El salario de Michael Bloomberg durante su tercer mandato como alcalde de Nueva York fue de un dólar al año, según decía. Si esto es cierto, se puede decir que prácticamente gobernaba gratis una ciudad. Bloomberg no necesita dinero porque es uno de los hombres más ricos del mundo. De esta particular forma de ver el mundo también hay mucho que aprender.
El especialista en liderazgo de la revista Forbes, Brian Rashid, trabajó con Michael Bloomberg en su última campaña por la alcaldía de Nueva York. Y trabajó mucho. Asegura que eran jornadas laborales interminables (hasta 70 horas a la semana) y soportando el calor infernal de los meses de verano. Pero la experiencia le gustó, aprendió mucho, y por ello ha decidido explicar qué es lo que más le ha servido:
1. Trabaja más que tu equipo. Rashid cuenta que en la campaña había un hombre genial llamado Bradley Tusk. Asegura que era brillante y muy accesible, además de muy trabajador: trabajaba más de 70 horas a la semana. «Se le podía ver escribiendo correos electrónicos a las 5 de la mañana», dice. ¿Y a quién le mandaba los mails? A alguien que trabajaba más que él, Michael Bloomberg. Si Bradley trabajaba 16 horas, el alcalde hacía lo mismo o más. «Esto me inspiró a trabajar más de 70 horas semanales», revela Rashid.
2. Déjese ver. Es importante mostrar quién eres. La gente necesita saber para quién están trabajando. «Cuanto más te conozca, más duro trabajaré por ti», ejemplifica el experto. El alcalde tenía el día completo entre eventos, ruedas de prensa y reuniones, siempre estaba ocupado, pero sacaba cinco minutos para ‘dejarse ver’ y preguntar cómo iban las cosas. «Eso es algo que nosotros agradecíamos. Era una persona real y trabajábamos más duro por ello. Tampoco necesitábamos mucho: bastaba con un ‘hola, ¿qué tal?’ Si hacía eso una vez al mes, ya recargábamos las pilas para las cuatro semanas siguientes».
3. Celebra las pequeñas victorias. «Unos meses antes de que se llevasen a cabo las elecciones, Bloomberg celebró una fiesta masiva al oeste de Manhattan. ¿Por qué? Porque la carrera había comenzado; porque la campaña era muy reñida y partían con una ligera ventaja y porque quería que su personal se sintiese arropado y querido», asegura Rashid. A la gente le gustaba eso porque les hacía sentir seguros y provocaba que confiasen más en él. «Bloomberg buscaba el éxito, por lo que celebraba cualquier victoria. Todos lo celebrábamos, por lo que todos queríamos su éxito, que era el nuestro», cuenta el experto.
4. Que sus trabajadores sean una comunidad. Cada dos semanas se celebraba una reunión en una oficina de Manhattan a la que acudían todos los miembros. Bradley dirigía esa reunión a la que en ocasiones aparecía Bloomberg. «Allí aplaudíamos, nos reíamos, comíamos juntos… En aquellos momentos se nos olvidaba que trabajábamos 70 horas a la semana. Creamos una comunidad y eso era lo importante. No hubiésemos llegado a ese nivel de conexión si no hubiese existido la obligación de realizar esas reuniones (…) Bloomberg sabía que esas reuniones no eran muy productivas, ya que podrían haberse llevado a cabo por teléfono, pero estábamos juntos, creamos un equipo, se fomentó la competencia y teníamos u líder y una meta».
5. Premie el trabajo bien hecho. Esta es una de las cosas más importantes que Rashid aprendió tras trabajar para el alcalde. Tres días después de su relección, cada persona que participó en la campaña participó en una entrevista «de salida». «No tenía por qué haberlo hecho. Había ganado unas elecciones, así que podía dedicarse a descansar o a viajar, pero se preocupó por su equipo. Nos dijo en qué aspectos habíamos trabajado bien y en cuáles necesitábamos mejorar», cuenta el experto.