Después de un período de cautela en América Latina el venture capital está comenzando a recuperar sus fuerzas en la región. Así lo muestran las cifras y así lo cree también Cate Ambrose, presidenta y directora ejecutiva de la Latin American Private Equity & Venture Capital Association (Lavca).
De hecho, con la excepción de Brasil -donde las inversiones de venture capital cayeron 36% en cantidad y 48% en dinero- durante el primer semestre del año, los principales mercados de América Latina mostraron un desempeño revitalizado. En Chile, por ejemplo, según datos de Lavca, las transacciones aumentaron 50% (a tres), mientras que los montos invertidos se incrementaron un 100% a US$ 2 millones. La gran estrella regional, eso sí, fue México, donde el número de transacciones aumentó 327% a 47, mientras que los montos sumaron US$ 63 millones, un 58% más que en el primer semestre de 2015. «Hoy, con la elección que hemos tenido en Argentina y con los resultados en Perú, se ha generado un nuevo ánimo e interés hacia la región que es muy positivo. También en el caso de Brasil, donde hubo mucha actividad y un momento de efervescencia por estar ahí en 2011 y 2012 y donde desde luego ha habido una corrección y ahora la impresión es que se ha tocado fondo«, comenta Ambrose.
Mercado local
Con nueve años en Lavca, la ejecutiva conoce bien cómo se ha desarrollado el mercado del venture capital chileno. Explica, por ejemplo, el gran impacto que ha tenido el programa Start-Up Chile a la hora de posicionar la imagen del país como un hub de innovación regional, o lo clave que son los recursos que entrega Corfo para la industria del capital de riesgo. «Todos los gestores de fondos me citaban la relevancia de los aportes que tiene Corfo, de sus programas, que han sido críticos para el desarrollo del ecosistema. Esto lo hemos visto igual en México, en los últimos años, porque sin el apoyo de una entidad de gobierno detrás es muy difícil que la industria se desarrolle», explica.
De acuerdo con los datos que manejan en la organización, entre 2011 y 2015, en Chile se han establecido cinco fondos que han logrado levantar US$ 119 millones. De ese dinero se han invertido US$ 85 millones -el 4,1% del total de la región- en 52 operaciones. «Por lo que he visto en este viaje, parece que ahora en 2016 estamos en una nueva generación de fondos en el mercado chileno. Yo creo que en períodos de incertidumbre, donde se ha tenido un nuevo gobierno entrando, una reforma tributaria, una reforma de ley de los fondos, además de la situación macroeconómica más complicada, eso siempre hace a los fondos parar. Porque lo que ellos tienen que tener es cierta visión de cuál va a ser la oportunidad a medio o largo plazo y, cuando hay tanta incertidumbre, no hay mucha actividad de inversión», comenta Ambrose, quien estuvo en Santiago la semana pasada invitada por Carey.
Enfoque de los fondos
Hace unos cinco años, dice Ambrose, la mayoría de los fondos, así como también muchos países, estaban casi obsesionados con encontrar el «próximo Google». Hoy, sin embargo, la situación es diferente y, con mayores conocimientos de las condiciones de sus mercados, muchos fondos están apostando por la diferenciación, especialmente en Chile. «A medida que el ecosistema nacional se vuelve más sofisticado, se empiezan a ver fondos especializados en áreas donde Chile tiene una ventaja estratégica a nivel internacional, como es la minería o industria forestal. Eso me parece muy acertado», comenta.
Con un fuerte apoyo estatal, en Chile el mercado del venture capital tiene todavía una gran falencia por el lado de los inversionistas privados, especialmente los de alto patrimonio. Según Cate Ambrose, la tendencia es similar en la mayoría de los países de América Latina y pasa porque existe una mentalidad de ver al venture capital como si fuera caridad o RSE. «No entienden realmente el potencial de invertir en startups , no tienen perspectivas más serias», afirma la ejecutiva.
Dicho eso, también sostiene que desde hace un par de años, esta situación ha evolucionado, ya que las nuevas generaciones en las familias de alto patrimonio están más interesadas en realizar inversiones de este tipo, en parte porque están más fascinadas con la idea del emprendimiento. Esta nueva perspectiva, cuenta, los ha llevado a animar a sus familias a invertir en compañías emergentes. «No deja de ser una relación personal más que un gran movimiento», aclara.
Asimismo, el otro punto crítico de la industria del venture capital en la región es la falta de casos de éxitos, ya que es muy difícil promover la inversión cuando todo se basa en la simple fe y no existen modelos a seguir, que animen a otros a invertir, dice Ambrose. «El gran desafío para América Latina a nivel regional es que hay fondos que llevan casi diez años invirtiendo en startups y no ha habido realmente grandes éxitos de los exits . Cuando comencemos a ver los casos de éxitos, creo que va a ser maá fácil movilizar a las fortunas familiares a invertir», enfatiza.