Las neurociencias demostraron que una experiencia puede modificar el sistema nervioso. Los afectos, conductas y emociones tienen un correlato biológico como un pegamento entre lo genético y el marco sociocultural. Un sistema con redes neuronales que se desarrollan y organizan, explica conductas, deseos, sentimientos y pensamientos.
Como un escáner lee el precio de un objeto, las neuronas registran cada situación. Las experiencias inciden en la neuroplasticidad, ese sistema de redes neuronales que se conforma con ellas y con los aprendizajes que alteran aquello que la pudo condicionar.
Gracias a la plasticidad del cerebro se puede superar lo que nos construyó a temprana edad. El lugar de oveja negra, por ejemplo, expresa una dinámica familiar particular. Es muy probable que esa figura sea necesaria para el grupo en el equilibrio de un sistema. Muchas veces es necesario que alguien ocupe ese rol.
Somos arquitectos en la construcción de nuestro cerebro, el estilo de vida se refleja en las conexiones de la red neuronal. No existen buenas o malas memorias sino buenas o malas técnicas de memorización. Necesitamos aprender a usar efectivamente el «músculo mental».
Finalizaremos este artículo con una nota de humor y con un test.
Una pareja de ancianos va al médico. Al terminar el examen, el médico pregunta al viejito:- Su salud parece buena ¿Existe algo que le preocupe? – En verdad, sí. Recuerdo que después de tener sexo con mi esposa, siento mucho calor después de la primera, y, después de la segunda, siento mucho frío-. El médico dice que nunca escuchó hablar de eso y que va a investigar. El médico examina a la viejita, y le dice: – Todo está muy bien con la señora ¿Existe algo que la preocupe? La señora dice que no tiene ninguna preocupación. El médico le dice: – Su marido parece tener un problema extraño, dice que siente mucho calor después de tener sexo la primera vez, y que siente mucho frío después de la segunda, ¿tiene idea de por qué? -.Es desmemoriado, se olvida que la primera es en enero, y la segunda, en julio.
Un test para su memoria. Creemos que nuestros recuerdos son siempre verídicos, pero conviene verificar lo que ocurre cuando queremos recordar. Lea esta lista un par de veces: Caramelo, ácido, azúcar, amargo, bueno, sabor, diente, agradable, miel, refresco, chocolate, duro, pastel, comer, tarta. Capte la idea general. Ahora escribiré una palabra para que recuerde si se encuentra o no en la lista que antes leyó, no la mire ahora, sino después de responder, para comprobar el acierto o el error. La palabra dulce: ¿forma parte de la lista? Es posible que si falla, el error provenga de su memoria semántica, incidiendo sobre la episódica. Cuénteme cómo le fue.
Dr. Horacio Krell. Ceo de Ilvem, consultas a [email protected]