Huérfano desde muy joven, Louis Vuitton comenzó a trabajar como empacador y fabricante de cajas en el parisino taller de Romain Maréchal, a principios del siglo XIX, cuando contaba con 16 años de edad. Nadie podía imaginar que los primeros pasos que ese adolescente daba en el mundo de la carpintería estaban sentando las bases de una de las marcas de lujo más codiciadas e imitadas del mundo.
Pronto Vuitton comenzó a destacar como un exquisito fabricante de cajas de diseño en las que los adornos, cristales y espejos hacían las delicias de sus clientas. No fue hasta 1854 cuando decidió abrir su propia tienda ofreciendo diseño y seguridad en sus productos. Era tal la calidad de su trabajo que la mismísima Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia, nombró a Vuitton como su empacador personal dando comienzo la estela de su fama.
Desde ese momento su nombre comenzó a circular por las altas esferas francesas siendo sus baúles verticales uno de los productos más demandados, ya que permitía a los viajeros transportar sus enseres como si lo hiciesen con sus propios armarios.
Aunque ahora es mayoritariamente conocido por sus exclusivos bolsos, los orígenes de estos se remontan a las bolsas Speedy utilizadas por los médicos o las Neverfull que alcanzaron la fama por su gran resistencia y capacidad.
En la actualidad a marca ha conseguido posicionarse como uno de los referentes del lujo lo que la ha convertido en el blanco de las imitaciones y falsificaciones. Una lacra que lleva arrastrando desde hace más de 161 años tal y como explican desde qz.com.A pesar de que muchos piensan que la batalla de Vuitton contra los falsificadores es cosa de la historia reciente o de la última etapa de la marca no pueden estar más equivocados. La innovación con la que realizaba sus diseños y la calidad que imprimía en sus trabajos hicieron que ya en la época victoriana muchos de sus competidores comenzasen a plagiar sus trabajos.
Es por esto que introdujo una serie de características y peculiaridades en sus productos para demostrar la originalidad. Hablamos por ejemplo del lienzo desnudo conocido como rayée seguido por un patrón de cuadros que conocemos como Damier.
Inconfundible resulta el icónico “LV” con las flores y cuadrifolios al estilo japonés que la marca introdujo en 1896, cuatro años después del fallecimiento de Louis Vuitton. La World Customs Organization sitúa a la marca como la sexta más falsificada del mundo por lo que no es de extrañar que la empresa tome medidas cada vez más enérgicas contra estas imitaciones así como con los infractores responsables de las mismas.
Para proteger el valor de Louis Vuitton situado por la revista Forbes en 28.100 millones de dólares, la compañía destina de forma anual 15 millones de euros únicamente para su departamento jurídico.