Las organizaciones ya no necesitan empresarios héroes que se ocupen de todo sino líderes cada vez más ágiles y flexibles que tengan la capacidad de formar equipos de trabajo a través de los cuales puedan actuar en situaciones de emergencia. En este sentido, la clave para corregir los problemas de dirección reside en fomentar la creación de un ambiente en el que todos los empleados puedan dar lo mejor.
El secreto detrás del éxito es que los emprendedores conformen equipos que colaboren en el desarrollo de la compañía; un equipo que sea ágil en responder a los problemas que surjan a diario. Sin embargo, este es, a la vez, el punto débil que afecta a la mayoría de los dueños de las pymes. Por eso, los especialistas recomiendan no sólo es importante ser capaz de tomar decisiones rápidas en situaciones de emergencia, sino también poder desarrollar la capacidad del resto del equipo para participar en las decisiones. Las estadísticas indican que el 99% de las empresas terminan dependiendo de sus dueños y se vuelven lentas, ineficaces y poco innovadoras. Por eso, si bien no es una tarea fácil realizar el cambio, es beneficioso y repercutirá en a favor del emprendimiento.
Muchos gerentes infunden temor en sus empleados cuando hay un problema, a veces con tratos autoritarios o impartiendo penalizaciones, pero no preguntan ni respetan. Es fundamental, sin embargo, que el líder ágil, pueda confiar en sus empleados y capacitarlos para que puedan tomar decisiones sin tener que consultarle. Un principio que puede ayudar a ser más efectivos es eliminar el miedo a innovar, opinar o incluso a equivocarse, valorando las contribuciones de los interesados. De esta manera, se abrirá el juego al equipo confiando en sus habilidades. En otras palabras, es dar la posibilidad a que alguien más participe en las decisiones aportando su punto de vista. El objetivo del liderazgo no consiste simplemente en detectar y registrar los fallos de las personas, sino en neutralizar las causas y ayudarlos a que hagan mejor sus tareas. Los líderes más eficientes son facilitadores en lugar de tomadores de decisiones, y arman equipos de gente con habilidades complementarias a las suyas.
Una de las primeras cosas que se deben hacer para que se pueda aceptar esta nueva modalidad de trabajo es gestionar el cambio. De esta manera, con capacitación, práctica y un buen coaching se podrá preparar al líder que la organización necesita. Sólo es cuestión de entender cómo se relacionan los asociados o empleados con el liderazgo actual, analizar cuál es la brecha con la situación ideal y diseñar un plan a medida. Luciana Paulise -Máster en Administración de Empresas e Ingeniera en Calidad, fundadora de la Consultora Biztorming y autora del recientemente lanzado libro “SOS Pymes. 20 claves para potenciar tu empresa”- brinda algunas recomendaciones que permitirán a los empresarios convertirse en futuros líderes:
Definir en conjunto los límites con quien los tiene que cumplir y abandonar la costumbre a que sean determinados solo por la dirección.
Eliminar los rankings del personal, al igual que las evaluaciones comparativas entre empleados. Estas no deben hacerse en referencia a otras personas, sino en cambio a los procedimientos y metas a alcanzar con el objetivo de que cada uno sepa cómo mejorar
Abrir el espacio de trabajo hacia uno más colaborativo, evitar las oficinas cerradas.
Comunicar todo, para que los secretos no causen miedo.
Compartir las decisiones y escuchar las decisiones de las partes interesadas para no caer en verticalismo.
Facilitar los recursos necesarios para evitar el control excesivo de los mismos y, si no se dispone de ellos, buscar una solución en conjunto que sea más económica.
En lugar de castigar, entender las causas de las fallas y explicar las debilidades. Además, se puede premiar los buenos comportamientos.
Estar presente en el lugar de la acción, cerca de la operación, para evitar el miedo que provocan las visitas sorpresa y no analizar los problemas sólo “desde el escritorio”.
Para disminuir el temor que generan las evaluaciones anuales se pueden hacer de manera asidua, ya sea formal o informalmente, pero comunicando siempre tanto lo bueno como lo malo en el momento en que ocurre.
“Sólo un jefe con habilidades de liderazgo es capaz de aceptar las decisiones del resto del equipo y, sobre todo, fomentar la cultura de la autonomía”, explica Paulise, para quien el liderazgo ágil no se logra fácilmente sino que lleva su tiempo, pero es el camino a seguir si que quiere alcanzar el éxito. “El cambio debe venir acompañado de acciones concretas, como ofrecer la posibilidad de dar opiniones y luego ser alentado a continuar sin miedo a equivocarse. De hecho como sugería Deming, nadie puede dar lo mejor de sí a menos que se sienta seguro”, finaliza la directora de Biztorming.
Luciana Paulise, directora de Biztorming y autora del libro “SOS Pymes, 20 claves para potenciar tu empresa”