por Daniel Colombo*
Para muchas personas, interactuar y observar lo que hacen, publican y opinan otras, les produce un impulso de comparación, y es así como más se tiende a exponer aspectos de cada uno que no son tan buenos. Como resultado, podemos ver los efectos negativos que las redes sociales tienen en nuestra autoestima.
El ego, esa parte indisoluble de nuestra personalidad, es quien generalmente interviene cuando quizás tengas arranques de reactividad en las redes, e incluso al expresarte en mensajes y en e-mails.
Cuando surge el ego desbordado es justo el momento en que no tienes presente la habilidad, serenidad y precisión para transmitir adecuadamente tus ideas, incluso rebatiendo lo que otros comparten.
Si a eso le sumas el querer tener razón, opinar de todo, y hasta desprestigiar por el simple hecho de que comparten sus visiones de cualquier tema en las redes sociales, se conforma una bomba explosiva en tu forma de relacionarte y opinar.
Sí, digámoslo con todas las letras: son señales de que tu ego tomó el control. Y puede ser que a ti te parezca normal que así sea, aunque provoques sufrimiento, dolor, insultes o te aproveches de los demás. Así está hoy en el mundo de las redes.
Y para que el panorama sea lo más completo posible, este efecto del ego que se interpone sucede también en los generadores de contenidos, no sólo en quienes opinan y se suman a la conversación; sólo que suelen estar más acostumbrados a esta dinámica, y, con cierta experiencia, se alejan de las polémicas no por escaparle, sino para dejar que cada uno exprese lo que quiere, como quiera. El límite es la agresión, el insulto y la mentira.
Mira: incluso sobre este mismo artículo tú puedes pensar que está escrito desde mi ego, y eso está bien desde tu perspectiva, aunque no polemizaré contigo, e incluso podría agradecer tus perspectivas y transformarlas en oportunidades de mejora.
10 señales de que es tu ego quien habla por ti en las redes sociales
Estas son algunas de las señales de que tu ego puede estar interfiriendo en tus redes sociales. Si te reconoces en alguna de ellas es hora de dar un paso atrás y explorar opciones de cambio, si es que quieres mejorar como persona y profesional:
1 – Siempre hay que tener la mejor opinión
El ego quiere manifestar siempre cierta sensación de superioridad. Cuanto más sientas que eres mejor que los demás, más querrás presumir y hablar de ello. Esto se traduce en una necesidad constante de exhibir tus propios intereses, conocimientos y habilidades, y para lograrlo, la mayoría lo hace destrozando a los demás.
No hay nada malo en estar orgulloso de uno mismo y de sus logros. Pero si siempre estás hablando de lo increíble que eres, es probable que tu ego se interponga en tu camino.
Observa esta idea: Quizá puedas superarlo si tomas consciencia de que no estás hablando con otra persona, sino contigo mismo. Y que, al intentar aniquilar a otros con tu opinión o comentarios capciosos en cualquier red social, en realidad lo que quieres es mendigar un poco de atención.
2 – Crees que lo sabes todo
El dicho dice “Vemos la paja en el ojo ajeno, y no vemos la viga en el nuestro.”
Al ego le encanta tener la razón y presumir de sus conocimientos o posición de poder; poder que puede ser real por alguna posición que ocupes, o ficticio, porque tú crees que es relevante.
Esto puede dar lugar a lo que se conoce como actitudes de «sabelotodo». La sugerencia es que, si sabes mucho de algo, te animes a compartirlo en tus propias redes con la misma maestría que usas al opinar indiscriminada y negativamente. Escribe artículos; forja tu marca personal alrededor de ello, y plantea tus opiniones y visiones.
No es necesario que quieras polemizar por cualquier cosa que otro comparte, solo para aparentar que tú sabes más. Porque si de verdad lo sabes, estarías teniendo más sabiduría, y socializarías todo tu conocimiento como una forma de aporte a la humanidad.
Quizás la excesiva reactividad al polemizar tiene que ver, en el fondo, con algún rasgo de inseguridad interior y de querer llamar la atención. No me creas nada: sólo piénsalo.
3 – Necesitas constantemente validación externa
El ego es, justamente, muy egocéntrico, y no le gusta sentir que no es suficiente. Por eso necesita una validación constante. Puede aparecer de muchas maneras diferentes, como jugar a que eres totalmente diferente al resto, seguir sólo cuentas en redes que son afines a tu pensamiento y opinión sesgada, o que tu experiencia es superior a la de otra persona, etcétera. Y eso es lo que pones de relieve egoicamente, porque no soportas que otros tengan más visibilidad, seguidores, comentarios, likes o capacidad de crear contenido propio, y tú no.
De ahí vienen muchos problemas de autoestima. Recuerda esto: el ego es frágil y muy necesitado, detrás de la coraza de poderío que aparentemente representa.
4 – Siempre eres la persona más inteligente
Es natural que te sientas orgulloso de ti mismo y de tus capacidades. Pero si sientes que siempre tienes que ser sarcástico o hiriente usando la táctica de disminuir a los demás para resaltar, puede que estés cayendo en la trampa del ego con demasiada fuerza.
