La conclusión más evidente del último informe del Banco Mundial sobre Latinoamérica está en el título: El emprendimiento en América Latina: Muchas empresas y poca innovación. En su presentación ayer en Madrid, en la sede de la Fundación Areces, Augusto de la Torre, economista jefe del Banco en la región, precisó que Latinoamérica sí es una región de emprendedores, pero que hay condiciones generales que limitan el crecimiento de las pequeñas empresas y dificultan la innovación.
El informe arranca con el reconocimiento del «progreso social sin precedentes» logrado por la región desde comienzos del siglo XXI. El crecimiento económico logrado a partir del año 2000 ha ocasionado que casi 70 millones de personas salieran de la pobreza en los últimos diez años, y que casi 50 millones ingresaran en la clase media entre 2003 y 2009. Además, según el Banco, este avance se ha acompañado de una reducción estable de la desigualdad económica, que alcanzó su mínimo histórico en 2011. El aumento del capital humano y de la competencia, y la mejora de las infraestructuras y el entorno contractual explican buena parte de la bonanza.
Falsos sinónimos
Sin embargo, a juicio del Banco, para que ese crecimiento se mantenga es preciso abordar el reto de la (baja) productividad. Un asunto muy ligado a la dimensión empresarial, esto es, al predominio de microempresas en América Latina. Cerca de un 55 % de los latinoamericanos que trabajan lo hacen en empresas «pequeñísimas». Según explicó Augusto de la Torre, tradicionalmente se ha pensado que estas microempresas eran informales, que no pagan impuestos ni cotizaciones sociales. Pero, en realidad, «la pequeñez es un problema más general».
La mayor parte de las empresas formales de la región tienen menos de 5 empleados. Para De la Torre, la dificultad está en que las medianas -y también las grandes- no crecen. De hecho, en los países que más han reducido la informalidad en los últimos años (Argentina, Chile, Brasil, Costa Rica, Uruguay) se ha observado que las empresas medianas crecen y absorben empleo.
En busca de «transformadores»
El Banco señala que muchos latinoamericanos se hacen empresarios porque no tienen empleo. No hay tanto un «emprendedor innovador» o «transformador» en el sentido de Schumpeter, el que hace algo nuevo, como un autoempleador. Aunque el informe no ofrece causas, sí identifica tendencias generales que ayudan a explicar este fenómeno.
1. «Atrofia» de la pequeña empresa: La economía como un todo no genera empleo bien pagado en proporción suficiente; las empresas grandes ofrecen salarios un 60 % mayores, en promedio, que las pequeñas. Al nacer, las pymes latinoamericanas tienen un tamaño similar al de otros países del mundo. Sin embargo, al cabo de 40 años no superan de media los 110 empleados, mientras que en los países de ingreso alto sobrepasan los 250.
2. La edad importa más que el tamaño de la empresa. Un estudio con datos de empresas colombianas que nacen y sobreviven a lo largo de 15 años revela que las que más crecen son las jóvenes y las grandes, «cuya contribución a la creación de empleo es la más importante». Ello contradice la creencia popular de que las pequeñas son las que más empleo generan, y obliga a repensar los programas vigentes de apoyo a las pymes.
3. Las empresas formales tienen un déficit de innovación. Si se comparan con las empresas de países de ingreso alto, las latinoamericanas invierten mucho menos en I+D, y el grueso de esta inversión corre a cargo del sector público. La gestión de las empresas, también las grandes, es menos eficiente que en la de países más avanzados, y hay poca producción de patentes.
4. Incluso las mejores empresas innovan poco. Aunque las multinacionales latinas («multilatinas») mejoran los registros de las pequeñas, en general están por debajo de las multinacionales extranjeras. La motivación para salir al exterior no es «conectarse a cadenas de valor», con la excepción de las mexicanas, sino «vender lo mismo» en otros mercados. Incluso las filiales de multinacionales extranjeras que operan en América son menos eficientes que las mismas filiales de otros países.
Augusto de la Torre concluyó su presentación aludiendo a los motivos para el optimismo (la mejora en las políticas de promoción de la exportación, los altos beneficios que las multinacionales extranjeras dejan en la región, la atracción de inversión extranjera), destacando que el financiamiento ha dejado de ser un problema acuciante para las empresas latinoamericanas.
¿Cómo mejorar? El economista jefe apuntó a la insuficiente competencia en el sector servicios, la baja generación de capital humano proclive a la innovación y a debilidades en el marco contractual como posibles líneas de actuación.
fuente: El Economista