No hay otra opción que la sostenibilidad. Tu negocio es sustentable o no lo es, tan sencillo y, a la vez tan complejo, como eso.
Importantes investigaciones de mercado, como las realizadas por Nielsen Internacional, muestran cada vez más un marcado crecimiento del perfil de “consumidor socialmente consciente”. Dos de cada tres individuos prefieren comprar productos y servicios de empresas que devuelvan a la sociedad. Y hasta, incluso, un 46% de los consultados respondió que estaba dispuesto a pagar más por esos productos.
Como una de las conclusiones, Nielsen remarca que queda claro que “la RSE resuena con estos consumidores”, que “confían cada vez más en las empresas con causa”.
El desarrollo sostenible es tanto una exigencia ética de la sociedad, como la forma en que la empresa puede enfrentar, eficazmente, los desafíos de estos tiempos, donde deberá dialogar y rendir cuentas no sólo a los accionistas o la comunidad, sino a todos sus stakeholders.
Hoy queda más claro que nunca, que lo contrario a ser sustentable, es ser insustentable. No hay otra opción. Tu negocio es sustentable o no lo es, tan sencillo y, a la vez tan complejo, como eso.
Asumir plenamente el desarrollo sostenible involucra asumir riesgos e inversiones, pero son inversiones que vuelven en mayores beneficios para el crecimiento de la empresa y su comunidad. Por el contrario, las empresas que priorizan las ganancias en el corto plazo, están distribuyendo como utilidades, parte de su capital.
No se le pide a la empresa que renuncie a maximizar su beneficio, que hace a la sostenibilidad económica y financiera del emprendimiento, a lo que se apunta es a que comprendan que esa sustentabilidad económica depende de alcanzar también la sostenibilidad ambiental y social. Son tres caras de un mismo asunto, indispensables e interdependientes.
Una empresa sustentable demuestra, a través de sus acciones, estar comprometida en forma sincera y genuina con el ambiente y el bienestar de la comunidad que la rodea, reconociéndose a sí misma como corresponsable del desarrollo socio-ambiental, siendo consciente de los impactos de su accionar en los grupos de interesados. Para ser un buen empleador, un buen proveedor, un buen contribuyente y buen cliente, hay que incorporar a la filosofía de gestión la convicción del desarrollo sostenible y la RSE