Cuanto más creas que tienes un halo de superioridad, más sentirás que necesitas mostrarlo, incluso poniéndote más cruel sólo para llamar la atención de los demás que tal vez ni siquiera te registran. Y eso te enfurece más, por eso, vuelves a sacar tus garras en un impulso de tu cerebro reptiliano primitivo. Es un círculo vicioso del que puedes elegir salir.
5 – Siempre estás a la defensiva
Aunque no hayas leído ni profundizado sobre lo que otras personas comparten, asumes una postura superior y a la defensiva. Esto se observa crudamente en todas las redes sociales, cuando alguien quiere, literalmente, destruir lo que se ha compartido, a través de su comentario mordaz, incisivo y que no aporta al bien común.
Piensa que estar a la defensiva produce en ti una situación de vivir en tensión permanente, en “pie de guerra”, por lo que el ego se rebela porque se podría sentir atacado en algo, aunque sea desde lo que otro postea.
La sugerencia es que siempre hagas tus aportes en forma constructiva y saludable, e incluso, reconozcas los logros e ideas de los demás.
6 – Remarcar solamente los errores de las personas que comparten contenido
También hay personas que pareciera que tienen tanto tiempo, que sólo se dedican a remarcar los errores de los demás, pero jamás a apoyar ninguna de sus iniciativas.
La corrección en sí, hecha en forma amable y como aporte, es una herramienta magistral para la mejora continua; aunque si lo haces con sentido ponzoñoso, probablemente no caerás bien no sólo a quien ha posteado, sino a todos los que vean tu comentario. Y esto quizás sea así porque sólo lograrás sonar como una persona engreída, soberbia y que, por lo general, no tiene contenido propio. Esto lo puedes observar en perfiles de opinólogos y opinólogas en cualquier red social.
7 – Limitar la conversación a tu único punto de vista
La posición fanática de un solo punto de vista (el tuyo) sobre cualquier contenido en las redes es otra demostración de que el ego se apoderó de tus ideas y grita a los cuatro vientos que la razón la tienes tú y únicamente tú. No hay matices ni posibilidades de otro pensamiento.
Por lo general, este comportamiento limitante se basa en una mente fija que no admite ningún tipo de opciones, y suele venir acompañada de extensas citas de terceros -pocas veces a modelos de tu creación y de pensamiento propio-, porque no eleva el nivel de argumentación, sino que lo construye con retazos de opiniones ajenas.
8 – Aprovechar los comentarios para promocionarte
Una tendencia creciente en las redes es la autopromoción, utilizando como puente los perfiles de personas con mayor cantidad de seguidores o que comparten contenido de calidad. También sucede al hacer spam, como, por ejemplo, en LinkedIn, la mayor red social profesional del mundo, al enviar invitaciones automáticas a conectar “para explorar oportunidades en común”. ¿Alguien puede explicar esto en concreto? ¿Cuáles son específicamente los puntos de interés mutuo?
Disfrazado de comentario sobre un post ajeno, no dudan en colocar el link a su propia empresa, y hasta hacen un “call-to-action” -llamada a la acción- para que les contacten o sean más visibles.
Estas acciones usualmente terminan con el efecto opuesto que proviene del oportunismo y del querer aprovecharse de la red de otra persona.
En vez de ello sugiero que lo hagas en tus propios espacios y que tomes tiempo para forjar tu reputación a lo largo de los años, lo que redundará en mayor éxito para tu actividad.
9 – Escribir siempre comentarios extensísimos en publicaciones ajenas
Para que se entienda bien: no tiene nada malicioso expresar extensamente tu opinión si es que sugieres aportes valiosos y perspectivas complementarias.
Aunque quizás parezca un tanto excesivo escribir como única política de tu presencia en redes, 50 líneas o más en comentarios, cuando podrías volcar ese mismo texto en un post en tu propio perfil de cualquier red social.
Acaso aquí el ego quiera dar a conocer su supuesta erudición sobre algún aspecto en particular, o que es tan sabio, que puede opinar de cualquier cosa, a cambio de que le den unos segundos de atención.
10 – Tienes una obsesión con tu marca y sólo interactúas promocionándote
Sobre este punto, es totalmente válido que utilices las redes sociales para elevar tu visibilidad de tu marca personal, productos y servicios, y para vender lo que haces. El asunto es saber tener un equilibrio entre estar todo el día en modo “cómprame”, y la opción de aportar contenido de valor, que es lo que resultará en construir tu reputación e influencia en el tiempo.
Por eso, si eres de las personas que hacen siempre posteos de auto promoción, muy rápidamente las personas pueden interpretar que lo haces desde tu egocentrismo. Y es justo por eso que a tu ego le molestará muchísimo cuando otras personas se destacan o hacen aportes significativos, y tú sientes que no estás a la altura.
Es un juego inconsciente interno que, en vez de fortalecerte, te debilitará como profesional y negocio.
Como sugerencia, puedes dar un paso atrás e identificar lo que ocurre en tus publicaciones e interacción en las redes sociales. Una vez que hayas identificado las señales si es el que el ego está omnipresente en tu comunicación, puedes empezar a trabajar en ellas.
Ten en cuenta que no tienes que cambiar toda tu personalidad ni tu forma de ser ni de hacer, sino sólo las partes que están contribuyendo al problema del ego interponiéndose en tus interacciones.